Relatos aleatorios (Warhammer)

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Garrac Garrak
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Relatos aleatorios (Warhammer)

Mensaje por Garrac Garrak »

He tenido muchas dudas a la hora de hacer este tema XD Pero venga, me atrevo finalmente...

A ver, antes de nada, me explico: esto son más que nada relatos, fanfics de Warhammer 40000 (y warhammer fantasy, ambos juegos de tablero bastante conocidos en el mundillo de las miniaturas), que he ido haciendo a lo largo de mi vida. No son para nada las mejores obras del mundo, pero son mis relatos, y no quería abandonar el trabajo que me costó hacer cada uno. Aviso que muchos de ellos los hice con 10 añitos.

Si no se puede colgar este tema, pido disculpas, porque, como ya he dicho, no quería abandonar todo este trabajo. Antes de nada, pongo una descripción de la protagonista de gran parte de estos relatos, la inquisidora del Imperio Isabella:
En la puerta había una ventana de ojo de buey en la cual veía una persona.

Examiné con más detenimiento dicha persona. Era una mujer enfundada en una gabardina gris, que ocultaba todo un arsenal de pistolas y artilugios debajo. La mujer tenía un rostro proporcionado, sin llegar a lo robótico, con una tez rosa clara maquillada. Sus labios rojos destacaban en el rostro blanco, al igual que unos mechones blancos que rivalizaban con una larga cabellera negra. Lo único que afeaba aquel rostro era un ojo cibernético que arrojaba de cuando en cuando destellos rojos. Con sorpresa me di cuenta de que estaba mirando mi propio reflejo. Pero en aquel rostro faltaba algo… esos mechones pelo estaban muy sueltos. Con sorpresa me dí cuenta de que me había olvidado del sombrero de pico. Corrí a buscarlo y me lo puse encima de mi sagrada cabeza. Ya estaba preparada, así que ordené al aterrorizado copiloto que abriera las compuertas.


Bueno, ahora los relatos, espero que os gusten:


EL TRABAJO DE UN PECADOR
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Diario de Isabella 03/13/24/07/40999 13



A veces no tengo que trabajar.



Tal vez hoy haya sido un día fructífero. Hoy, al levantarme del a cama, me encontré con que mi despertador personal no se había activado. Enfadada por el hecho, me levanté, y dediqué tres minutos de mi fructífera vida a darle una paliza con mi brazo robótico a la insulsa criatura que antaño había sido mi siervo. Tres minutos después, el indicador de mi ojo robótico me indicó que lo que estaba golpeando era un cadáver. El cadáver de un ladrón de los bajos fondos.



El maldito hijo de puta había aguantado tres días. No hay más cosa en este mundo menos satisfactoria que una persona con voluntad. No tendría que haber aguantado tanto. A lo mejor, si ese maldito criminal me hubiese rogado por su vida un poco más, tal vez se lo habría regalado al Mechanichum como muestra de agradecimiento a los mojigatos con túnica por mi brazo biónico.



Acto seguido, me dirigí al vestuario, y ahí me enfundé mis ropas habituales de inquisidora. Un sombrero de pico negro, unas botas negras, unos pantalones negros, un chaleco de plastiacero negro, una camisa negra, y los guantes negros. Tal vez debería variar un poco los colores de mi vestuario, pero una inquisidora vestida de rosa no llegaría muy lejos en la vida. Moriría violada.



Me apliqué carmín en los labios, o lo habría hecho, si tal sustancia existiese , y una vez comprobé que el pelo estaba en rendimiento óptimo, salí de mis estancias, y partí rumbo al puente de mando.

Allí hallé a una comerciante. Una comerciante jodidamente gorda, si me permito la expresión. Sinceramente, creo que los comerciantes deberían dejar de esclavizar tantos obreros, y esclavizar más comerciantes. Sería un círculo vicioso.



El caso es que la comerciante, que afirmaba y reafirmaba haber llegado ayer, me dijo que el Mechanichum de uno de sus mundos estaba en grave peligro. En el planeta de donde venía ¿Tolchis IV? los habitantes se habían rebelado contra las autoridades, y habían tomado el control de las principales ciudades colmena. Abogaban por cosas como “igualdad de derechos”, “justicia equitativa” y “libertad de expresión”. Hoy acabo de saber qué significa la expresión. Un término fascinante, pero intolerable



Yo le dije que pensaría si tomar medidas o no, y que enviaría investigadores al planeta.



Normalmente me personaría en este tipo de situaciones, pero necesitaba dedicar al menos una tercera parte del día a los archivos obtenidos durante la purga de Inquilis IV.



En Inquilis IV hubo una verdadera epopeya. Fue una difícil purga, ya que, de entre todos los millones de habitantes del planeta, tenía que encontrar a una persona específica. Un afamado noble, coleccionista de bienes antiguos, que había obtenido sin saberlo un archivo de la Edad Oscura. Las órdenes eran que debía obtener el artefacto con la mayor discreción.



Los muertos no dicen nada.



Tras haber enviado una serie de bombas víricas a la superficie, bajé al planeta, y el espectáculo que encontré era espeluznante.



El veneno no había surtido el más mínimo efecto.



Pero las ciudades igualmente estaban en ruinas.



Luego me enteré de que lo que había hecho el veneno había sido simplemente matar a todas las mujeres del planeta. Sinceramente, no se a que se debió aquel fallo garrafal en las armas bioquímicas, pero cuando le pregunté al Gremio, me dijeron no sé qué historias sobre feromonas, o algo así.



Aun así, La ciudad había sido arrasada de todas maneras por los ciudadanos masculinos que quedaron en el planeta. No sé muy bien que debió de pasar después de los bombardeos víricos, pero tan solo imaginarlo ya es una tarea bastante espeluznante. Lo peor era que toda la masacre había provocado que el noble, muy precavido, contratase algunos mercenarios y se refugiase en algún lugar del planeta, esperando que todo pasase, y con afán de proteger el artefacto. Y, ya de camino, el planeta entero todavía estaba lleno de millones de hombres violentos a los cuales se les salía la baba por la boca, millones de inútiles rabiosos a los que lamentablemente no podía borrar de la faz del universo de un plumazo.



Como aterrizamos en medio de una batalla, sucedió a continuación una secuencia de acción, que no viene a cuento.



Una vez los manifestantes estuvieron muertos, le entregué al héroe Johnner el honor de una medalla Ollanius. Y luego maté a Johnners. Las medallas Ollanius no se dan a cualquiera.



El caso era que, tras varios meses de campaña, con todo el sistema vetado por tropas inquisitoriales, finalmente encontré lo que buscábamos con tanto ahínco. Escondido en un manufactorum en ruinas, el noble coleccionista se había atrincherado junto a tres docenas de guardaespaldas desesperados.



Ordené a las tropas inquisitoriales de la vanguardia que entrasen por la puerta principal, armados con misiles Nunchuk, y rifles láser corrientes y molientes. Pero no conté conque los estúpidos no sabían mirar al techo, así que, doce muertos después, tuve que ordenar otro ataque, esta vez un avance frontal con todas las tropas que me quedaban en la zona (una cincuentena de soldados con el mismo equipamiento que los del a vanguardia)



El intercambio de fuego cruzado fue atroz. Usamos columnas y barricadas para guarnecernos del fuego enemigo, y se utilizaron miles de argucias para poder penetrar las defensas enemigas: bombas explosivas, misiles Nunchuk, trampas previamente colocadas, ataques por los flancos… y cuando todo eso falló, recurrí a la clásica estrategia imperial: todas las tropas al frente, correr, disparar, correr, y morir por el Emperador. Víctimas de la superior estrategia imperial, los rebeldes se vieron obligados a retirarse, y yo pude observar los frutos de una batalla inútil.



Ya no me quedaban más tropas, excepto Ultrus. Si mal no recuerdo, aquella fue la tercera misión en la que he tenido que usar al marine de los Manos de Hierro, y su efectividad en las dos primeras misiones ha provocado que se esté convirtiendo en mi guardaespaldas personal para siempre.



A partir de entonces fue Ultrus el que actuó. Quedaban seis enemigos: dos protegiendo al noble, otros dos al acecho, tras la puerta, y otros dos intentando rodearnos. Yo disparé a uno de los rebeldes, y acerté certeramente en una de las columnas del edificio, compuesto de un material que se fracturó, pero no rompió, ante el impacto de mi pistola de dos cañones. Empiezo a creer que mi pistola es inútil.



Ultrus, dispuesto a enmendar su error anterior, corrió hacia los dos enemigos restantes, inmune a los impactos de rifle láser, y los despedazó con la pura fuerza de sus implantes biónicos. No desperdició ni un solo proyectil, con lo cual estoy totalmente de acuerdo.



