Historias Piratas, Volumen3.

Foro donde los usuarios pueden demostrar su destreza artística dando a conocer sus fanfics, fanart, poesia, historietas...
Avatar de Usuario
rido
Cabo
Cabo
Mensajes: 445
Registrado: Mar Sep 05, 2006 1:42 am
Edad: 39

Parte de Trabajo 20... ¡Al ataqueeer!

Mensaje por rido »

Bien, este es más largo de lo habitual y tal y cual. Lo quería haber publicado ayer, pero antes quería que cierto marine le echase un vistazo para ver si había metido la pata con su personaje. Ya está ese trámite solucionado (por duplicado, creo) así que aquí está. Renta, Silver, Bone, Seastone, Eratia... ¡NOS VAMOS DE SYRUP!
Spoiler: Mostrar
Parte de trabajo 20: Emancipación

Sin dar más oportunidad de continuar la conversación con Silver, me dirigí a las bodegas donde comencé a revisar los pequeños parches, asegurarlos y sustituir algunas tablas que podrían darnos algún que otro susto en nuestro camino hacia el Grand Line. Afortunadamente para los Outlaws, el Caledonia era un barco de lo más resistente, a pesar de no ser de madera de Adam. Aún así, siempre había alguna mejora que hacer y a ello me dedicaba.

Llevaba un poco más de una hora trabajando cuando escuché un ruido familiar, como un correteo alborotado a través de la cubierta. No había duda, se trataba de los pequeños responsables de algunos de los desperfectos de la bodega. Tendría que encargarme de que no siguieran molestando.

– Ratones… ‒ mascullé, mientras me ponía en marcha en dirección al ruido.

No me costó encontrar la madriguera de los animalitos cerca de la despensa y deshacerme de ella. Sería mejor así. Eran inofensivos, pero sus ansias por robarnos la comida podrían dejar a los Outlaws sin unas provisiones bastante necesarias y dañar nuevamente el casco. A lo largo de mi aprendizaje en el astillero había aprendido lo que pueden llegar a provocar una plaga de ratones en un barco, así que mejor prevenir que curar.

La verdad es que el trabajo en el seno del Caledonia me servía sobre todo para distraerme de lo que me había acontecido antes en la cubierta del barco. Estaba claro que Silver sospechaba algo acerca de mi descubrimiento, pero no sabía aún si era el momento de decírselo o no. Aún necesitaba meditarlo más, pero ahora debía dedicarme al trabajo y dejar las cavilaciones para otro momento.

‒ Silver se está muriendo…

Escuchar de nuevo la voz del barco me dio un susto de muerte. Me di la vuelta de repente y logré percibir la escurridiza silueta del Klabautermann del navío entre unos barriles. Parecía que no tenía pensado dejarme otra opción que la de seguir sus indicaciones, aunque sólo fuera por insistencia. Quizás lo mejor sería hablar con él de nuevo y tratar de averiguar más sobre lo que estaba ocurriendo.

Silver se está muriendo… ‒ repitió la criatura, lloriqueando.

‒ Sí, sí, eso ya me lo has dicho ‒ murmuré mientras me acercaba, pero la figura de Fletcher apareció delante de mí, obstaculizándome el paso. ‒ ¿Y tú qué haces aquí?

‒ Yo… Este… Nada ‒ respondió sobresaltado al oír mi voz. ‒ Sólo vine a ver la bodega…

‒ Ah, vale ‒ respondí, encogiéndome de hombros. ‒ Pero, ¿por qué estas tan asustado? Parece que hubieses visto un fantasma…

‒ No, no para nada ‒ negó con nerviosa rapidez. ‒ Es sólo que estaba pensando en otras cosas…

‒ Bueno ‒ sonreí. ‒ Si me permites, quiero examinar esta parte también ‒ le indiqué, señalando con el martillo la zona de los barriles de donde había provenido la voz. ‒ He oído un sonido extraño hace un momento y…

‒ Qué, ¿Tú también lo has escuchado? ‒ me preguntó, con una expresión que iba entre lo nervioso y lo aliviado

‒ ¿El qué? ‒ contesté extrañado.

