Películas que vamos viendo (V)

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Shoujin
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Shoujin »

Vi la película sin saber que era tan reciente y lo primero que hice al terminarla fue buscar información, fechas de estreno y tal (existe la posibilidad de que ni la entrenen en mi ciudad). Lo único que conocía de ella antes de verla era el póster, porque todavía sigo siendo el niño de 10 años que elige los libros de la biblioteca por el color de la portada. Lo que sí no suelo hacer es cuestionar cómo ven otros películas, o mejor, cuándo. No me importa lo más mínimo ser el primero o el último en ver algo. No soy el de sensacine (y tú tampoco).

La película se estrena en dos semanas el cine. Os recomiendo a todos que vayáis a verla y que busquéis un horario tranquilo si os molestan mucho las risas en el cine. Qué pasote, de verdad.
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Kuby37
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Kuby37 »

He dicho que fue una mala decisión. Perdón por tamaña ofensa.
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jal90
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por jal90 »

Este mes voy escribiendo religiosamente mis comentarios sobre lo que veo en Letterboxd. Transcribo, que ha habido mucha cuenta pendientísima saldada:

Río Bravo (Howard Hawks, 1959)
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Me ha llevado mucho tiempo ver por fin esta Río Bravo de Hawks. En este intervalo mi relación con el western ha ido aceptando lecturas variadas, plenamente incoherentes entre ellas, que exploran el mito cinematográfico del Lejano Oeste. Personajes rudos y despiadados o líderes íntegros y faros morales, crudeza o idealismo. Todos ellos han contribuido a engrandecer el género.

Señalo esto porque creo que tendemos desde la cinefilia a tratar la anécdota de la creación de esta película como un simpático chascarrillo cuando no lo es, y es de hecho un escenario altamente reprobable. No debemos olvidar que Hawks y Wayne trataron de apropiarse del mito y que nuestro simpático Duke hizo gala de su enorme intransigencia política y cultural al llamar "anti-americana" a la obra de Zinnemann... en un contexto particular en el que podía bastar esto para ser señalado y ostracizado por la industria. No riamos las gracias a posiciones tan reaccionarias y peligrosas sólo porque nos encantó la cinta.

Porque sí, Río Bravo es maravillosa. Lo es de hecho como respuesta a Solo ante el peligro y es imposible separarla de esta circunstancia, porque antagoniza a aquella desde el primer momento. Pero trasciende más allá del pique de Hawks y Wayne con aquella obra, porque es esencialmente una película sobre un mito que se resiste a claudicar en una etapa ya tardía del género, en la antesala de las lecturas crepusculares, que sin embargo enciende una luz de esperanza y de creencia sincera en los ideales que representa.

Es por ello que sus personajes brillan en su bondad, su sentido de la justicia y su compañerismo. Por esto a la tensión silente le acompaña ligereza, confianza mutua y las formas de una buddy movie. Y por esto cuando hay un tiroteo los buenos se lo pasan en grande, porque creen en lo que hacen y los malos no tienen oportunidad frente a los lazos que se ha trabajado la historia. Es idealista y cándida con el mito del western en una época cada vez menos propicia a ello, y contagia por completo al espectador. En una escena los cuatro compañeros comienzan a cantar y evadir sus inquietudes y es uno de los mejores momentos musicales jamás vistos en pantalla; afuera, acechan los villanos esperando la menor oportunidad para doblegarles. Pero no va a pasar, porque la obra cree firmemente que no debe suceder. Otros directores habrían resuelto la escena abruptamente o habrían escalado la tensión, pero no Hawks, porque ante todo Río Bravo es una película de mensaje y absolutamente comprometida con ello.

A todo esto hay que añadirle una dirección magistral, que sabe combinar la tensión de sus secuencias y la contundencia de su idealismo para que la complicidad y la seguridad última de que todo saldrá bien no riña con el puro entretenimiento de averiguar cómo, o con la suspensión de incredulidad que acompaña a cada instante de peligro magistralmente conducido aquí. La cámara se muestra igual de segura en el silencio agobiante de una larga escena que precede al enfrentamiento entre buenos y malos como en la distensión de unos personajes que son capaces de reír y afrontar sus miedos personales con la compañía adecuada. Y vaya personajes, todos ellos creados desde una base o molde sencillos, todos ellos dotados de humanidad compleja y emocional en pantalla. Los héroes, claro, porque son los que se permiten tener humanidad. En esto consiste el mito.

Desearía, en fin, que esta obra maestra no tuviese un origen tan abyecto e intransigente, pero lo tiene y lo proclama a los cuatro vientos. Y es por él también que es tan contundentemente buena en todos los aspectos. Cosas del arte.
El desconocido del tercer piso (Boris Ingster, 1940)
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La primera cinta de cine negro puro de Hollywood según los cánones es una muy breve historia de falsos culpables y paranoias que enraiza con fuerza en la estética del expresionismo alemán; hasta tal punto que su eje central es una dilatada cadena de sueños que gritan a cámara el subconsciente de su protagonista. Con un impresionante uso de transiciones, escenarios que parecen deformarse, magnificarse y reducirse y un trabajo en la iluminación magnífico resaltando la oscuridad, el misterio y el tormento emocional de sus personajes, esta temprana película en el género ya funciona a pleno rendimiento y ofrece una intensísima e implacable hora de metraje, dedicada a despojar de romanticismo el ascenso económico y social a costa de los valores éticos, y también y muy especialmente a destruir la fe institucional en la justicia, dando pie de paso a un alegato en contra de la pena de muerte en base a la ineficacia de un sistema capaz de condenar a una persona por un testimonio circunstancial e indirecto. Tiene mala baba a raudales y un espíritu crítico que incluso sobrepasa al de otras cintas posteriores de falso culpable, muy en particular con esos significativos e irónicos planos de la estatua de la Justicia.