Luego nos dirigimos a la estancia del noble. Sabíamos acerca de los dos herejes de la puerta, así que Ultrus apuntó con su mano izquierda, y del anverso de esta surgió u misil. Despidiendo una estela humeante, el misil recorrió el manufactorum hasta posarse delicadamente sobre el pórtico y derrumbar el techo de la entrada sobre los emboscadores . Y sigo pensando que mi pistola es inútil.



Dejé que el marine se ocupara del resto: pisoteó los escombros y dio dos rápidos y sesgados disparos de bólter a los aturdidos soldados. Aún hoy se sigue pavoneando de sus actos insolentemente, lo cual me hace pensar que debería coger para la próxima vez esbirros más humildes.



El caso era que ya solo quedaba el noble. Aún recuerdo el momento. Fue… hace días, si mal no recuerdo. Era un vejestorio, una masa de huesos famélicos que temblaba en el suelo, y me miraba con unos ojos absolutamente aterrados.



Escupí al montón de huesos, y le pregunté por el paradero del artefacto. ¡Y me mintió! ¡Me dijo que no había nada! Así que disparé. Un tiro certero que le voló la tapa de los sesos.



Tras el suceso, todavía estaba intentando deslucir cual de todas las antigüedades que el viejo poseía era la correcta que me habían encargado obtener. Afortunadamente, tras una indagación profunda, conseguí por fin hallar el objeto, o más bien el material, y pude por fin informar a la Inquisición. No hubo nada más que decir, y, en palabras textuales de mis colegas, mi tarea era “obtener el artefacto, y que no cayese en manos enemigas”. Me dejaban el muerto a mí, para que corriese con el riesgo. ¿Para qué iba a utilizar el artefacto? Recuerdo que me pregunté.



Así que no hallé la respuesta al momento.



A continuación, tras haber perdido una tercera parte del día, me dirigí a las celdas, y me preparé para terminar de una vez por todas el interrogatorio.



El hereje yacía en el suelo, atado, y aún salpicado con la sangre de las tareas del otro día. Lo cojí, y lo llevé a una de las salas de interrogatorios para empezar a sacarle respuestas sobre sus compañeros de la

Legión Negra, información muy importante para exterminarlos.



Yo no estaba dispuesta a mostrar piedad, y el hereje llevaba tres días aguantando estoicamente sin mostrar la información que tanto precisaba para el desarrollo de as futuras campañas, así que supuse acertadamente que el villano por fin me contaría sus acciones durante la campaña de Nargilius IV.



Desesperado, el traidor me contó todo lo que había pasado durante las últimas cuatro semanas: al parecer su flota había recibido la visita de un señor del pérfido Slaanesh, un importante señor de la guerra muy influyente en esa extraña y caótica sociedad que tienen en el Ojo del Terror. El servidor de Slaanesh les contó que su planeta repentinamente se había rebelado contra sus mermadas tropas. Al parecer los habitantes de Nargilius IV habían recuperado la fe en el Señor de la Humanidad, y luchaban por una vuelta a un sistema más “imperial”.



Admiré a esos malditos mamones malnacidos, únicas almas en un imperio de maldad, una pequeña luz que luchaba contra las fuerzas enemigas en pos de una y justa. Así que maté al instante al prisionero cuando éste, entre risas, me comentó con detalles como había hecho explotar el planeta en mil pedazos.



Al fin había hallado la respuesta.



Me dirigí a la sala de mando, y ordené que se pusiera rumbo a Tolchis IV. De inmediato, la Belllium IV se puso en marcha, preparada para cruzar el vacío del espacio, o, mejor dicho, las locuras de la disformidad. Yo, por otra parte, me quedé ensimismada observando el artefacto. También aproveché para darle una orden al Mechanichum: activar la red de comunicaciones del planeta, y retirarse de inmediato.



Cuando la nave por fin salió de la disformidad, actué rauda: conecté el sistema de comunicaciones al de Tolchis IV, y empecé a hablar pausadamente:



-Todos vais a morir. No hay más cosa que debáis oír. Os habéis rebelado contra la luz del Imperio, y habéis rechazado la seguridad en aras de la insurgencia.



Dejé pasar unos pocos minutos de silencio, y continué:



-Todos vais a morir, y debéis saberlo. Así que, antes de que vuestro planeta vuele en mil pedazos, conoceréis la justicia imperial. Esto, población de Tolchius IV, es lo último que oiréis en vuestras vidas.



Disfrutadlo.



Activé el artefacto de la Era Antigua, y de él empezó a surgir una serie de ruidos y sonidos. Me volví al almirante imperial, y di la orden de Exterminatus.

……………………………………………………………….



Los habitantes de Tolchius IV alzaron, aterrados, la cabeza al cielo, y se sumieron en el más profundo de los pánicos.



Las personas iban corriendo de un lado a otro, como pollos sin cabeza. Los niños, abandonados a su suerte, lloraban con todas sus fuerzas. Mujeres desconsoladas se arrodillaban, resignadas a su destino. Las llamas consumían poco a poco la ciudad, y en el cielo, como un dios vengativo, un Torpedo de Ignición Atmosférica se dirigía al núcleo de Tolchius IV.



Y, por encima de todo aquello, por encima del ruido del as peleas, de los llantos, de la desconsolación, y del fuego de las llamas, por encima de las alarmas de la ciudad, una canción proveniente de los sistemas de comunicación inundaba el planeta por completo.




Don't worry about a thing,
'Cause every little thing is gonna be all right.
Singin': "Don't worry about a thing,
'Cause every little thing gonna be all right!"…

………………………………………………………………….

A veces no tengo que trabajar.



A veces no tengo que condenar a la miseria a millones de almas en pena. A veces no tengo que someter bajo la justicia del Imperio las disconformidades de la libertad. A veces no tengo que actuar en nombre de la Inquisición.



Pero no será hoy ese día. Hoy, bajo mi fe en Emperador, sabré que en el día del mañana me amparará la luz de la paz en esta muerte en vida.



Porque en el nuevo milenio…




…SOLO HAY GUERRA
INTERROGATORIO
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-Padre… vengo a confesar…

-¿Denominación de origen?

-Mi nombre es Isabella, y soy una inquisidora al servicio del Imperio…

-Vaya, ¿Una inquisidora?

-¿Acaba de darse cuenta? Tengo voz de mujer, como todas las humanas

-Oh, bueno, le sorprendería la de voces afeminadas que escucho en el capítulo.

-Mmm… me interesaría…

-Independientemente de eso, ¿Qué requiere, inquisidora?

-Requiero… una confesión

-¿Una confesión? ¿Qué querría confesar?

-Aquí soy yo la que hace las preguntas. Usted solo es una herramienta, un instrumento de poder

-Confiesa ya

-No me exija nada. Estoy aquí para hacer una confesión… en nombre del Emperador

-Prosiga

-Confieso que he cometido un pecado. Hace poco, maté a una persona inocente.

-¿?

-En el último viaje que hice con el capítulo hacia el planeta Adonis IV tuvieron lugar sucesos… escalofriantes

-Ah, Adonis IV. Si, hace menso de tres días desde aquella campaña, los indígenas eran miembros de una especie alienígena subdesarrollada. No debieron requerirse nuestras compañías desde un primer momento.

-Yo ordené la expurgación del planeta.

-…

-Si, comandaba junto al capitán Julius la IV compañía, en afán de penetrar la montaña y despedazar las principales defensas enemigas.

“Ya desde un primer momento me asignaron un patán. Julius era indeciso, gañan, y un patoso.

-Mmm… el capitán Julius realizó previamente campañas muy victorias en el sistema Odanis, no hay que ser tan duro con…

-¿Con un muerto? Ya no responderá

-¿Cómo? ¿Julius cayó? ¿Por qué me entero ahora?

-Ha vivido muy encerrado estos últimos días desde que se dedicó a sus… cosas aquí, pero abajo ha habido guerra, y una guerra muy dura

-¿Cosas? Señora inquisidora, espero no ofenderla, pero he de recordarla que estuve realizando los interrogatorios que usted me pidió desde un principio, cuando acudió a la flota. De hecho, si he podido ahora atender a alguien es porque esos bastardos están a punto de cantar

-Bien. Hablaremos de eso después. Seguiré pues con la historia… ¿Por donde iba?

-Julius ha muerto

-Ah, sí, el incompetente. Bueno, verá, estuvimos marchando por el desfiladero. Ya sabe, paredes de roca, roca a ambos lados, un río totalmente seco

-Sé cómo es un desfiladero señora. Pero, ¿Qué pasó?

-Tuvimos… percances. Yo disparé a un punto del desfiladero donde había escondidos algunos de esos repugnantes seres. Pero los muy cabrones nos respondieron al segundo con una avalancha. Destrozaron la vanguardia, y a Julius, que ha muerto enterrado.

-¿Y lso francotiradores?

-¿Francotiradores?