‒ El llanto, la voz y lo que dijo acerca de Silver ‒ afirmó. ‒ ¿Tú también lo has oído?

‒ Perdón, pero yo me refería al ruido de los ratones ‒ respondí rápidamente y sin pensar. ‒ ¿Sabes? Los barcos siempre están llenos de ellos. Así que si me permites…

‒ Bueno, permitido ‒ replicó

‒ Si lo que has oído acerca de Silver es grave, ‒ añadí, pasando por delante de él y dándole la espalda ‒ te recomiendo que guardes silencio y no se lo comentes a nadie. Yo también he oído algo, pero no debemos revelarlo hasta que estemos seguros de que podemos hacer algo para solucionarlo. Si este barco te ha hablado, ‒ terminé, dejando caer la posibilidad de que así fuera ‒ es porque de alguna manera te has conectado con él. Sea como sea, es una responsabilidad y debes responder como es debido.

El antiguo marine se debió de dar por satisfecho con mis indicaciones y regresó al exterior de la cubierta lenta pero decididamente mientras yo lo miraba meditabundo. ¿Era posible que él también hubiera escuchado al Klabautermann? ¿Había conectado de tal manera con el barco en tan poco tiempo o había alguna otra razón? Valoré por un momento la posibilidad, pero finalmente meneé la cabeza desechando aquella idea y concluí que simplemente debía ser un “efecto colateral” de la manifestación a mí.

Detrás de los barriles no había indicio alguno de cualquier tipo de presencia, cosa que no me sorprendió, así que eché un último vistazo rápido y decidí que no había más trabajo por aquel día. Debía dejar secar una serie de maderas recién barnizadas y unos trabajos hechos con cola antes de terminar las reparaciones, así que sería mejor continuar la mañana siguiente. Recogí mis cosas y me dirigí yo también hacia la cubierta por la que poco antes había subido Fletcher, quien se encontraba hablando con One Piece.

‒ ¿Qué pasaría si Silver muriese? ‒ dijo de pronto.

La cocinera de los Outlaws miró con extrañeza a su nuevo compañero y luego su expresión se tornó entre melancólica, pensativa e indignada, como si detrás de aquellas palabras hubiera una doble o una triple intención. Tardaba en responder y probablemente la respuesta sería más dura para ella de lo que podía ser para él.

‒ Tranquilo, eso no ocurrirá ‒ afirmé con seguridad.

‒ ¿Por qué estás tan seguro? ‒ se giró con curiosidad.

‒ Porque no dejaremos que ocurra ‒ sonreí. ‒ Además, hace un día muy bonito como para estar jodiendo con esas preguntitas.

Fletcher captó la indirecta y se levantó en dirección a la borda. Bajó la escalerilla y One Piece le siguió por la mirada mientras subía el camino en dirección a la mansión de Kaya, probablemente a visitar a su venerado antiguo superior.

‒ ¿No has sido un poco duro con él?

‒ Probablemente ‒ asentí. ‒ Pero…

No completé la frase porque tampoco sabía qué más decir. Realmente ella no sabía lo que había pasado en la bodega, así que de nada servían las explicaciones más que para ponerla más nerviosa de lo que parecía haberle puesto la pregunta de Fletcher. Mejor era tratar de dejarlo pasar y no buscar más problemas.

‒ En fin… ‒ suspiré. ‒ He terminado ahí abajo por hoy ‒ anuncié, señalando la entrada de la bodega con la cabeza. ‒ ¿Me podrías hacer un favor?

‒ Dime.

‒ He dejado unos listones y unas tablas a secar ‒ expliqué. ‒ ¿Podrías decirle a Roca y a Reyes que tengan cuidado si bajan a por ron?

‒ Lo haré ‒ rió.

‒ Gracias ‒ sonreí.

Crucé de nuevo la pasarela hacia la Joya de la Corona y guardé mis herramientas en el almacén de la bodega. Allí me encontré, casi por sorpresa porque apenas aparecía por el barco que había sido nuestro hogar desde hacía varios meses, a Bettum. Estaba recogiendo sus cosas, posiblemente para trasladarlas al barco de los Sombrero de Paja.