La película mantiene hasta su resolución el espíritu y termina en una nota baja y complaciente, pero no por ello exenta por completo de acidez y con más tela para cortar de lo habitual. No sé si se la puede considerar a la altura de los grandes estandartes del género, pero si algo se demuestra una y otra vez es que en el noir hay muchas joyas que se ocultan en las sombras esperando su oportunidad de resurgir tras haber sido relegadas a una categoría inferior. El desconocido del tercer piso es una de ellas.
Los últimos comanches (André De Toth, 1953)
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Un buen western de De Toth que echa sus raíces en la Sahara de Zoltan Korda y se convierte en una historia de supervivencia ruda, prácticamente imposible desde el inicio, y sobre todo, muy física, hasta el punto de que el espectador siente el peso de cada día sin sucumbir y el alivio milagroso de cada gota de agua. Su trama termina siendo la de una resistencia heroica como hemos visto no pocas veces en este género, pero la carga que lleva detrás, de desolación, de desesperanza y de un ambiente tan inhóspito que la muerte se convierte en el destino más benévolo, hace de esta película una experiencia asfixiante y tensa en la que simplemente encontrar una pequeña gotera se siente como la mayor liberación. Los últimos comanches es, finalmente, un ensalzamiento del heroísmo y la resistencia, pero entre tanto retrata el desierto con una crudeza implacable, y me llama la atención especialmente la recurrencia de los poblados abandonados y medio sepultados en la cinta, acentuando la sensación de derrota, de estar enfrentando a un enemigo demasiado grande. Los soldados de Nube Negra suponen una amenaza constante, pero nunca su presencia se siente tan ominosa como la distancia infinita que los protagonistas deben recorrer.

Un muy notable entretenimiento al que en mi opinión le falta exprimir un poco más de sus personajes, particularmente porque creo que pone demasiados focos a la vez y se me queda bastante a medias el rol que asume cada uno de ellos en la película, a la que considero que le falta el calado y la dimensión psicológica de la original. Sin ir más lejos, toma la muy extraña decisión de separar a un personaje del resto y establecer una narrativa paralela con él, para acabar, elipsis mediante, retornándolo de una forma anticlimática. También creo que el personaje de Barbara Hale no llega a concretar lo que quiere plantear, y es una pena porque creo que era la perspectiva que más me interesaba. En general, podría decirse que desaprovecha el jugo de las interacciones y no logra que sus personajes tengan impacto.

Siendo ése tal vez el único fallo reseñable, termina siendo un buen western, realizado con eficiencia y, aunque a la sombra de los grandes, termina calando su sufrida aventura llena de aspereza pero también de una dimensión épica, una historia de supervivencia que más que de supervivencia habla de empecinamiento en resistir.
Que el cielo la juzgue (John M. Stahl, 1945)
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Magnífica y progresivamente tensa película, con un hermoso technicolor y una historia romántica que va adquiriendo tonalidades más oscuras y desquiciadas conforme se va desarrollando.

Debo decir ante todo que me sorprende la calificación de suspense y hasta de noir para esta cinta; tal vez esa impresión tenga mucho sentido viendo hacia dónde se dirige el personaje de Gene Tierney y su adscripción a los códigos de las femme fatales obsesivas de ese tipo de cine. Y sin embargo la forma en la que ella termina haciéndose con la perspectiva de la narración revela un estudio melodramático del personaje, una suerte de terror psicológico y progresivamente disociativo en el que el punto de vista de Ellen resulta cada vez más retorcido e injustificable moralmente, pero la película nos lo continúa mostrando y continúa pasando los eventos a través de su filtro.

Creo que esto es una diferencia importante y en cierto modo también condiciona la respuesta del espectador, porque no existe una tribuna moral en su narración. La escena del lago es particularmente perversa por ese motivo: podemos enfriar la cabeza y condenar la inacción de Ellen ahí, pero ni que sea por un momento vemos ahí la solución a su angustia y entonces eso nos hace cómplices de lo que está pasando, del terrible secreto que esconde. Aunque no queramos, aunque sepamos que es un monstruo que se consume y consume a todos a su alrededor.

Ésta es una historia implacable en la que el amor de Ellen se torna en celos enfermizos, posesividad y una escalada de odio hacia todo lo que ella percibe que le aleja emocional y físicamente de su marido. Pero al mismo tiempo es una obra que baja al barro, en la que todo esto se observa desde dentro, desde una posición como espectadores que no es mejor ni más juiciosa que la que tiene ella. Por este motivo yo no siento adecuado calificar al personaje como femme fatale, ni tampoco calificar esta película como cine negro o suspense: porque en cierto modo eso nos haría creer que estamos por encima de ella o que somos víctimas de sus planes, y no que, al menos durante un instante, la frustración de ella nubló también nuestro juicio.
1984 (Michael Radford, 1984)
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No he leído la novela pero me sorprenden ciertos comentarios que hablan de ésta como una película obtusa e insondable si no conoces el trasfondo de la historia. Realmente no creo que sea difícil entenderla, si por entenderla nos referimos a captar sus líneas generales, su conflicto, el impulso vital de sus personajes y lo opresivo y distópico de su contexto. Si me preguntan por el lore profundo del Ministerio de la Verdad o por cuál es la relación exacta entre el protagonista y torturador pues no, pero de eso no va la cinta, diría.