-Los xenos que dispararon. ¿Los mató?

-No hallamso los cuerpos.

Julisu… meurto…

-Sí, y ahora que acaba de tocar un tema de delicada posición, quiero que proceda a arrojar a los prisioneros al vacío

-¿Cómo? Poseen información muy importante de las rutas de invasión de los piratas neijlik. Por fin podremos…

-Irrelevante. Esa información ya no es de utilidad.

………………………………………………………………..

-¿Y ahora qué?

-No he terminado la confesión, señor capellán

-¿No?

-Señor capellán, creía haberle advertido delicadamente que usted no me va a interrogar

-Lo siento, señora, pero es que estoy acostumbrado a interrogar delincuentes vivos y…

-¿Sugiere algo?

-No, mi señora

-¿Quiere que veamos si puede proceder con sus preguntas… muerto?

-No, mi señora

-Bien. Porque eso sería herejía.

-… Proceda

- Bueno, a decir verdad el enemigo fue aniquilado de forma muy aplastante. Sin embargo, durante las consecuencias de la batalla, pude observar un detalle que en su momento me llamó la atención

-No será lo que yo pienso…

-No sé lo que usted piensa, pero cuando muera, puedo hacer un análisis antropológico de su cerebro. Siempre me pareció fascinante

-Esta conversación se le está yendo de las manos…

-¿Conversación? Usted quédese callado, y déjeme hablar a mi

“Como le iba diciendo, pude observar que sus marines habían adquirido una grave deficiencia genética. Tras horas de pausadas observaciones, pude constatar que los soldados de la compañía estaban expirando una especie de vaho rojo.

-¿Una deficiencia genética? ¡No es posible!

-Sí, lo es

-¿Cómo lo sabe?

-Bueno, no podía confiar para esas tareas en un apotecario…

-Feuermann es un hombre de honor

-…así que utilicé de referencia lo más cercano que tenía

-Usó una referencia…

-Un marine muerto.

-¿Utilizo un cadáver?

-Bueno, cuando lo maté, gritaba como un ser vivo

-¿Y, si tanto necesitaba una referencia, porque no usó la sangre de Julius?

-¿Julius? ¿Quién es…? Mmm… deje de copiar mis palabras, y siga escuchando

-¿Me dejaría decir algo más?

-Lleva toda la confesión hablando, así que no veo ninguna objeción

-¿Qué utilizó de referencia?

-¿El estúpido imbécil?

-No, aparte de aquel valiente marine, que sangre utilizo para comparar patrones sanguíneos…

-Sangre de xenos

-No…

-Oh, yo diría que si. De hecho, ahora que lo pienso… ¿No ha notado turbulencias?

-No, llevo incomunicado desde que me dio esos prisioneros… ¿Cuántos días?

-Nueve semanas. No vi necesidad de avisarle. Entonces, ¿No notó nada?

-No

-Vaya… es que todos sus hermanos de armas han muerto

-¿QUÉ?

-Como lo oye. Se ha ejecutado un Exterminatus sobre su capítulo, y ahora nosotros dos somos los únicos tripulantes de un buque de flota que pronto se hundirá en la negrura del olvido. Yo huiré en la Bellium IV, claro, pero usted tendrá que quedarse aquí

-Entonces… ¿Por qué ha venido a confesarse?

-Originalmente iba a venir para apiadarme de la muerte de un hombre inocente… Pero ahora… ahora sé que tras la mirada de un inquisidor, no hay ni inocentes, ni jueces. Solo culpables. Adiós, inocente.
Última edición por Garrac Garrak el Dom Nov 03, 2013 1:38 am, editado 1 vez en total.
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No more mutants---By Bolivar FearStyle
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Garrac Garrak
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Re: Relatos aleatorios (Warhammer)

Mensaje por Garrac Garrak »

Bueno, también aprovecho para poner aquí mi mayor y mejor creación una novela enteramente gratis (que todavía no he terminado) que espero que os guste. (Lo posteo en doble post porque sino no me cabe XD):


LOS LOBOS CAÍDOS


EPÍLOGO
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Las negras estrellas del vacío claman su hambre a millones de años luz de tu vista. Y te están buscando precisamente a ti, joven amigo

Anónimo, Era Antigua



El ruido acompasado de los rotores mecánicos se detuvo cuando unas pisadas de metal pisotearon con fiereza el firme suelo del pasillo. Los servidores se retiraron a las sombras silenciosamente, y dejaron que el semidiós embutido en su armadura blanca traspasara el portal en medio del humo blanco de descomprensión. Yousef, Señor de la Vigésima Compañía de los Lobos Lunares, apenas prestó atención a todos aquellos detalles parte de una rutina ya vieja y centenaria. Tenía otras preocupaciones en mente.



Cuando el marine espacial cruzó la puerta, los miembros de su escuadra de honor se pusieron de pie en señal de bienvenida al honorable Capitán. El único que no se levantó fue el almirante, ocupado en ordenar con vehemencia las maniobras de inmersión en la disformidad del Yunque Justo.

Ypusef estaba totalmente distraído. Sin duda aquel era un gran día para el marine. Debido al color de su piel, un tono de color café oscuro, habría sido rechazado en cualquier otra legión. Ultramarines, Puños Imperiales… esos capítulos solo aceptaban lo mejor de lo mejor,a los más puros, y no aceptaban entre sus filas a los supuestos miembros de una raza esclava.

Pero aun así, los Lobos Lunares vieron su gran potencial, y lo aceptaron entre sus filas. A Yousef le había costado doscientos años de prejuicios ascender en la escala de mando, pero por fin, gracias a la amabilidad de Horus, cumpliría su primera misión como Capitán del capítulo del viejo Hefresto.

Yousef no estaba programado para sentir miedo, pero tenía cierto nudo en la garganta muy incómodo. Por primera vez tenía más de quinientas vidas a su cargo, vidas que dependían de su competencia. Tenía que estar a la altura, y nada mejor como prueba que el destino elegido…

-¿Y exactamente donde vamos, Satish?

El gruñido de Nithael lo sacó de sus ensoñaciones, y con un deje cansado, Yousef Satish se dirigió a su segundo al mando:

-Buena pregunta, Nit- Los demás marines centraron sus miradas en la conversación. Yousef tragó aire y contempló a todos sus camaradas de batalla, gente junto a la que había peleado hombro con hombro durante decenios de pura guerra santa.

Ahora la cruzada llegaría a los límites de lo desconocido. Horus, recién nombrado Señor de la Guerra, había mandado a la Vigésima a una zona del espacio exterior nunca antes explorada. La flota de Yousef será una avanzadilla, una cabeza de puente a la que luego se unirían los Ultramarines, para poder conquistar aquella sección de la Franja Sur.

-Asmodeus, ¿Dónde crees que vamos?

El viejo veterano de bigote caído se dio la vuelta para responder. Debido al peso de su antigua servoarmadura, el asiento crujió estruendosamente. Yousef no pudo evitar pensar que a Asmodeus no le debía haber gustado ser relegado en una esquina. Nunca se habían llevado especialmente bien, pero Asmodeus era muy carismático entre las tropas, y había salvado sus vidas más veces de las que podía recordar.

-A pelear. ¿No servimos para eso?

-Alto, Asmodeus, se adonde quieres ir… - empezó a decir el comandante. Asmodeus simplemente se encogió de hombros y se sentó, mientras refunfuñaba.

-Yo aun recuerdo pro que peleamos…

-¿Es eso un desafío?

-No, mi señor, nunca querría… estamparte contra el suelo- soltó una risilla arrogante- solo recuérdales a estos lobatos que esto no es una jodida excursión a un mundo de recreo. Esto es la puta guerra, y la puta guerra no conoce de insultos, ni de destinos. Solo sangre. Y allí donde el mismísimo sol haya escondido la sonrojante cabeza ante el fuego de la batalla, allí estaré yo, con una mano en mi gatillo, y otro en mi cigarro, riendo como un jodido condenado.- Yousef sonrió ante la habitual bravata de su mejor amigo, y volvió a los puestos de mando. El apotecario Uriah se levantó de su asiento, y se plantó enfrente de Asmodeus. Yousef suspiró, disgustado, ya que parecía que el joven apotecario aun no había aprendido…

-¡Peleamos por la Humanidad! ¡La Verdad Imperial! ¡Llevaremos la Luz Imperial halla donde haga falta! ¡Socorreremos a los débiles! ¡Ayu…

-Y comeremos perdices- Asmodeus se tumbó groseramente a lo largo de la silla, y antes de dedicar un cierto porcentaje de su cuerpo al estado de la somnolencia, le dijo unas últimas palabras al frenético apotecario- Por dios, si os escandalizáis con una teta…

Entonces la nave se adentró en la disformidad…

………………………………………………………………………….