‒ Vaya…

Aquella fue la única palabra que pude articular. La verdad, era consciente de que algún día me separaría de él, pero la realidad suele ser distinta a las cábalas que uno se forma en su cabeza. Al menos sirvió para llamar la atención de mi mentor, que inmediatamente se dio la vuelta con cierta parsimonia y depositó cuidadosamente sus bártulos en su casillero.

‒ ¿Qué estuviste arreglando? ‒ me preguntó, como si nada.

‒ El barco de Silver ‒ respondí, mientras dejaba las cosas en mi armario. ‒ Tenía algunos listones en mal estado y…

‒ ¿Has estado en el Caledonia? ‒ reaccionó preocupado.

‒ Tranquilo, no es para tanto ‒ contesté, haciendo como que no sabía a qué se refería. ‒ Es un barco más.

‒ No, no es un barco más ‒ comentó. ‒ Es el Caledonia… ¿Tú sabes por lo que ha debido de pasar ese barco? ¿Estás bien?

‒ ¿Tú me ves mal? ‒ sonreí.

‒ Rido…

‒ ¿Qué?

‒ Sabes que no me engañas ‒ aseveró.

‒ Eso es lo que tú te crees ‒ repliqué.

En lugar de responder verbalmente a aquella ligera provocación, Franky se quitó las gafas y se me quedó mirando fijamente y en silencio con una expresión que hacía tiempo que no veía en él. Su gesto risueño y despreocupado había desaparecido y ahora había adoptado una actitud como la de quien es capaz de ver a través de las máscaras que se ponen las personas para protegerse de los demás.

‒ Está bien… ‒ rezongué, antes de comenzar a contarle todo lo que había escuchado en el barco.

La expresión de Bettum se fue tornando cada vez más meditabunda a medida que avanzaba en mi relato, que no dudaba en acompañar de mis impresiones personales acerca del aura de misterio que rodeaba a Silver y de mi sospecha de que él sabía perfectamente lo que me había ocurrido en la cubierta del Caledonia.

‒ Vaya… ‒ murmuró.

‒ ¿Y bien? ‒ pregunté.

‒ Y bien… ‒ musitó mientras se incorporaba. ‒ No creo que te pueda ayudar…

El maestro carpintero se levantó, volvió a coger sus herramientas y se dirigió al exterior de la bodega con paso lento pero decidido. Al final, se dio la vuelta y se abalanzó sobre mí en un gran abrazo que casi me destroza varias costillas.

‒ Prométeme que tendrás cuidado ‒ me dijo.

‒ Creo que lo mismo te digo ‒ respondí.

‒ No hagas ninguna locura…

‒ Ídem.

‒ ¡Eh! ¡Que nosotros somos los veteranos! ‒ exclamó, entre indignado y risueño mientras se separaba para dirigirse a la cubierta.

‒ Y los más propensos a hacer locuras ‒ repliqué sonriente.

‒ Una cosa más ‒ añadió cuando se encontraba en la puerta, aunque sin darse la vuelta. ‒ Cuida de la Joya.

‒ ¿Acaso lo dudas? ¡Eh, jefe! ‒ le detuve y esta vez sí se giró. ‒ Aún nos veremos antes de que nos separemos, ¿no?

‒ Eso espero, chaval ‒ asintió. ‒ Pero mejor dejar este tipo de cosas para cuando estemos solos.

Me quedé un rato en la bodega, pensativo, mirando para el fondo de mi armario con la puerta sujeta en mi mano derecha. Realmente la despedida del hombre que me había criado iba a ser aún más difícil de lo que imaginaba. Pero él confiaba en mí y eso era estímulo suficiente. Cerré la puerta y yo también salí al exterior.

‒ Mañana llueve fijo ‒ comentó Eratia a mis espaldas.

‒ Pues ten cuidado no te mojes ‒ contesté, disimulando mi estado de ánimo.