Una buena película de cualquier manera, se siente opresiva y claustrofóbica y la ambientación gris y reprimida está muy lograda. También me encantaron las actuaciones, particularmente John Hurt realizando un tour de force desde la desidia hasta la desesperación.

Lo malo: la imaginería comunista de la obra, que me da la impresión de estar magnificada en favor de una burda apropiación neoliberal de la retórica de la ciencia ficción distópica. No impide disfrutar la película, pero sí obliga a mirarla con perspectiva y un cierto escepticismo.
Juego de lágrimas (Neil Jordan, 1992)
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Uf. Qué complicado se hace respetar esta película. O darle el beneficio de la duda, yo qué sé.

Es decir, tiene muchísimas cualidades en su presentación, está muy bien interpretada y lo cierto es que tiene algo de mérito retratar un enfrentamiento como el conflicto de Irlanda del Norte sin generar una especial simpatía por ninguno de los bandos, ni tampoco antipatía. Creo además que sobran palabras para hablar de la primera media hora, que es excelente y que además es la parte que más resuena en toda la cinta, y cuando se centra en dichos eventos y en el camino de redención/ajuste de cuentas emocional con Jody es cuando demuestra su fuerza evocadora y expresiva.

Pero también es una película repulsiva. Lo es porque para ella un trans reveal es un susto, en una de las escenas más feas que recuerdo. Y la transfobia que exuda toda ella no es menos exagerada: desde el misgendering constante a la incomodidad de Fergus cuando Dil está cerca y le da muestras de cariño, pero sobre todo porque su condición trans se convierte en tema central de la obra solamente para cuadrarlo con la trama de redención moral y emocional de Fergus. Uno puede esperar estereotipos ofensivos y un tratamiento poco sensible por la época, pero si acaso lo que propone Juego de lágrimas es más insidioso y al fin y al cabo peor, porque está realizado desde la condescendencia, desde la mirada por encima del hombro, y particularmente desde la perspectiva de que los sentimientos de Dil son subsidiarios, sirven para guiar a Fergus por el camino recto.

¿Cuánto habría cambiado esta obra si se hubiese narrado desde el punto de vista de Dil? Sólo queda aferrarse a la visceralidad fascinante de ese clímax final en el que logra someter, literal y metafóricamente, a Fergus. Qué gran película pudo haber sido.
Voces de muerte (Anatole Litvak, 1948)
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En ese travelling me maté yo.

Virgen santísima, qué historia más tensa cuando quiere y con qué elegancia visual presenta el terror y el pánico frente a una amenaza que aún no existe, pero que esperas constantemente que se materialice. Barbara Stanwyck realiza una interpretación maravillosa con un personaje que no resulta difícil odiar sobre el papel, pero que en la película te tiene y te hace sufrir como si estuvieras en sus carnes.

Voces de muerte utiliza de manera magnífica el recurso de las conversaciones telefónicas para crear tensión, porque las entiende como una forma de eliminar la inmediatez y la cercanía. El personaje de Stanwyck no pasa ni cinco minutos sin hablar con alguien, pero ella está sola, desamparada. Todos hablan de cosas que no entienden, de toda una trama que discurre paralela a su día a día y de la que nunca tuvo constancia. Litvak utiliza el motivo narrativo del teléfono para crear un doble filo desesperante entre la comunicación y la distancia física y emocional.

Es una lástima que su estructura farragosa de flashback sobre flashback termine haciendo de su eje central una losa un poco pesada, porque la cinta en sí, cuando se pone seria con ello, es una experiencia claustrofóbica que te hace anticipar algo con cada movimiento de cámara. Y cuando finalmente se decide a resolver las últimas incógnitas, lo hace con una construcción y escalada de suspense que nada tiene que envidiarle a un Hitchcock de los grandes.
Sanjuro (Akira Kurosawa, 1962)
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Una versión más cómica y desenfadada de la épica de samuráis de Kurosawa, con un Mifune espectacular que encarna de nuevo al ronin justiciero de Yojimbo, con los músculos permanentemente agarrotados y de vuelta de todo llevando él solo las riendas de un ambicioso plan de rescate. En el camino tendrá que enfrentarse a centenares de enemigos y adelantarse a sus estrategias, pero por suerte cuenta con un factor diferencial: es menos estúpido que el promedio. Por desgracia, en el promedio también se encuentran sus aliados.

Y es que Sanjuro es una oda a la incompetencia ligerísima y muy divertida, en la que un plan que debería ser imposible tiene potencial de ser pan comido gracias a unos enemigos incapaces, y un plan con potencial de ser pan comido se convierte en una liada tras otra gracias a los nueve encefalogramas planos que rodean al protagonista. Una delicia, vamos. Luego que por qué se le agarrotan los hombros.
La dolce vita (Federico Fellini, 1960)
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Una de mis grandes pendientes, cuya duración respetable siempre supuso una barrera. Lo cierto es que, aunque en algún momento puede acusarse el exceso, La dolce vita vale sus casi tres horas.