El servidor mecánico comprobaba los ajustes de los motores. Con el rugido de cien dioses, las turbinas circulaban a máxima velocidad, atravesando el espacio en su esfuerzo. Nunca habían fallado, y no lo harían ahora.



El servidor llevaba mucho tiempo sirviendo a la adepta Curt, muchísimos años, pero no conservaba ni un ápice de experiencia. Era una máquina viviente cuyo único fin era servir a sus amos, fuesen quienes fuesen.

El patético servidor ni siquiera conservaba algún recuerdo de cualquier experiencia que n obtuviese que ver con la misión encomendada. Poco importaba lo que lo había convertido en servidor. Pero, si hubiese tenido memoria, el servidor podría haber recordado que su único delito fue mirar a la adepta Curt más de 5 segundos…

Pese a su carencia de personalidad, hasta un ser tan inconsciente notaba algo raro…

Estaba envejeciendo en segundos.

Tan solo emitió un silencioso chasquido metálico cuando la chatarra impactó contra el suelo.

……………………………………………………………………………………………..

-¿Cómo?

El oficial miró con ojos atónitos al portador de tan malas noticias. ¡Los comunicadores con Terra se habían estropeado! ¿Qué estaba pasando? No podía ser posible… El sistema de comunicación con Terra había servido ala Chica de Hierrocon fidelidad y honor durante doscientos años, y era el único contacto con el exterior… y había muerto.

El humilde mensajero comprendió. Técnicamente, ahora la XX Compañía no existía en el mapa estelar, y menos aún su poderosa nave. Eso significaba que durante un tiempo estarían desaparecidos en las actas oficiales de Terra, y eso traería sin duda problemas…

Pero eso no era lo peor. Si las comunicaciones habían sido destruidas por un fallo en plena disformidad… ¿Qué habría sido de la Navegante?

-No se preocupe, oficial. Está a salvo… de momento

El bibliotecario jefe surgió de las oscuras sombras y cruzó el pasillo, en dirección a la sala de la navegante. Sus andares resonaron pesados a través del pasillo debido a su armadura, y tan solo cuando desapareció el sonido de sus botas, y con ello recuperado el silencio, el mensajero se retiró por donde había venido, y el oficial se quedó solo, con sus palabras:

-Estos astartes… muy misteriosos… estoy seguro de que podrían jugar con nosotros… si quisieran…

Y con ese pensamiento se quedó el oficial imperial, ya que hay otros asuntos que requieren nuestra atención…

……………………………………………………………

La sala se había quedado súbitamente en un profundo silencio. El capitán Yousef observó detenidamente al oficial, y luego a los sorprendidos tripulantes. Y luego a sus compañeros astartes.

La cosa iba muy mal. El campo Geller había fallado en el sector de popa del barco, y en menos de unos segundos todos los tripulantes del sector habían muerto. Ya se había reparado el campo Geller, pero la adepta y todos sus servidores habían desaparecido, dejando tras de sí tan solo un amasijo de metales.

Algo raro pasaba en el buque de guerra, y Yousef quería saber que era, y si era matable. Se levantó de su posición y caminó rumbo a la sala de la navegante, seguido de cerca por Asmodeus, y aún más de cerca por sus gruñidos respecto al funcionamiento de las naves de batalla al principio de la Gran Cruzada. Yousef se limitó a no escuchar, con su mente ya en pensamientos lejanos.

Los dos marines atravesaron rápidamente los pasillos de la nave, y cuando llegaron a las puertas del salón de la Navegante, vieron que no habían sido los únicos en tener aquella idea. El bibliotecario de la compañía, Uriel, reposaba en un contrafuerte de cara a la pared.

La espina dorsal de Yousef sintió un leve escalofrío al observar al siniestro mago. Le recordaba en cierta manera al viejo chamán de su tribu, un anciano de barba blanca que sacrificaba humanos en nombre de los dioses, dioses que al final acabarían revelándose como…

Pero Uriel no tenía barba blanca. Si eso, algunas arrugas turbaban su rostro, pero el marine por lo demás compartía los rasgos genéticos de su primarca, el Señor de la Guerra. Tenía atados a la cintura tres o cuatro libros de misterioso que nadie jamás conocería, y la capucha psíquica le cubría su pelo totalmente afeitado. Como el concilio de Nikae no había tenido aún lugar, la armadura del bibliotecario era blanca como el marfil.

El bibliotecario volvió la vista hacia su capitán, y Yousef se vio sobresaltado por los profundos ojos rojos que lo examinaban, como identificando al visitante, o leyéndole el pensamiento. El bibliotecario relajó los hombros, se irguió y empezó a hablar:

-Mi señor, a la Navegante le está pasando algo- Asmodeus escupió al suelo y respondió por su líder:



-Ah, no lo sabíamos, solo habíamos venido a ver tu fea jeta- sonrió con su propio chiste. Yousef intentó calmar los ánimos con su autoridad:

-En realidad nos preguntábamos que hacia aquí…

-Oh- el psíquico le dedicó a Asmodeus otra sonrisa- tan solo había predicho que Asmodeus venía aquí, y venia a ve su inenarrable faz.

-¿Eh?

-¡Alto!- interrumpió el capitán- Mientras yo siga siendo el líder de esta compañía, nadie hará desmerecer mi autoridad. Así que, vosotras dos, relajad los ánimos y ocupémonos en el trascendental hecho de que cojones está pasando aquí

-Sí. Mi señor- dijo Uriel- de hecho, había acudido aquí porque algo le está pasando al a Navegante.

-Pues, la solución es fácil. Abre la puerta- dijo Asmodeus

-¡No! Si la abres, te arriesgas a quedar petrificado.

-Petrificado del horror me dejas. ¿Y qué hacemos pues?

-Esperar…

-…

Y así los tres marines se quedaron en la puerta, esperando.

Y pasaron las horas…

……………………………………………………………………..

La nave sufrió una sacudida. Tras aquello, volvió a cierta estabilidad, con lo que Yousef supuso que habían debido salir de la disformidad. Aquel hecho quedó confirmado por el segundo de abordo tras un mensaje a través del comunicador. La puerta se abrió, y Yousef, seguido de cerca pro Asmodeus y Uriel, entró en la sala, solo para hallar delante suya el cadáver de la astrópata…



…………………………………………………………………..

-¿Qué ha debido de pasar? ¿Algún horror desconocido?

-No…- Ypusef frunció el entrecejo- Mira la apertura lateral. Se ha suicidado. Con esa pistola

¡CRACK!

-Sabía que debimos haber entrado…- gruño Asmodeus

-Es tarde para lamentarse- afirmo Uriel. Luego activó el comunicador para transmitir un mensaje al puente de mando:- Aquí Uriel, de los Lobos Lunares. Repito, aquí Uriel, de los Lobos Lunares. ¡Joder, si estamos al lado!

-Aquí Nithael. ¿Se puede saber qué coño pasa?

Yousef agarró súbitamente el comunicador y dio la respuesta al astartes:

-Aquí Yousef, capitán de la XX Compañía de los Lobos lunares. La Navegante… ha muerto. Creemos que se ha suicidado

-…

-Vaya…- empezó a decir Asmodeus con una sonrisa infantil en su rostro- ¿Parece que vamos a tener que quedarnos durante un buen tiempo en ese planeta, eh?

…………………………………………………………………………..

-¿Cuál es su teoría señor?- preguntó el almirante al marine.

Ulial bajó la cabeza mecánica para ver más detalladamente al tenaz humano. Parecía muy nervioso, pero la mente mecanizada de Ulial no acababa de entender el porqué. Ya habían salido de la disformidad, ilesos y sin bajas… relevantes. Tan solo lamentaría la pérdida de la adepta Curt, no había tenido tiempo para conocerla mejor. Sus vocalizadores emitieron algo parecido al habla humana:

-¿Teoría? Hay muchas probabilidades. Pero hay un hecho: la Navegante nos ha conducido al sector del espacio requerido, y luego, una vez en el espacio real, según parece se ha disparado a sí misma.

-Pero… ¿Por qué ha podido suicidarse?- los ojos rojos de Ulial parecieron parpadear durante un breve instante para luego devolverle la mirada al achaparrado militar

-Error. Razón no encontrada. Error 404.

-Entiendo… Comuníquele al capitán que vuelva al puente. Estamos en el rango de alcance del planeta estimado, tal y como se calculó.

El intercomunicador soltó un chasquido, y pudo oírse la voz de Yousef a través del artefacto.

-Dime ¿Hay avistamiento del enemigo?

-Si, señor.

Las puertas se abrieron y el fornido marine espacial irrumpió en el puente.