‒ Bueno… parece que me he equivocado ‒ rió, cuando comenzaban a caer las primeras gotas.

‒ Sí ‒ le devolví la sonrisa. ‒ Voy a buscar a Estella, ¿sabes dónde está?

‒ Supongo que en la mansión, con Renta.

‒ Bien, hasta luego ‒ me despedí. ‒ Y ten cuidado no te mojes.

Comencé a andar, pero el navegante parecía no hacerme caso. Se había quedado allí plantado, bajo la lluvia que, aunque no muy fuerte ni muy caudalosa, amenazaba con empaparle en los próximos minutos si no se resguardaba pronto. Yo seguí caminando, con un ritmo un poco superior al normal para evitar calarme y coger un constipado.

Como si el agua que cayera del cielo me ayudara a pensar, vinieron a mí de nuevo las palabras que había escuchado en el barco de los Outlaws. La demanda de ayuda, un tanto angustiosa, por parte del Caledonia se presentaba como algo urgente y acuciante a lo que era incapaz de hacer oídos sordos. Estaba claro que por algún motivo se me había encomendado aquella misión. Y por lo poco que conocía del Capitán Silver… no iba a ser moco de pavo. Seguramente nos esperarían más encuentros fascinantes y misteriosos a lo largo de aquella ruta.

Estaba dispuesto a obedecer a aquella petición del barco… Estaba dispuesto a seguir a Silver y de enfrentarme a lo que fuese necesario. De algún modo, después de haberlo perdido todo en Relthar apenas había encontrado más sentido a mi vida que sobrevivir un día tras otro. Quizás esa falta de sentido era la que hacía que una propuesta tan extraña como aquella pareciera tan irrechazable, sobre todo cuando el fantasma de la separación rondaba tan cerca de nosotros.

Sin duda comenzaba una nueva etapa. Una etapa que parecía conducirnos directamente al vacío de lo desconocido y que nos obligaría a tomar muchas decisiones. Y la primera parecía inminente. ¿Qué éramos? Por lo de pronto, nos habíamos unido casi de casualidad, por circunstancias de la vida no muy afortunadas en muchos sentidos. De algún modo, nos habíamos conformado como una tripulación de una forma casual o natural… pero no sabía hasta que punto esos lazos eran tan serios como los de una tripulación de verdad.

Intuía que tenía que seguir a Silver, pero sabía también que mi sitio no estaba a bordo del Caledonia, sino con Eratia, Estella y los demás sobre el barco que había pertenecido al Rey de los Piratas y cuyo cuidado Franky me había comentado. Por ahora no parecía que aquello fuera incompatible... pero algún día seguramente llegara a serlo.

Casi llegando a la mansión, conmigo aún sumido en estas cavilaciones, la lluvia comenzó a arreciar. Más o menos a la entrada de la verja dorada que separaba los terrenos frontales de la casa del resto del pueblo me encontré con Estella, que se dirigía apresurada al barco, quizá también para evitar en la medida de lo posible la lluvia.

‒ Hey, hola ‒ la saludé.

‒ ¿Ya terminaste en el Caledonia?

‒ Al menos por hoy sí ‒ contesté. ‒ ¿Y tú?

‒ Acabo de hacer la última revisión de Renta y te iba a buscar.

‒ Vaya, yo también salía a buscarte para dar un paseo… pero parece que se nos ha chafado el plan…

‒ Sí…

‒ ¿Qué tal está?

‒ ¿Renta? ‒ contestó. ‒ Está bien, supongo que mañana o pasado podremos salir de aquí…

‒ Me alegro…

‒ ¿Qué te parece si vamos dentro? ‒ propuse. ‒ Aquí dentro nos vamos a empapar.

‒ Tienes razón ‒ contestó, estampándome un beso en la mejilla.

‒ ¿A qué ha venido eso? ‒ pregunté extrañado, pero ella ya se dirigía al interior de la mansión.