En este retrato inmisericorde del privilegio y la frivolidad, Fellini utiliza, como haría en la posterior Otto e mezzo, el avatar del genial Mastroianni para guiarnos a través de los acontecimientos. Pero el protagonista, que en aquella podría considerarse una suerte de revisión crítica autobiográfica, aquí despierta una falsa empatía, pues lo que expresa Fellini durante toda la película es rabia y asco. Por los paparazzi, por los ricos y sus fiestas denigrantes, por el fervor religioso y la hipocresía, por las miradas por encima del hombro. Por la novia de Marcello. Por todos. Y por el mismo Marcello, una lapa con las mujeres, un periodista sin escrúpulos, pero rodeado de una capa de dignidad y de autocompasión que no le salva de ser uno más en ese entorno frívolo y decadente al que pertenece.

Filmada con un gusto exquisito, su pulcritud técnica y la belleza de sus imágenes contrastan con su espíritu, pues pocas películas se han realizado que dediquen tanto tiempo y con tanto énfasis a explorar un profundo sentimiento de desprecio.
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Argon8
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Argon8 »

Capitan Pillo escribió:
Kuby37 escribió:Algún alma cándida me explica qué tiene de malo el final? A mí es que me dejó satisfecho, pero ta sabéis, soy Kuby
Espero que esto lo digas porque a ver si comiendo pollas en youtube, Netflix y HBO Sempai notice me. Porque me niego a creer que a alguien le deje satisfecho una película que ni se acaba.
Meses esperando que pidas perdón por homófobo y no solo no lo haces, sino que escribes esto dejando clara tu postura. Espero que pidas perdón por partida doble ahora. Tienes algún problema porque alguien coma pollas??? Que triste que pienses que si alguien come pollas es para llamar la atención, frase de homófobo de tomo y lomo.

A ver si los cobardes de los moderadores hacen algo, espera, eso si que es un chiste.
Capitan Pillo escribió: Pero la gestión de las emociones, la empatia o la sensibilidad, son cosas que todos deberíamos intentar progresar
Mejor chiste en la historia de pirateking viniendo de un acosador :lol: :lol:
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Capitan Pillo »

Argon8 escribió:
Capitan Pillo escribió:
Kuby37 escribió:Algún alma cándida me explica qué tiene de malo el final? A mí es que me dejó satisfecho, pero ta sabéis, soy Kuby
Espero que esto lo digas porque a ver si comiendo pollas en youtube, Netflix y HBO Sempai notice me. Porque me niego a creer que a alguien le deje satisfecho una película que ni se acaba.
Meses esperando que pidas perdón por homófobo y no solo no lo haces, sino que escribes esto dejando clara tu postura. Espero que pidas perdón por partida doble ahora. Tienes algún problema porque alguien coma pollas??? Que triste que pienses que si alguien come pollas es para llamar la atención, frase de homófobo de tomo y lomo.

A ver si los cobardes de los moderadores hacen algo, espera, eso si que es un chiste.
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Si una mujer come pollas entonces también es gay y, por tanto, homófobo usar esa expresión para referirse al peloteo y lameculismo? Ahora tengo dudas. Acláramelo multi cuentas chan.
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Rockorn »

:joint: Tenía apuntado verme Ordet (La Palabra) así que al buscar una peli en Netflix para verme en el avión me alegré de encontrar algo entre el triste catálogo que tiene la plataforma.

La peli está bien, me ha gustado, para tener la ambientación que tiene, el argumento que tiene, refleja muy bien las dudas y miedos de gente humilde que cree tener el control de su vida pero que dos golpes mal dados les dejan indefensos y sin esperanzas.

Problema que me revienta muchísimo: la famosa es la danesa de 1955, y yo me he visto por error la sueca de 1943.

¿Por qué me haces esto Netflix? Ahora me veo en la tesitura de saber que hay una versión mejor y más emblemática, pero que si me decido a verla me va a resultar repetitiva.

O sea. Tienen 3 pelis de cine clásicos mal contadas en la plataforma y van y me hacen esta guarrada. Muy mal Netflix, muy mal.

Edit:
Shoujin escribió:Como curiosidad, la mayoría de las películas de cine clásico de Neftlix son suecas. Hay alguna joyita enterrada en el catálogo que no vais a poder encontrar en ningún otro sitio.
Ouh bueno saberlo, igual así puedo evitarme otra futura inyustisia. Me pregunto porqué...
Última edición por Rockorn el Mar May 24, 2022 9:39 pm, editado 1 vez en total.
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Shoujin »

Rockorn escribió:Problema que me revienta muchísimo: la famosa es la danesa de 1955, y yo me he visto por error la sueca de 1943.

¿Por qué me haces esto Netflix? Ahora me veo en la tesitura de saber que hay una versión mejor y más emblemática, pero que si me decido a verla me va a resultar repetitiva.

O sea. Tienen 3 pelis de cine clásicos mal contadas en la plataforma y van y me hacen esta guarrada. Muy mal Netflix, muy mal.
No me esperaba este giro de guion xD.

Como curiosidad, la mayoría de las películas de cine clásico de Neftlix son suecas. Hay alguna joyita enterrada en el catálogo que no vais a poder encontrar en ningún otro sitio.
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por jal90 »

Espero que puedas ver pronto la Ordet del 55, Rock, porque es una cosa impresionante. Es una de las mejores películas realizadas sobre la fe y gente como Bergman o Tarkovsky le deben muchísimo.

Por lo que tengo entendido, la que has visto es la película más fiel a la obra original y en tono son al parecer bastante distintas, así que creo que puedes ver la de Dreyer sin problemas. Y sí, quien ha visto las dos insiste en que la del 55 es la mejor.