-Déjeme verlo por mi mismo…

Echó a un lado a Ulial, y vio por sí mismo la superficie del planeta. Según la imagen holográfica, había una gran flota revoloteando en círculos perfectos la órbita del planeta objetivo. El enemigo, al parecer, eran eldars, pero no eran los eldars habituales. La apariencia puntiaguda y siniestra de las astronaves enemigas indicaban que se trataba de una variedad de eldars. Pero seguían siendo xenos, y tal y como La Verdad Imperial les había enseñado…

-Purgad al alienígena

Todos los tripulantes se pusieron en marcha para poner en funcionamiento el armamento principal de la barcaza, y desactivar el campo Geller. Cuando la barcaza intentó contactar con el resto de la flota, se dieron cuenta de que esta todavía no estaba allí. Debía haberse quedado en la disformidad…

Bueno, daba igual, ya que el tamaño de la flota alienígena no era rival para los cañones de laChica de Hierro, crucero de honor de la Vigésima Compañía.

Los xenos, desconocedores de las tácticas de combate espacial, se dedicaron a rodear en círculos la nave mientras le iban bombardeando con los rayos verdes de sus naves. LaChica de Hierro, impertérrita, siguió disparando a ágil enemigo, y pese a su velocidad, los cañones de batalla no fallaban ni un solo tiro, ni desperdiciaban munición.

La batalla había llegado a un grave punto muerto, en el que todo era una cuestión de que era más poderoso, si la resistencia del crucero humano, o la velocidad de las pequeñas naves alienígenas.



Pero Yousef no estaba para elegancias de guerra. Tenían que purificar al enemigo. Ordenó a los oficiales de la nave acercarse lo suficiente a la atmósfera como para poder soltar las cápsulas de desembarco, y las nuevas Thunderwanks llenas hasta los topes con todos los marines de la XX Legión. Los únicos astartes que permanecieron en el espacio fueron Ulial y un par de escuadras.

No merece la pena describir los ritos de batalla. Ni tampoco la marcha silenciosa de las máquinas de guerra humanas a los transportes orbitales. Como tampoco vale la pena mencionar a los que murieron intentando atravesar la capa de oxígeno terrestre. En la historia, solo importan los supervivientes…

CAPÍTULO I: PURA RUTINA
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¿Sabes? Amo a la muerte. Elimina a los impetuosos, a los tiranos, mata a los alienígenas que me atormentan…

Lamentablemente, no es un amor correspondido

Anónimo, Era Antigua

-Y que crees que serán?

La pregunta apenas incomodó al grupo. Yousef, Asmodeus, Nithael y Cogateel le devolvieron la mirada a Ningitsu. No parecieron ni siquiera un poco impresionados, pero aquella pregunta solía acudir a sus mentes cuando los informes de exploración eran tan escasos. Yousef miró al oficial de comunicaciones con un deje de cansancio, y respondió con cierta vehemencia:

-Sea lo que sea, creo que no nos han detectado…aún. El bombardeo sobre las posiciones enemigas ha debido de empezar hace poco más de cinco segundos.

-Sea lo que sea,- replicó Asmodeus- espero que muera

-Tan chistoso como siempre, Asm- contestó divertido Cogateel. Al hablar, su ojo cibernético recorrió el diámetro de la cápsula, buscando… ¿Qué?

-No sé a qué viene tanto misterio- dijo Nithael, visiblemente molesto- sabéis perfectamente que nos enfrentamos con eldars, y…

-Ah- interrumpió bruscamente Asmodeus- Eso es lo que ves, pero ¿Y si nos enfrentamos con humanos que han robado naves xenos? ¿Y si nos enfrentamos a unos humanos que han visto más ventajas en utilizar naves xenos?

-Oh- se burló Yousef- Asmodeus, ¿Estás filosofando?

El grupo soltó algunas risillas a costa del veterano. Ningitsu, aún inquieto, siguió con sus preguntas:

-Pero… ¿Y si tienes razón? ¿Y si son humanos inocentes?

-Bueno…- respondió Asmodeus- Si son humanos, el hecho de utilizar naves xenos hace que dejen de ser inocentes…

-A callar, nenas- dijo Yousef- Nos acercamos a la superficie terrestre. Nithael, quiero que hagas una evaluación del terreno. Cogateel, quiero que tú y Asmodeus mantengáis distraídos al enemigo. Ningitsu, tú te quedaras en la reserva, y ayudaras donde haga falta. Yo despistaré al enemigo arrojando granadas, y ejecutaré un plan más viable. Una vez en tierra, quiero que vayamos reuniendo inmediatamente a toda la Compañía, así que buscad algún punto de reunión. Pelead con todas vuestras ganas, panda de malnacidos, pro que hoy ¡Venceremos! ¡Por la Verdad Imperial!

La cápsula dio fuertes tumbos, y llegó finalmente a tierra con un aterrizaje que forjó de inmediato un cráter en la superficie del planeta. Las compuertas de la cápsula se abrieron rápidamente, y todos los astartes desactivaron los cierres de sujeción.

-¡Cargad!

Los humanos dotados genéticamente salieron de sus cápsulas, para a continuación buscar cobertura. Obviamente, los xenos no debían esperar su llegada, ya que apenas recibieron fuego de contrarespuesta. Cuando salieron de la cápsula, buscaron cobertura entre las ruinas de un vehículo eldar destrozado, mientras disparaban con furia.

Estaban en un desierto. Dos soles asomaban por el horizonte, uno rojo y otro azul, pero cuyos efectos solares hacían que la visibilidad fuese similar a un planeta terrestre. Yousef se extrañó, ya que si uno de los soles era azul, lo normal era que su visibilidad fuese diferente, pero al final pensó que aquello debía ser obra de los xenos.

En el cielo, más cápsulas y naves de desembarco aterrizaban alrededor del perímetro preestablecido en la órbita. La escuadra de mando del capitán había aterrizado a unos cincuenta metros del punto de reunión, y a medida que las cápsulas iban descendiendo, más vehículos erraban de destino.

Mientras disparaba a las filas enemigas, dio gracias a los dioses de su infancia por donarles aquella cobertura. El paisaje era totalmente desértico, y de no haber pillado por sorpresa al enemigo, habrían tenido que pelear a pecho descubierto, lo cual no era recomendable ni siquiera para un humano modificado como él.

Asmodeus disparó con su pistola, y un vehículo xenos de morro alargado cayó al suelo, con una herida donde el lobo le había impactado. Otra escuadra de eldars decidió subir a un vehículo, y desde ahí, con la artillería del vehículo a mano, dispararon a la posición de los Lobos Lunares. Un mástil de las ruinas voló por los aires, y Cogateel se retiró momentáneamente, con una herida sangrante en el hombro izquierdo.

Asmodeus volvió a asomar el culo para disparar de nuevo al nuevo vehículo, pero los xenos fueron más rápidos, e inmediatamente nada más salir tuvo que volver a su agujero debido a la andanada mortífera dirigida hacia él. Yousef indicó a su escuadra disparar a los tripulantes de la nave.



Sacó su cabeza apenas lo suficiente como para ver el vehículo xenos, memorizó, y ocultó la cabeza. A continuación, sosteniendo el bolter, lo apoyó en dirección a los pilotos, cuya posición había aprendido, y se puso a disparar. Disparó durante cinco minutos, manteniendo la cadencia de disparo, y recargando su arma de proyectiles. Cuando volvió a asomar la cabeza, vio no sin disgusto que los xenos, pese a perder los pilotos, habían vuelto a poenr otros. Aquello significaba que cualquiera estaba dotado para tripular.

Cuando otra placa de las ruinas voló por los aires tras otra descarga del vehículo, a Ypusef se le ocurrió una idea. Comunicó su estrategia por los comunicadores, y procedió a proceder. Empujó una placa de las ruinas con todas sus fuerzas. Poco a poco, la placa fue moviéndose, en dirección a los eldars, y cuando oyó el dulce sonido de la placa resistiendo el embite de los disparos soporíferos, no pudo evitar sonreír. El resto de su escuadra procedió a hacer lo mismo, y todos avanzaron, hasta Cogateel, usando a las placas como escudo mientras iban caminando. Oyó una explosión, y el comunicador de Ningitsu se cortó. Sería vengado…



A continuación, los alienígenas hicieron lo que Ypusef esperaba. Desenvainó la espada, y se apresuró a correr a su retaguardia para subir al silencioso vehículo xenos, que se había movido detrás suya para disparar mejor.

Pese a que el vehículo se elevaba sobre el aire, para un astartes como el no fue excesivo problema saltar y amarrarse a la proa del barco, mientras disparaba con el bólter. Un xenos cayó víctima de sus disparos, mientras otro corría la misma suerte cuando Nithael subió a la nave, pero cuando Asmodeus y Uriah saltaron a la nave, los alienígenas ya habían aprendido la lección y se habían pertrechado. Tendrían que llevar la pelea al cuerpo a cuerpo.