La seguí aún algo aturdido por la reacción de la doctora y descubrí que en la puerta me esperaba Merry, el mayordomo, con una toalla que me tendió para que me secara. Se lo agradecí al tiempo que la tomaba y comenzaba a secarme los brazos y el pelo y perseguí a Estella hasta el salón.

‒ ¿Qué ha sido eso? ‒ le volví a preguntar.

‒ Un beso… ¿qué tiene de raro? ‒ sonrió, haciéndose la loca.

‒ En fin… ‒ suspiré, dándome por vencido. ‒ Entonces dices que mañana o pasado podremos partir…

‒ Eso espero ‒ confirmó. ‒ Renta se está recuperando a muy buen ritmo. Todo gracias a Kaya…

‒ Silver estará encantado de oír eso…

‒ Hablando de eso…

‒ ¿Sí?

‒ ¿No te parece todo muy raro? ‒ preguntó. ‒ Me refiero… los bichos esos… el trance… los grabados… Hilmar…

‒ Es muy raro ‒ contesté. ‒ Parece que todo lo que rodea a ese hombre es… sobrenatural.

‒ Me pone nerviosa…

‒ Y a mí ‒ sonreí. ‒ Pero por ahora no queda otro remedio. Voy a darme una ducha rápida ‒ anuncié, tratando de rehuir una conversación que probablemente terminaría derivando

‒ Yo iré a entrenar un poco…

‒ ¿Fuera? ‒ inquirí. ‒ Pero si está lloviendo…

‒ Ya no ‒ contestó, mirando a través de la ventana. ‒ Parece que escampa…

‒ Vale… Entonces nos vemos luego.

Tras una reconfortante y relajante ducha, me dirigí de nuevo al salón mientras me secaba el pelo. Allí estaban Seastone y Mei-Lian, que se había tomado un respiro en la vigilancia del barco para venir a visitar a Rentarou.

‒ ¿Quién se ha quedado en el puerto? ‒ pregunté al verla.

‒ Hilmar…

‒ ¡¿Solo?!

‒ Reyes está en el Caledonia ‒ aclaró Seastone, tranquilizadoramente. ‒ Y ese gnomo es capaz de asustar a cualquiera.

‒ Bien ‒ acepté. ‒ Dice Estella que mañana o pasado podremos partir…

‒ Eso nos dijo Renta ‒ contestó Mei.

Aquel momento parecía tan idóneo como cualquier otro para dar rienda suelta a mis pensamientos de aquella tarde. Seguía sin tener las cosas muy claras, pero en algún momento

‒ Pues parece que es momento de tomar una dec…

‒ Hola… ‒ saludó Estella desde la puerta, interrumpiéndome.

‒ ¿Ya estás aquí? ¿Tú no ibas a entrenar? ‒ me giré.

‒ Sí, pero ha vuelto a empezar a llover así que…

‒ ¿Has visto a Eratia? ‒ se interesó Seastone.

‒ No…

‒ Cuando yo salí del barco estaba allí ‒ comenté.

‒ Pero yo me fui después de ti y ya no estaba ‒ puntualizó la cocinera.

‒ Iré a buscarlo ‒ sugirió la doctora.

‒ Tenga, señorita Salgari ‒ intervino la voz de Merry desde la puerta, ofreciéndole un paraguas. ‒ Así no se mojará… más.

‒ Gracias ‒ sonrió ella. ‒ Vengo ahora.

‒ ¿Qué decías, Rido?

‒ ¿Yo? ‒ reaccioné, apartando mi vista de la puerta y volviendo a mirar a mis dos camaradas. ‒ Ah… Que va siendo hora de tomar una decisión.

‒ ¿Una decisión?

‒ Sí, una decisión… ‒ repetí.

‒ Creo que sé a lo que te refieres ‒ terció Seastone. ‒ Si nos vamos a separar de Franky y de Robin…

‒ Ya veo qué es lo que decís ‒ murmuró Mei.

‒ Será mejor esperar a que lleguen estos…

Unos diez minutos más tarde, Estella estaba de vuelta en la mansión y nos dijo que Eratia había ido a darse un baño. Decidimos empezar sin él, que aún tardaría seguramente un rato, así que tomamos asiento en las cómodas butacas de la estancia y yo tomé la palabra.