Ojo, que también se habla bien de la de Molander, y además la cinefilia tiene una historia curiosa con esta película, porque ahora la tenemos en Netflix a un click de distancia, pero hasta hace no mucho era una especie de Santo Grial inalcanzable e inexistente en las redes. Me acuerdo de la fiesta que hubo cuando se subió por primera vez una copia por internet, y ojo, estoy hablando de hace menos de dos años. Así que aunque parezca la versión inferior, que esté por ahí disponible lo veo como todo un acontecimiento.

Y por seguir el tema, las dos que he visto desde la última vez con sus correspondientes comentarios letterboxianos:

My Mexican Bretzel (Nuria Giménez Lorang, 2019)
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Me encantó este documental, acompañado de hermosas reflexiones del maestro Kharjappali. Es curioso cómo el peso de las decisiones vitales se puede atisbar en el rostro de Vivian Barrett, esa sonrisa a cámara que refleja todavía la duda y el remordimiento por el amor que no pudo ser. Cómo las acciones cotidianas se expresan bajo un manto de emociones e incertidumbre. My Mexican bretzel es sencillamente un conmovedor registro de una vida plena a su modo, que a través de metraje y textos encontrados ensambla los recuerdos de Vivian y los desnuda frente a la cámara.

Nunca olvidaré ese rostro, esa compostura reflexiva con la que Vivian afronta sus últimos meses de vida. Nunca una mirada al horizonte estuvo cargada de tanto significado. Es un pequeño milagro, que una cámara lograse captar la posteridad íntima de aquel momento y que hoy podamos verlo, y lo que es más fascinante, entenderlo.

¿No creen?
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Quien haya visto la película sabe lo que pretendía hacer con esta reseñita. No doy más pistas, pero los que valoráis el cine experimental y que reflexiona sobre sí mismo ved esta joya y formaos vuestras propias conclusiones.
Filón de plata (Allan Dwan, 1954)
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Una joya tensa y muy despiadada en su revisión moral de un pueblo que cae fácilmente presa de los engaños de un falso sheriff y termina participando activamente en la caza de uno de los suyos. Se plantea la duda de por qué no trata Dan de insistir más en su inocencia, al punto que parece rehuir de dar explicaciones completas a aquellos que podrían hacer algo por él. Pero entonces nos damos cuenta de que, para hacer eso, tendría que confiar en alguien. Y nadie en ese pueblo merece su confianza.

¿Nadie? No exactamente. Su futura esposa le cree ciegamente, pero su defensa tiene mucho de emoción y poco de razón. El sacerdote confía en él, pero se refugia literalmente en los cimientos de su fe. Y también está Dolly, la prostituta, aquella a quien todos miran por encima del hombro y desprecian. Una curiosa elección de abogados para su causa: ninguno de ellos ha empuñado ni empuñará nunca una pistola, ninguno de ellos será escuchado por una multitud furiosa y con sed de venganza.

Creo que Filón de plata (lástima de traducción, la verdad) es una crítica magnífica, nada velada -¿cómo decía que se llamaba el malo?- a la realidad contemporánea del maccarthismo, que se burla de la rectitud moral de un pueblo que se atreve a mirar con desprecio a Dolly pero organiza una batida para cazar sin cuartel a uno de los suyos. Es un balazo directo contra su sentimiento de justicia y su forma de impartirlo, pero sobre todo frente a su vulnerabilidad para sucumbir a un relato perverso y traicionar a Dan, creyendo además que obran en favor de Silver Lode. Blanco y en botella.

Tiene alguna imperfección, sobre todo creo que la actitud inicial del protagonista me parece demasiado artificiosa para hacer sospechar que oculta algo, como demasiado cauta y llena de miramientos. Pero es una licencia que la película se puede permitir porque baja al espectador al terreno de los habitantes de ese pueblo. Porque ése es el mensaje más subversivo de la cinta: ese pueblo somos nosotros.

Y es que Filón de plata es ante todo una película corrosiva y llena de mala leche, que expande hacia terrenos más cínicos lo que se proponía en Incidente en Ox-Bow. Al fin y al cabo, eran los tiempos propicios para eso y Dwan lo refleja con crudeza y un claro desprecio hacia las coartadas morales y justicieras de los habitantes de Silver Lode.

¿Sabéis qué es lo más irónico de todo? Que los pobres incautos creyeron las mentiras del misterioso alguacil de modos extraños y mirada asesina. Y cuando finalmente descubren la verdad, lo sienten como un golpe de realidad, como una iluminación divina... Pero la obra juega aquí sus cartas de maravilla, y es que esta revelación está sustentada en otra mentira. El telegrama real llega minutos después, pero justo ahí se acaba la cinta: para Dwan Silver Lode no merece esa redención.
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Rockorn »

:joint:
jal90 escribió:Espero que puedas ver pronto la Ordet del 55, Rock, porque es una cosa impresionante. Es una de las mejores películas realizadas sobre la fe y gente como Bergman o Tarkovsky le deben muchísimo.

Por lo que tengo entendido, la que has visto es la película más fiel a la obra original y en tono son al parecer bastante distintas, así que creo que puedes ver la de Dreyer sin problemas. Y sí, quien ha visto las dos insiste en que la del 55 es la mejor.

Ojo, que también se habla bien de la de Molander, y además la cinefilia tiene una historia curiosa con esta película, porque ahora la tenemos en Netflix a un click de distancia, pero hasta hace no mucho era una especie de Santo Grial inalcanzable e inexistente en las redes. Me acuerdo de la fiesta que hubo cuando se subió por primera vez una copia por internet, y ojo, estoy hablando de hace menos de dos años. Así que aunque parezca la versión inferior, que esté por ahí disponible lo veo como todo un acontecimiento.
Si tú lo dices me quedo más tranquilo! Le daré un poco de tiempo, de todas formas, para que repose la que he visto ahora.