Rugió el grito de guerra de la legión, y cargó, espada por delante, sujeta pro sus dos manos. Hizo un arco en el aire con la espada, y la sacudió para intentar matar a su contendiente, pero este fue más rápido y se echó a un lado. A continuación, disparó a bocajarro a la cabeza de Yousef. Durante un momento, el astartes estuvo a punto de titubear, ya que los sensores de su casco estuvieron a punto de volverse locos, pero negó a su enemigo la oportunidad, y cargó de nuevo. Al parecer, debido a la sorpresa, pudo ensartar sin problemas al asqueroso xenos, con un rictus eterno de sorpresa en su rostro.

Más disparos rebotaron contra su hombrera, y Yousef se volvió para cargar a la dirección de donde provenían los disparos. Sin embargo, antes siquiera de terminar de nadar, notó algo en la pierna, para inmediatamente después caer al suelo estrepitosamente. Se quitó el casco, y vio un látigo amarrándole la pierna, y detrás del látigo, un xenos envuelto en armadura negra que se descojonaba de risa. Yousef agarró el látigo, y lo trajo hacia él. El xenos, que no era tonto, abandonó su látigo y desenvainó su espada, una espada brillante como la luz de la luna.



Las espadas entrechocaron dos veces. El humano volvió a acometer con la espada, pero el eldar le esquivó sin problemas, y clavó su espada en un hueco de la servoarmadura. A pesar de que de la herida salía sangre roja como uno de los dos soles, el capitán volvió a cargar. El eldar se puso a la defensiva, y esquivó o bloqueó todos los ataques sin excesivas dificultades. A pesar de todas las maniobras de esgrima de Ypusef, su enemigo esquivaba todos sus ataques como si llevase haciéndolo toda su vida. Si seguía así, acabaría cometiendo un descuido y el eldar lo mataría, así que decidió llevar a cabo el juego sucio.

Como estaba sin casco, escupió al eldar. Obviamente, su oponente no tuvo problemas para esquivar el escupitajo, ni tampoco para bloquear el espadazo del Lobo Lunar, pero este último no desaprovechó la distracción, y le dio una patada. Mientras su enemigo caía dos metros más adelante al suelo, justo junto a los pilotos, Sathis desabrochó de su pierna el látigo, lo hizo restallar, tal y como hacían los amos en su pueblo, y lo lanzó en dirección al eldar, atrapándole una mano. Lo siguiente que tuvo que hacer fue traer con el látigo al eldar, para a continuación matarlo. Y aun así, aun muerto, su rictus era de la más pura arrogancia.

Cuando hubo matado al paladín, Yousef se detuvo para observar durante unos momentos sus alrededores. Sus camaradas no estaban en la nave. Y los pilotos tampoco. Antes de poder pedir siquiera ayuda, la nave, sin su capacidad de gravitar, se cayó al suelo.

En ese momento, la situación se le echó encima, literalmente.

Por fortuna, consiguió encontrar un recoveco, pero las alarmas de la armadura se dispararon, emitiendo molestos pitidos en los tímpanos, signo de que la nave estaba aplastándolo con su peso. No hacía falta ser un genio para saber que tenía que salir de ahí, pero ¿Cómo? Pero eso no era así. Su avanzada mente, modificada genéticamente, ya había gestado un plan. Sacó todas las granadas de la cartuchera, las activó a la vez (No preguntéis…) y las lanzó lejos, todo lo que pudo, para que rebotaran, y cayeran en lo que debía ser el centro del vehículo.

Lo siguiente que pasó fue muy rápido. Las granadas estallaron, casi conjuntamente, a escasos cinco metros del marine espacial (incluso diría tres), y la explosión cegó durante quince segundos a Yousef. No solo eso, sino que las esquirlas se le clavaron en su cara, y el fuego de la explosión roció por completo su desgastada armadura. Pero sobrevivió, y según el sonido que pudo escuchar, la nave se había levantado ligeramente.

Entonces, Yousef, a ciegas, corrió con todas sus fuerzas al punto contrario de la nave, y todavía cegado, pudo oír detrás suya a la nave cayendo al suelo. Había debido salvar el culo por apenas unos pocos pelos, pero estaba muy herido. Cuando recuperó su vista, vio que la sangre había dejado de manar, pero su armadura seguía en estado lamentable, y no solo eso. Buscó un refugio en el vehículo xenos, para cubrirse, y verse la cara en un espejo. El espectáculo era lamentable.

Tenía media cara destrozada casi por completo. Los pocos pelos que había tenido en la cabeza habían desaparecido. Su perilla de color negro estaba chamuscada, los labios eran de color negro, y sus ojos tenían un brillo casi cadavérico. Como su metabolismo avanzado todavía no había cicatrizado las heridas, Yousef comprendió que necesitaría algún ajuste mecánico en el rostro. Por lo menos ahora era tan apuesto como Asmodeus.

En esas estaba pensando, cuando pudo percatarse de la presencia cercana de sus hermanos de batalla. Su presencia fue confirmada cuando oyó, a través del estruendo de la batalla, un gruñido familiar:

-¡Niña! ¡Deja de peinarte y ven aquí a pelear de una jodida vez!

Yousef, ya repuesto, enfundó su espada, y preparó de nuevo el bólter. Salió de la cobertura, y se dirigió en dirección a su escuadra de mando, que había formado un perímetro circular alrededor de los restos. Asmodeus reía como un condenado mientras los proyectiles bólter de su arma se estrellaban contra los cascos del enemigo y derramaban sangre por doquier. Cogateel, frío y reservado, abatía uno a uno, metódicamente, a todos sus enemigos, mientras, en el flanco, Nithael gritaba “¡Por la Cruzada!” y disparaba sendos misiles con su lanzamisiles. Pudo comprobar que, efectivamente, Ningitsu había muerto. Escupió saliva corrosiva al suelo arenoso, y se unió a la acción. Cogateel aprovechó la irrupción de su superior para retirarse de la línea de batalla para que Nithael revisara una herida que tenía en el hombro. Los eldars empezaban a batirse en retiraa, hacia una estructura triangular, donde todos se estaban empezando a reunir. Mientras, en el aire, las motocicletas aéreas tenían entre manos una verdadera danza de muerte, tan rápida que era difícil de seguir con la vista.

Reposaron entonces, y Yousef ordenó a todos los sargentos atacar al unísono el templo. Había sido una chapuza de aterrizaje, y el ejército estaba disperso por todo el desierto como miles de hormigas correteando por la hierba. Mientras ordenaba a través del intercomunicador las estrategias a seguir por todas las escuadras, Nithael le revisaba las heridas. Cuando hubo terminado de hablar, el apotecario le miró, claramente sorprendido:

-Mi señor, no puede usted pelear. Debería volver de inmediato a la flota

-Si, tienes razón, debería- afirmó Yousef. Nithael sonrió, y empezó a darle recomendaciones:

-Muy bien. Tiene la visibilidad claramente dañada, por lo que podría usted verse en problemas a la hora de un ataque nocturno, o si se expone a una luminosidad excesiva. Sus cicatrices son demasiado profundas, y su metabolismo tardará por lo menos décadas en cicatrizar y curar todas las heridas por completo, así que mientras tanto, Ulial puede instalarte en el cerebro un dispositivo 311 que le permita a su vista ser más receptivo.

-Nithael- empezó a decir, divertido, Asmodeus- El capitán te ha dicho: “debería”. Primera persona del condicional del verbo gótico deber.

-No estará pensando…- replicó Nithael- ¡Señor, sus heridas son demasiado profundas!

Yousef se levantó, y respondió tajantemente mientras caminaba:

-Lo serán… cuando muera. Todos a sus puestos, atajo de vagos

-Así se habla... CaraNoche- dijo Asmodeus, con su sonrisa tan lobuna

Cogateel, ya recuperado, se dirigió verbalmente al capitán:

-Señor, no he podido evitar escuchar y… ¿Qué vamos a hacer nosotros?

-Buena pregunta, Cog. Como habéis podido oír, Uriel va a entrar por la puerta grande, con toda su artillería.

-¿Y nosotros?- Obviamente Cogateel parecía furioso por la meurte de Ningitsu. Por la manera despectiva en que miraba a Yousef, era obvio que lo consideraba como el culpable

-¿Nosotros? Haremos de comadrones, y sacaremos a nuestros hijitos… por la retaguardia…

……………………………………………………………

-Maldita sea… este plan no tiene sentido alguno…

-Gracias, capitán Obvio. Sin ti, la vida sería más divertida…

-Que te den, Asmodeus…

-Oh, darme me dieron. ¿Sabes que es lo que echo de menos en momentos como este?

-¿Qué?

-Una cama, una puta y mi polla entremedias

-Por dios ¡Asmodeus! ¡Han pasado 200 años! ¿Todavía recuerdas esas cosas?

-Hay cosas que no se olvidan. Follar, vestir, hablar, matar… Si quisiera olvidarlas, no podría. Está en mí ser.