‒ Tenemos que hablar de lo que vamos a hacer ‒ se adelantó Mei-Lian.

‒ Vale… ¿Ahora os importa explicar exactamente a qué os estáis refiriendo? ‒ respondió la médico, que parecía extrañada y preocupada por el tan inusual tono solemne que había adoptado la expresión de la más joven de nuestros compañeros.

‒ Muy sencillo. ¿Qué hacemos a partir de ahora? ‒ contesté yo, con seriedad. ‒ Hasta ahora nos hemos estado uniendo, pero simplemente por necesidad. Nos hemos juntado todos porque no podíamos ir a otro sitio. A mí y a Eratia nos buscan. Estella huyó por las atrocidades que vio en su antiguo… “trabajo”. Hilmar… es Hilmar. Seastone está aquí… ‒ iba señalando a cada uno de los presentes a medida que los nombraba, pero al llegar a ella me detuve. Al fin y al cabo no sabía qué había motivado a Seastone a echarse al mar y a unirse a nuestra “tripulación”, así que salí como pude ‒ por sus propias razones. Por lo que sé, ‒ concluí ‒ solamente Mei está aquí por su propia voluntad.

‒ Creo que voy pillando tu punto.

‒ Lo que quieres preguntarnos, es si queremos seguir aquí o tomamos caminos distintos, ¿me equivoco? ‒ preguntó la domadora de Kairouseki.

‒ En absoluto.

Todas se quedaron en silencio meditando mis palabras y la proposición que había explicitado la antigua tripulante de los Outlaws.

‒ Yo quiero seguir aquí. Yo… yo… ‒ Mei-Lian rompió el silencio, casi entre lágrimas. ‒ No tengo otro sitio a donde ir.

‒ Es cierto que si en estos momentos quisiera regresar a la Marina aún podría hacerlo ‒ continuó Estella, mirando fijamente a la joven cocinera. ‒ Pero… aquí estoy mucho mejor. ‒ suspiró al fin, volviendo su vista hacia Seastone y luego hacia mí a la vez que sonreía. ‒ Así que yo me quedo.

‒ Esos son exactamente mis sentimientos ‒ añadí yo.

Evité decirles que consideraba que ahora tenía una misión, la de ayudar a Silver y que en algún momento eso podría implicar una separación y el dilema que aquello me planteaba. Todavía no era el momento y además yo no tenía las cosas tan claras como para hacer que los demás se embarcaran conmigo en una aventura que no sabía bien como podía terminar. No, estaba claro que iríamos hasta Xartha, pero más allá no sabía aún que nos esperaba… Realmente tampoco sabía qué me esperaba en aquella maldita isla más que unas personas a las que aún albergaba la esperanza de no tener que volver a ver jamás en mi vida.

Después de mi intervención, casi automáticamente, todas nuestras miradas se giraron hacia la única que quedaba por hablar, Seastone, que, además, era miembro de los Outlaws a pesar de llevar tanto tiempo navegando con Eratia y con nosotros. ¿Qué derecho teníamos para separarla de la que había sido su familia? Sin embargo, su respuesta fue la misma que la de todos nosotros. Ella permanecería en la Joya. De algún modo, ahora éramos una verdadera tripulación, no por mera casualidad, sino por decisión propia y eso hizo que, en aquel silencio meditativo en el que asimilábamos aquella elección, nuestras bocas se curvaran en una sonrisa.

‒ Así que solo falta Eratia… ‒ comentó Mei, sin perder el gesto.

‒ Por lo poco que sé de él no dirá que no ‒ afirmó Estella.

‒ Tengo una sugerencia… ‒ terció Seastone, cuya sonrisa había adquirido cierto tono malicioso. ‒ ¿Y si le proponemos ser el capitán?