Se me olvidó añadir que el papel del padre está muy conseguido, y me sorprendió saber que su actor había triunfado en el cine mudo, porque si por algo me llamó la atención su papel es por titubear y tartamudear en situaciones de enfado o de tristeza de manera muy creíble.
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por jal90 »

Rockorn escribió:Se me olvidó añadir que el papel del padre está muy conseguido, y me sorprendió saber que su actor había triunfado en el cine mudo, porque si por algo me llamó la atención su papel es por titubear y tartamudear en situaciones de enfado o de tristeza de manera muy creíble.
Entiendo que te refieres a Victor Sjöström, y sí: como director sobre todo, es uno de los grandes. Obviamente influyó fuerte en Bergman también. Creo que en Netflix están Ingeborg Holm y Había una vez un hombre, las dos son grandes películas pero la primera a mí me flipa una barbaridad, es cine social muy comprometido para la época (¡1913!) y tiene el curioso honor de haber provocado cambios en las leyes de asistencia social a personas necesitadas en Suecia. Aún así su clásico más reconocido y con toda razón es La carreta fantasma.
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Rockorn »

:joint:
jal90 escribió:
Rockorn escribió:Se me olvidó añadir que el papel del padre está muy conseguido, y me sorprendió saber que su actor había triunfado en el cine mudo, porque si por algo me llamó la atención su papel es por titubear y tartamudear en situaciones de enfado o de tristeza de manera muy creíble.
Entiendo que te refieres a Victor Sjöström, y sí: como director sobre todo, es uno de los grandes. Obviamente influyó fuerte en Bergman también. Creo que en Netflix están Ingeborg Holm y Había una vez un hombre, las dos son grandes películas pero la primera a mí me flipa una barbaridad, es cine social muy comprometido para la época (¡1913!) y tiene el curioso honor de haber provocado cambios en las leyes de asistencia social a personas necesitadas en Suecia. Aún así su clásico más reconocido y con toda razón es La carreta fantasma.
Ah que también era director?
Xdddd yo hablando de que me sorprende lo bien que titubea un para-mí-random, y Jal se conoce su árbol genealógico y la tradición cinematográfica sueca de principios del XX jajajaja hostia me voy a apuntar la de Ingeborg Holm, a ver si me la veo a la vuelta
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jal90
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por jal90 »

Rockorn escribió::joint:
jal90 escribió:
Rockorn escribió:Se me olvidó añadir que el papel del padre está muy conseguido, y me sorprendió saber que su actor había triunfado en el cine mudo, porque si por algo me llamó la atención su papel es por titubear y tartamudear en situaciones de enfado o de tristeza de manera muy creíble.
Entiendo que te refieres a Victor Sjöström, y sí: como director sobre todo, es uno de los grandes. Obviamente influyó fuerte en Bergman también. Creo que en Netflix están Ingeborg Holm y Había una vez un hombre, las dos son grandes películas pero la primera a mí me flipa una barbaridad, es cine social muy comprometido para la época (¡1913!) y tiene el curioso honor de haber provocado cambios en las leyes de asistencia social a personas necesitadas en Suecia. Aún así su clásico más reconocido y con toda razón es La carreta fantasma.
Ah que también era director?
Xdddd yo hablando de que me sorprende lo bien que titubea un para-mí-random, y Jal se conoce su árbol genealógico y la tradición cinematográfica sueca de principios del XX jajajaja hostia me voy a apuntar la de Ingeborg Holm, a ver si me la veo a la vuelta
Yo lo conozco más como director, de hecho xD
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por jal90 »

Vamos con un neoclásico (¿?) denostado:

Manhattan Sur (Michael Cimino, 1985)
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Una película descosida, con aires y convicción de obra maestra pero que tiene que luchar contra sí misma para llegar finalmente a buen término. Ésta es la sensación que me acompaña al ver Manhattan Sur y constatar la ambición crítica de una historia que explora, a través de un magnífico duelo entre un policía y un mafioso de Chinatown, el resquemor de una nación como la estadounidense, construida sobre la opresión y la violencia y en plena crisis de valores tras el episodio de Vietnam.

Stanley White es un personaje antipático, racista, insoportable... Pero Mickey Rourke lo hace suyo desde el primer momento y, frente a la caricatura de rudo justiciero que representa, son sus instantes de fragilidad e impotencia los que me ganan, porque representan más que nada en la cinta el choque del mito con la realidad. Su contraparte es un genial John Lone como el mafioso Joey Tai, un tipo afable, diplomático y temible como muchos grandes villanos.

Y con estas credenciales narrativas y actorales, con un interesantísimo trabajo de cámara y una iluminación que crea escenas fantasmagóricas por doquier (hay cierto momento que no spoileare más de la cuenta, pero que parece rodado con el ánimo de homenajear y al mismo tiempo partir por la mitad al western clásico) Manhattan Sur no es una obra redonda porque entre otras cosas se mete en una trama romántica que es para darle de gorrazos, ya no sólo por la nula química de la pareja y escasa habilidad interpretativa de la actriz, sino por su ánimo condescendiente y redentor hacia el protagonista, por significar un, aunque leve, halo de esperanza en un personaje en quien tan brutalmente había representado Cimino el fracaso y la deriva fatalista de su nación. Me sobra muchísimo y le quita fuerza al mensaje en una cinta en la que, creo, el mensaje es una pieza esencial.
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por Capitan Pillo »

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>Ser yo
>Decidir ver una peli sobre horrores de la mano del hombre más allá de mi comprensión.
>Acaba la peli
>Sentirse mal por haber presenciado horrores de la mano del hombre más allá de mi comprensión.
>Repetir.
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Re: Películas que vamos viendo (V)

Mensaje por jal90 »

Me pongo al día por aquí con lo que he ido viendo y sus reseñas letterboxeras.