-Añade una cosa más: ser un cabronazo molesto

-Oh, vaya, lo siento mucho. ¿Sabes una cosa? Me recuerdas a una bruja xenos. Ella me dijo más o menos algo parecido

-¿Qué le pasó?

-Era un rehén

-Entonces… ¿No la mataste?

-Oh, por supuesto que lo hizo. Asmodeus no solo mató a aquella bastarda malnacida, sino que luego se tiró tres horas escupiendo sobre el cadáver para no dejar pruebas

-Eso es mentira. En realidad tan solo mee.

-Da igual. El caso es que el viejo Hfresto estuvo a punto de echarte de la compañía…

-Vaya, vaya, así que… ¿Tenemos entre nosotros un malnacido, un bastardo, un bárbaro contrario a todo? Ya me advirtieron en el culto

-¿El culto, eh? Hace tiempo que no me paso por allí. Y todo por que se me olvido la contraseña…

-¿Y yo que sé?

-Voy a matarlos a todos, por el Emperador…

-¿Por el Emperador?

-Si. Mi dios en las estrellas me ayudará en esta misión. Mataré a los xenos por él, y vengaremos a Cogateel en nombre del Emperador.

-Eh, eh, eh. Para, chico. Vas muy lejos. El Emperador no es un dios. Es solo un hombre. Un hombre magnifico, el mejor jamás conocido, pero es un hombre,, o en algún momento lo fue.

-¡Calumnias! El Emperador es nuestro dios. Vela siempre por nosotros, y nunca comete errores…

-Disiento sobre eso. El Emperador comete errores. Mira los cultos: el Emperador se opone a ellos, pero en realidad son muy buenos, y tú mismo lo sabes. Además, cometió también un error en Nikae…

-Bah, eso no es verdad

-Claro que si, ¿A que si, CaraNoche?

-Asmodeus…

-¿eh?

-Calla. Salid de las placas. Ahora.

-Bien.

-¡Esperad! Antes he de deciros… Esta no es una batalla normal. Esto es serio. Tenemos que darle a Cogateel el entierro que se merece.

-¡Rodeado de enemigos muertos!

……………………………………………………………….



Los cuatro astartes salieron rugiendo de sus escondrijos, y apartaron las placas eldar para cargar a la puerta trasera del edificio. Les siguieron otros veinte soldados, formando así una modesta escuadra, suficiente para la misión. Era un templo alto y esbelto, con joyas y gemas alienígenas por toda su estructura. Antaño bellas esculturas estaban diseminadas por la entrada. La estructura, por lo que parecía ser, debió ser antaño algún templo de sacrificios o algo así.

Por lo que se veía, o por lo menos oía, las fuerzas alienígenas estaban demasiado ocupadas con el ataque frontal. En su arrogancia, habían ignorado la puerta de atrás, o tal vez no supiesen siquiera de su existencia, cosa rara.

La puerta era estrecha, y por ella solo cabía un marine, y casi a rastras. Parecía más un túnel de escape que otra cosa. Así que uno a uno todos los marines fueron entrando por la obertura, y cuando hubieron pasado apenas cinco minutos toda resistencia de retaguardia había sido aplacada, y veinticuatro marines sedientos de venganza se abrían paso entre los escombros.

Yousef tuvo que admitir que de momento estaba resultando demasiado fácil. ¿Donde estaba el enemigo? Había creído que los xenos se habían refugiado en aquel templo como última alternativa, pero solo un estúpido dejaba el culo a descubierto, y los xenos no eran estúpidos. Si no, que se lo dijesen a Cogateel. Entonces, ¿Qué…?

Entonces comprendió. Rugió una orden de tirarse al suelo, pero ya era tarde. En unos pocos segundos diez minas escondidas y repartidas por el suelo explosionaron, destrozando escombros y partes orgánicas por igual, y antes de que Yousef se diese cuenta, ya estaba tirado en el suelo. Como estaba prácticamente indemne del ataque, pudo levantarse para constatar la situación. Todo el mundo estaba tirado en el suelo, algunos para no levantarse jamás. Hizo mensajes pro el intercomunicador, y tan solo una docena de almas dio señales de vida. El resto de la escuadra había muerto

¡Emboscada!

Ordenó a gritos establecer un perímetro de defensa. Algo les estaba acechando. A través del comunicador pudo oír gritos de dolor, así que apuntó el bólter a las sombras, para hallarse con tan solo un rastro de sangre. Escuchó más gritos, pero cuando se dio la vuelta, ya no había nadie.

Tap, tap, tap, tap, tap

Estaba solo. Gritó a Ordensteil y a Hrug volver a sus posiciones, pero no emitían señal alguna. Sus marines, apuntando a la oscuridad, siguieron impávidos. Entonces, oyó a través del comunicador:

-…

Podía oírse un gorgojeo sobrenatural. Entonces empezó a hablar una voz proveniente de la ultratumba, que produjo un agudo quejido. Los tímpanos de Stahis sufrieron ante aquel sonido tan brutal, pero cuando terminó, entonces la voz habló:

- Estáis… muertos…

Inmediatamente Jules empezó a disparar frenéticamente a la oscuridad, pero tan solo consiguió malgastar munición. El resto de los marines se mantuvieron con los bólteres en liza, esperando a la llegada del enemigo. Entonces, Yousef ordenó a Jules que volviese al perímetro. Los disparos pararon, y Jules volvió, pero solo de cabeza para arriba.
CAPÍTULO 2: VERDAD DESPECHADA


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Yousef inspiró aire, para luego soltarlo en una bocanada de aire, que se sumó al humo incansable que salía del templo eldar. Dedicó a la estructura una última mirada, para volverse hacia sus compañeros. Todo el mundo, desde Cogateel, nervioso en su armadura, como Asmodeus, nervioso sin armadura, le lanzaba miradas cargadas, no solo de reproche, sino de espera. A pesar de los años, a pesar de las batallas, seguían menospreciándolo, y aquel día no sin razón.

¿Espera de que? La batalla había acabado. Fin. No sabía qué rayos podían esperar en aquellos momentos… Salvo más muerte. El enemigo había vuelto a sus odiosas naves, y había huido, y los humanos acababan con la sensación de haber malgastado sus recursos inútilmente, entre ellos, la vida del propio Uriel, por no hablar de Ningitsu. Los dos habían muerto, a millones de años luz de su planeta, y aún así lo habían hecho con honor.

Pero Sathis sabía que alguien tenía que pagar por aquella inútil batalla. El General Melchrius había atacado demasiado pronto, y su ejército habría quedado sumido en una sangrienta masacre de no ser por la intervención de los marines, y por la repentina huida fantasmal de los xenos. Bueno, al espacio no irían ya que su flota había sido completamente destruida. Podrían exterminarlos uno a uno…

……………………………………………………..

Yousef miró con cierto asombro la improvisada tienda. Se trataba de una especie de carpa metálica montada sobre la marcha, pero que aún así podía llegar a convertirse en un búnker. Según su evaluación exterior, la carpa podría resistir un asedio prolongado, lo cual significaba que tendría algún tipo de doble uso…

Entró en la cúpula, y con asombro comprobó que entraba sin apenas problemas. Al contrario que otras estructuras humanas, aquella parecía pensada para marines. Incluso había una mesa redonda, con sillas de patas de acero puro sobre las que se sentó Yousef. Casi parecía que Melchrius estaba esperando el deshonor que estaba a punto de otorgarle. Cuando pensó en el estúpido capitán, cerró los ojos y apretó los dientes. Al menso treinta valerosos marines habían caído bajo fuego enemigo, a cambio de tan solo el doble de enemigos, y todo ello para salvarles el culo a unos reclutas que no sabían ni manejar una escopeta.

Se detuvo entonces a pensar. Tal vez parte de la culpa era suya. Tal vez tendría que haber planificado más antes de enviar a sus hombres a un destino incierto. Pero, no, había mordido el anzuelo, y Ningitsu ya no volvería a cantar canciones incorrectas sobre humanos y xenos. El tendría que sufrir también alguna reprimenda, y si era necesario, descendería de grado de buen gusto. Sin duda, habría sido el capitanazgo más corto de la historia, pero era mejor cortar de cuajo su carrera como líder que dejarlo seguir mandando y malgastando hombres.

Era lo mejor para todos.

En esos momentos, una fría sombra le oscureció la cara. Por un momento, horrendas imágenes sobre ojos verdes le vinieron a la cabeza, pero se tranquilizó cuando vió que los ojos que lo miraban a través de la oscuridad eran unas tímidas lucecillas rojas, propias de un escribano. El escribano, temblando, se fue a una esquina, mientras lo miraba fijamente con sus ojos mecánicos.

Entonces entró ella.