Por una parte, la propuesta sonó impactante, pero en el fondo sabíamos, al menos así era en mi caso, que era la opción más lógica y la más adecuada. La más natural. En el fondo, siempre lo habíamos considerado como el líder de nuestro grupo y oficializarlo de aquella manera no era más que seguir el curso normal de los acontecimientos. Al parecer, tanto la doctora como la cocinera pensaban como yo, así que pronto nos pusimos de acuerdo.

‒ Sólo hay un problema ‒ comenté.

‒ ¿Cuál?

‒ Él ‒ afirmé. ‒ No va a querer. Ya lo conocéis… Va a empezar a poner excusas y demás…

‒ Sí ‒ suspiró Estella fingiendo exasperación. ‒ Es demasiado humilde.

‒ O sea, que debemos ser más que convincentes, ¿no?

‒ Dejádmelo a mí ‒ se ofreció la antigua Teniente de la Marina.

Avisamos a Merry de que le dijera a Eratia que le esperábamos en el salón. Mientras tanto, la conversación se convirtió en un ir y venir de ensoñaciones fantasiosas acerca de lo que serían nuestras aventuras de entonces en adelante y, finalmente, en una continua propuesta de nombres para nuestra banda… ninguno de los cuales terminó de convencernos. Al fin, tras casi veinte minutos de espera, nuestro navegante y nuevo Capitán, aunque él no lo supiera aún, hizo su entrada en el salón.

‒ ¿Qué estáis tramando? ‒ preguntó, deteniéndose en la puerta y mirándonos con cara de pánico.

‒ Nada grave, hombre ‒ le contesté, tratando de tranquilizarte. ‒ Siéntate.

‒ Vale, vale, ya me siento… A ver…

‒ Verás… hemos estado hablando y… ‒ comenzó Estella.

‒ Miedo me dais…

‒ ¡Y hemos decidido que vamos a formar una tripulación pirata! ‒ le espetó Mei-Lian, saltándose nuestro acuerdo de que sería la médico la que le daría la noticia. ‒ ¡Y que tú serás el Capitán!

Aquella explosión de la joven hizo que, espontáneamente, todos comenzáramos a justificar la decisión formando un barullo indescifrable en el que nos resultaba realmente imposible entendernos y que sólo ayudaba a aumentar la confusión de Eratia.

‒ ¡¡¡¿Pero qué?!!! ‒ gritó él al fin, haciéndose oír por encima de aquel rebumbio y llevándose las manos a la cara. ‒ Vamos a ver… Tiempo muerto ‒ dijo de ahí a un rato. ‒ Volvedme a explicar todo, que me parece que no pillo de que va el asunto. Y, por favor, que me lo explique solo uno.

‒ Es muy sencillo ‒ comenzó Estella, aclarándose la garganta para evitar que Mei volviera a interrumpirla. ‒ Hemos estado discutiendo sobre que queremos hacer con nuestros futuros.

‒ Aja.

‒ Y hemos decidido formar nosotros una tripulación pirata por nuestra cuenta ‒ continuó ella. ‒ Ni Outlaws ni nada por el estilo. Nosotros solos.

‒ Vale, hasta ahí lo sigo.

‒ Y queríamos que tú fueras el capitán de esa tripulación.

‒ Vale, parece que antes si que escuché bien ‒ suspiró, quitándose las gafas y restregándose los ojos como si quisiera abstraerse. ‒ No tengo ningún problema con lo de la nueva tripulación, y formaría parte de ella encantado. ¿Pero por qué tengo que ser yo el Capitán?

‒ Os lo dije ‒ le susurré al oído a Estella. ‒ Vamos a ver… ¿De verdad necesitas preguntarlo?

Eratia solo alzó una ceja, intentando ignorar a Mei, que se estaba revolcando en el suelo de la risa.

‒ Si al final Robin va a tener razón ‒ rezongó la doctora. ‒ No creo que lo hayas hecho de forma consciente, pero desde el principio, has empezado a actuar como el responsable del grupo. Decidías las rutas por las que íbamos.

‒ Es que soy el navegante ‒ protestó él. ‒ Casualidades de la vida… eso es lo que hace un navegante.