En primer lugar, el ciclo rosita:

Eternel eros (Kôji Wakamatsu, 1977)
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Mi primer pinku consumido en plena consciencia de estar viendo un pinku. No sé.

La película desde luego tiene su faceta artística muy interesante en su representación de mitos del folclore japonés, y creo que es fascinante esa idea o tesis de la obra que relaciona el sexo, en particular el sexo sucio e inmoral, con el ansia de muerte de un ser inmortal.

Pero en lo que se refiere a dicha expresión sexual y a su interacción con los motivos filosóficos y religiosos que transitan por la obra... agua y aceite, sinceramente. Porque de verdad que el sexo aquí me parece mononeuronal, monocorde, como si el director tuviese una única idea, una idea básica que consiste en pisar constantemente la línea del consentimiento. No sé, ya que vas con el erotismo como acto de transformación metafísica, da rienda suelta a los fetiches y al absurdo, no hagas esta cosa que ni escandalizar logra.

Y eso que la mirada distanciada y fría en la que están narradas esas secuencias aporta un punto de vista interesante, pero nada. Una historia potencialmente interesante desde la perspectiva angustiosa de la inmortalidad y con una premisa muy llamativa, pero que desemboca en este híbrido de parábola moral interesantísima sobre el enfrentamiento con la muerte y momentos aleatorios de follar que tienen el ánimo y la energía transgresora de las escenas íntimas de The room.
Sex Game (Masao Adachi & Kôji Wakamatsu, 1969)
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Vale, ésta sí. Película hecha con cuatro duros y recursos cinematográficos limitados, tan escaso todo que el póster de Letterboxd son capturas del ripeo que vi yo con los subtítulos pegados en italiano, pero que se enraiza en Godard y dobla la apuesta contracultural convirtiéndose en una muestra de cine militante y radical. Los elementos sexuales son turbios ya de entrada, con las pretensiones de "recrear" una violación que tienen los protagonistas, pero terminan dando pie a una visión completamente desafectada y cínica de las relaciones, en la que todos los implicados, abusadores y abusadas, terminan aceptando entusiastas este juego de roles fuera de la normalidad social.

La cinta se permite además una condena firme a la inacción política de los movimientos de izquierda estudiantiles de la época, a su incapacidad de pasar del plano teórico a la acción. Y el hecho de que lo haga a través de dinámicas sexuales abusivas y retórica misógina, de unos protagonistas apolíticos que entretienen dicha retórica repulsiva, sólo puede calificarse de provocación en estado puro, de intento deliberado de dinamitar todos los aspectos de la moral del Japón contemporáneo. Como el otro Adachi que vi, es cine político hecho desde el ánimo firme de romper con lo establecido.
The Bite (Kan Mukai, 1966)
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La copia que encontré estaba doblada a un inglés regulero, pero es igual: esta película aún así lo vale. Un pinku estilizado al modo de las obras de la Nouvelle Vague (¡y sólo levemente más misógino que aquellas!) en el que una band sonora jazzística y un elegantísimo blanco y negro ambienta una sórdida historia sobre un gigoló que trata de desafiar la influencia de su cruel madame. Como viene siendo habitual, el sexo se convierte en el motor de la trama y las relaciones de poder presentes en la cinta le dan un toque turbio a todo.

Donde The bite alcanza un nivel más espectacular e inmersivo sin embargo es en su trabajo visual, y es que la cámara se acerca de una manera muy invasiva a la piel, abundando en planos detalle que resumen el sexo en su componente más físico y sensorial. El montaje de planos es impresionante, alternando rostros en primer plano, lentos paneos a través del cuerpo desnudo de sus personajes y cortes rápidos y abruptos en las escenas más intensas. Todo ello con un juego perfecto de sombras y acompañado por un diseño de sonido que gusta de distorsionar las voces y los gemidos y que genera un efecto todavía más acusado de frenesí que tiene menos de indulgencia pornográfica y más de perturbación psicológica.

Y es que en The bite el sexo es en su mayor parte violento y carente de afecto; hay un asesinato en esta película rodado de manera idéntica a cualquiera de los momentos subidos de tono, con esto lo digo todo. Como síntesis del protagonista y su visión del acto sexual como un trabajo sucio que realiza desapasionadamente por dinero, pero también como síntoma de la dinámica de dominación y sumisión que es el cuerpo central del filme.

Su temática es ciertamente controvertida, los actos repulsivos hacen acto de presencia y su exploración del sexo es un festival de toxicidad y misantropía, pero así parecen ser las cosas en el universo pinku y esta película de Mukai logra un grandísimo resultado a través de su propia estética e influencias.
La guerrilla de las estudiantes (Masao Adachi, 1969)
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Otra divertida y muy interesante alegoría política de Adachi y Wakamatsu, de nuevo utilizando la imaginería pinku y el esteticismo libre propio del cine de Nueva Ola. En esta ocasión un grupo de estudiantes de un instituto encabeza una revolución contra su escuela, robando los diplomas y otros documentos para la fiesta de graduación. Pero lo que podría parecer una chiquillada en manos de otros autores, se trata aquí con un pleno espíritu guerrillero y una consciencia antiautoritaria que aboga por la acción radical.