Era una mujer. Vestía una enorme gabardina negra que le ocultaba todo su cuerpo, aunque cuando caminó hacia él pudo oír unas botas de suela metálica pisotear el suelo, y el tintineo de unas cadenas, bamboleándose en las caderas. La gabardina negra no dejaba entrever nada, y el rostro de la misteriosa mujer estaba tapado casi completamente por un sombrero de pico largo. Algunos hilillos de pelo negro le caían por el cuello, y un ojo completamente biónico lo examinaba profundamente. Aquel ojo le trajo malos recuerdos.

Pero, aún así, reparó en el detalle más importante…

-¿Dónde está Melchrius?

Una voz suave como el viento de verano y dura como el hielo le respondió tajantemente mientras se sentaba en la mesa, enfrente de Yousef:

-Ha sido relegado por incompetencia- Aquello era extraño, pero Sathis se alegró de que aquel incompetente general estuviese fuera de la órbita militar. Mientras, la mujer alzó el sombrero, para mirarlo con su ojo sano, un ojo de destellos verdes:

-¿Condiciones?

¿Condiciones? Era demasiado pronto… Aún así, respondió:

-Las estándar de una conquista de esta envergadura. Tendrán que elegir entre colonia o… muerte

Ante aquella última palabra, la mujer sonrió. La sonrisa se desvaneció cuando siguió hablando:

-Obvio, ¿No? Los gusanos escogerán vivir bajo sus botas. Pero… bajo que condiciones?

Mientras hablaban, el escriba iba anotando en un pergamino el acta de la reunión. Yousef, con la sorpresa ya pasada, se dejó llevar por el ritmo de la conversación:

-Nueve de cada diez trabajarán en los campos de cultivo.

La mujer volvió a sonreír:

-Eso ya lo hacen

-Entonces, ocho de cada diez trabajarían en las fábricas, y los dos restantes, deberían morir. Así, cada año, tendrían que otorgar un diezmo anual en vidas. No podemos dejar que la población aumente…

La sonrisa seguía ahí, y ahora la mujer hablaba casi irónicamente:

-Original. Lo apuntaré para la próxima. Escrithius, ¿Has oído?

El escriba no respondió. Abría la boca, pero no decía nada. El astartes entendió que el humano no podía hablar, ya que no tenía lengua, así que solo podía gesticular. Esta vez, la mujer le dedicó al hombre rechoncho una sonrisa tan siniestra que hasta a Yousef se le helaron los huesos, y, sin levantarse de su silla, la mujer habló hacia su escriba:

-¿Lo has apuntado?

El escriba movió, asustado, la cabeza de un lado a otro. No hacía falta ser intérprete para ver que el escriba estaba negándose, y señalaba su pluma, totalmente seca. Ahora la voz de la mujer se convirtió en una firme promesa de muerte hecha palabra:

-Oh, ¿No tienes ya con que escribir? Pues...- sacó de la gabardina una pistola de dos cañones, y con ella disparó a la pierna del escriba. Nada más recibir el impacto, el ser cayó al suelo, llevándose las manos a la rodilla lisiada, mientras la voz cruel de la mujer seguía resonando en la sala-Ahora si. Escribe, y si se te vuelve a secar la tinta, creo que puedo apuntar mi pistola a tu pene, y entonces podrías escribir tu testamento, ¡Inútil!

Se volvió a Yousef, al que le dedicó una cálida sonrisa:

-¿Por dónde íbamos?

……………………………………………………………..

Ulial observó con algo parecido a la curiosidad las imágenes hológraficas que tenía enfrente suya. El resto de la flota ya había llegado, pero no en un estado óptimo. Todas las naves parecían tener signos de una reciente batalla, lo cual le hizo pensar a Ulial que sin duda habían debido sufrir una emboscada.

Las naves se fueron acercando. Se dirigían hacia la atmósfera con gran rapidez. Ulial abrió un canal de transmisión con la flota.

Los controles de comunicación siendo tecleados repetitivamente fueron la última cosa que vio Ulial con vida.

………………………………………………………………………………



-Bien, creo que eso es todo.

La mujer hizo llamar al escriba, quien acudió en pos de su mayor con la rodilla aún sangrando. Cuando le entregó el papiro, la mujer pareció mirar a su alegado con profundo y fingido disgusto:
-Escrithius… sabes que no me gusta esperar… Y sabes lo que pasa si tardas tanto…

Lo siguiente que vino fue muy rápido. En apenas dos milésimas de segundo, el escriba yacía muerto sobre el suelo, y la mujer ya se estaba guardando su pistola de nuevo. Cogió el papiro y lo rompió en mil pedacitos. Yousef protestó vehementemente:

-¿Pero qué haces, mujer? Tu camarada… los términos de rendición..

La mujer apuntó con su pistola al entrecejo del capitán:

-Cuatro cosas: Una, Me llamo Isabella. Disgustada de conocerte. Dos, Escrithius nunca fue mi camarada. Puagh, la sola idea me repugna. Tres, no nos vamos a rendir. Cuatro, dentro de cinco segundos, voy a recibir otra medalla al honor por matar al mismísimo general de las fuerzas heréticas. Muere con ello.

Yousef, enfurecido, se levantó rápidamente de la silla, y dejó que las balas de la pistola rebotasen en su armadura. La mujer siguió apuntándole a la cabeza, pero el marine siguió hablando, intentando imponerse a la situación:

-¿Cómo? ¿A qué te refieres? Somos fieles a la Gran Cruzada desde hace doscientos años…

-A mi no me engañas, lobo. La Cruzada acabó hace diez mil años. Y tu legión ayudó mucho…

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Asmodeus, flanqueado por Cruxius y Llegarion, entró en la tienda metálica después de abrirla de una patada. Cuando entró en la gran cámara, el espectáculo lo dejó patidifuso, y confundido.

En el suelo había un hombre gordo, muerto, y aún con la sangre fresca por el olor a mierda que despedía. También había una mujer desnuda, y al parecer inconsciente. Y encima, en el centro de la sala, se encontraba Yousef, que miraba al suelo cabizbajo. Asmodeus gritó de inmediato a su capitán:

-Señor, están atacando a laChica de Hierro. ¡Es una traición!

-No, Asmodeus… Nosotros somos los traidores…
EDIT: Es que yo soy más de relatos. Pero si se monta el tema, lo puedo montar, o animo a quien lo haga
Última edición por Garrac Garrak el Dom Nov 03, 2013 1:29 am, editado 2 veces en total.
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No more mutants---By Bolivar FearStyle
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pkjj
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Re: Relatos aleatorios (Warhammer)

Mensaje por pkjj »

Es extraño, pero no me había dado cuenta de que no había ningún tema de Warhammer en concreto en el foro. No se si lo había hace tiempo, pero llevo años metiendome y no me suena haberlo leido porque sino ya estaría en él escribiendo.
Está muy bien eso de relatos, pero podrías haber hecho un tema un poco más general o dos temas diferentes: Warhammer (uno) y warhammer 40000 (dos); or games workshop en general (un tema general). Con el último añadirías un par de juegos más de mesa.
Y en vez de solo relatos, poner fotos de figuras pintadas, estrategias de ejercitos, ayudas de como pintar, que ejercitos usar, que objetos mágicos poner, si existen posibilidades de alguna mini quedada... Es decir, de todo un poco.

Edit: he empezado a crear el tema de Warhammer fantasy. Tardaré bastante para que quede una portada decente.
Última edición por pkjj el Dom Nov 03, 2013 2:34 am, editado 1 vez en total.
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Enarion
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Re: Relatos aleatorios (Warhammer)

Mensaje por Enarion »

pkjj escribió:Es extraño, pero no me había dado cuenta de que no había ningún tema de Warhammer en concreto en el foro. No se si lo había hace tiempo, pero llevo años metiendome y no me suena haberlo leido porque sino ya estaría en él escribiendo.
Está muy bien eso de relatos, pero podrías haber hecho un tema un poco más general o dos temas diferentes: Warhammer (uno) y warhammer 40000 (dos); or games workshop en general (un tema general). Con el último añadirías un par de juegos más de mesa.
Y en vez de solo relatos, poner fotos de figuras pintadas, estrategias de ejercitos, ayudas de como pintar, que ejercitos usar, que objetos mágicos poner, si existen posibilidades de alguna mini quedada... Es decir, de todo un poco.
+1 A lo mejor yo me animo a crear algo, aunque solo de warhammer fantasy, porque el 40000 nunca me acabo de convencer. Si alguien se animara con él seria ideal.

Los relatos me han gustado, especialmente el segundo; básicamente por ser un poco más fluido y ameno que el anterior.

EDIT

La novela tiene buena pinta, al menos el principio del epílogo me ha llamada la atención. Y me parece muy bien que sea un tema de relatos de temática varia, aunque me sorprende que nadie haya creado un tema literario de este estilo antes.
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