Aquí, las tres estudiantes y sus dos camaradas reclutados para el movimiento atacan a soldados de las fuerzas de autodefensa de Japón, roban sus armas y se atrincheran con el propósito de matar si hace falta por sus reivindicaciones. Su estructura no tiene jerarquías ni distinción por género, se reparten el trabajo de manera equitativa y practican el sexo libre, siempre bajo la regla del consentimiento entre partes.

Tenemos por tanto una película violenta, radical y contundente en el discurso y bastante subida de tono. La puesta en escena es ciertamente barata pero convincente y con una estilización nada desdeñable, y encuentro particularmente memorable el uso repetitivo de una tonadilla que acompaña a las acciones de guerrilla de sus personajes. Pero, sobre todo, es una cinta que se siente realmente como un acto de rebeldía hacia las instituciones, con un marco teórico muy bien establecido que llama en último término a la militancia o, como mínimo, a poner en tela de juicio el orden social.

Sin embargo, creo que, pese a que su espíritu se mantiene íntegro, la obra realmente comienza a dar hacia la mitad signos de que ya no da de sí mucho más, y pierde buena parte de la energía que demostraba para recuperarla cada vez más esporádicamente. Aún así es muy recomendable, particularmente por lo que tiene de pieza ideológica y militante y por su compromiso de romper con todo tabú que se le presente. Es un cine hecho para el escándalo y el cuestionamiento y eso lo hace de maravilla.
Una curiosa animación surreal y simbolista:

Adam 2 (Jan Lenica, 1968)
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De Jan Lenica había visto Labirynt, que me parece un cortometraje más que notable, así que tenía interés en su incursión en el largometraje y bueno... no me ha lucido demasiado.

Como muchos otros autores de esa animación europea tan típicamente abstracta y simbolista, el estilo de Lenica prescinde de diálogos y narra la realidad con imágenes grotescas y surreales. Hay mucho de esto en Adam 2 y creo que es justo valorar el componente personal de la cinta, que utiliza un formato semiautobiográfico y explora visualmente la opresión social, política y familiar. Pero igual que digo esto, digo que raramente me fascina esta película y que cuando lo hace se siente como un episodio aislado dentro del conjunto.

Y esta sensación deriva del problema principal que le encuentro a esta cinta, que no se siente como un largometraje sino como una recopilación de momentos, de secuencias que tal vez funcionarían con más tino serializadas o divididas en cortometrajes. Pero como conjunto, es como una montaña rusa y la inmersión, valga la redundancia, hace aguas.
Y una revisión muy satisfactoria a una vieja favorita:

American Beauty (Sam Mendes, 1999)
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Revisión de una gran favorita que vi por última vez hace más de 13 años... creo que esperaba que se me cayera un poco. Y en cierto modo, siento que es así porque le veo más claramente sus costuras, particularmente en el apartado de esa música que subraya de manera mediocre las secuencias y les da un acabado de culebrón televisivo.

Sin embargo, el grueso de la cinta se mantiene, aunque de forma distinta. La vi en su momento como una suerte de sátira cómplice, una obra que nos hacía simpatizar con los personajes a medida que se liberaban de sus ataduras y comenzaban a ser cada vez más felices y a sentirse más llenos, todo hasta la catarsis que revelaba que al fin y al cabo no podían escapar del todo.

Eso ha cambiado. Y no porque sea más consciente de los tonos turbios que subyacen a los deseos íntimos de sus personajes, como creo que a mucha gente le sucede en particular con el protagonista y su deseo sexual por la amiga de su hija. No, lo que ha cambiado es que no creo que dicha catarsis sea una revelación, sino una constatación.

Y es que el discurso liberador de la cinta está viciado desde el principio. Los personajes creen extender sus alas y lo creen de verdad, sienten que toman las riendas de sus vidas. Pero, en todo momento, son figuras pasivas a merced de la influencia de otros. Todo lo que hace Lester al fin y al cabo y por lo que se siente libre es cumplir la expectativa que Angela sin siquiera pretenderlo proyecta en él. Todo lo que hace Carolyn es convertirse en la imagen y semejanza de Buddy mientras continúa basando su filosofía de vida en las frases de autoayuda comercial que se repite a cada segundo. Todo lo que hace Jane es demostrarse a sí misma que puede tomar las riendas de su vida... sin reparar en que la mera necesidad de demostrarlo es el motivo esencial de su atadura. Todos los personajes no sólo aparentan, creen que pueden conquistar su ansiada libertad, pero todos sin excepción están sujetos a las expectativas. No huyen, se plantan y se ponen chulos porque quieren disfrutar de ese momento en el que creen que lo han logrado. Pero no es cierto.

Creo que American Beauty es una sátira magnífica que no ha perdido un ápice de su frescura y mala leche. Es más, creo, con este revisionado, que es todavía más maliciosa y desencantada de lo que juzgué en su momento. Es una película que ciertamente podría pulir ciertos aspectos de su presentación, pero en cierto modo admiro que no se achante ante el cringe ni le importe llenarse de diálogos peliculeros y filosofía de baratillo, de aquella que con 18 años encontraba estimulante y con 31 veo como un patético autoengaño. Y que esto me lleve a disfrutar de esta gran obra de una forma totalmente diferente, pero con la misma confianza en su buen hacer y en que tiene la cabeza en el lugar correcto.
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