‒ Aunque normalmente no decías nada, tomaste el mando en momentos de crisis, y fuiste tú, tú, ‒ insistió, señalándole casi amenazadoramente ‒ el que diseñó en un momento las estrategias con las que salvamos varios escollos muy complejos. Además, ‒ sonrió ‒ que tengas una recompensa como la que tienes no es precisamente algo malo en este negocio.

Al final, lo más efectivo no fueron las palabras de la doctora, sino que, casi poniéndose de acuerdo mentalmente, las tres chicas decidieron ponerle ojitos a Eratia. Yo me alejé de una situación tan peligrosa mientras dejaba actuar libremente esa extraña magia que ya les había visto utilizar en más de una ocasión. Y siempre que la utilizaban conseguían lo que querían… por complicado y molesto que fuera.

‒ Vale, pero con una condición ‒ asintió el ya nuevo Capitán, dándose por vencido.

‒ ¡¿Cual?! ‒ respondimos todos al unísono.

‒ Que antes de que decidáis si queréis que yo sea el que mande o no, que escuchéis lo que tengo que deciros. Todo. ¿De acuerdo?

Tras ello, Eratia comenzó a contarnos toda su vida desde su infancia. Nos contó que su madre había sido una científica a sueldo del Gobierno, pero que lo había abandonado por diferencias de criterio y por estar en desacuerdo con los procedimientos. Nos habló de su infancia con Senka y Taanis, de su estancia en la Marina y el comienzo de su vida como pirata. De lo que había pasado en aquellos días, de Xarmentes… y al fin de cómo había llegado a conocernos.

‒ Bien, todos tenemos nuestro pasado ‒ afirmé. ‒ No veo por qué…

‒ Espera… Hay más…

‒ Pues dispara.

‒ Recordáis cuando nos capturaron a Rido y a mí en el Starsy, ¿verdad?

‒ Sí ‒ afirmamos todos a la vez, con cierto fastidio.

‒ Recordáis lo que pasó, ¿verdad?

‒ Sí… ‒ repetimos con tono aún más apesadumbrado.

‒ ¿Por qué creéis que fue? ‒ preguntó. ‒ ¿Por qué creéis que me torturaron?

‒ Pues…

‒ Yo estaba convencido de que era por lo de Xarmentes ‒ sugerí. ‒ Y cuando supe que Senka era Bianca… pues…

‒ Ni por lo uno ni por lo otro ‒ rechazó. ‒ Fue por esto ‒ aclaró, abriéndose la camisa y dejándonos ver los tatuajes.

‒ ¿Por los tatuajes?

‒ Sí ‒ confirmó. ‒ Como supongo que ya sabéis, están hechos de Kairouseki… Pues… es el…

‒ Venga, hombre, ¿qué es tan grave? ‒ traté de animarle.

‒ Es el resultado de unos experimentos de la Marina cuando yo era niño ‒ explicó al fin, tras un periodo de duda. ‒ Querían crear guerreros comparables a los gyojin. Me raptaron e hicieron esto conmigo a espaldas de mis padres y… por… por eso mi madre renunció a…

Me levanté inmediatamente de la butaca donde me había acomodado y me dirigí a la ventana. Así que había sido por eso… No sabía qué decir. No sabía cómo reaccionar. ¿Cómo se supone que alguien tendría que…? Hijos de puta. Hijos de la grandísima puta. ¿Con qué derecho…? No podía pensar en otra cosa que no fuera en aquello. Incluso todo lo relacionado a la situación de Silver se había esfumado. Ahora sólo podía llegar a pensar en la crueldad del Gobierno y de la Marina.

‒ Y creo que eso es todo lo importante que debía contaros.

‒ ¿Por qué nos has contado todo esto? ‒ conseguí decir al final.

‒ Muy sencillo ‒ respondió rápidamente, como si lo hubiese estado esperando. ‒ Me estabais pidiendo que fuera vuestro capitán, pero no sabíais gran cosa sobre mí. Algunos ya sabían algo, pero nunca la totalidad. Y además, ¿Cómo podéis confiar en alguien del que no sabéis gran cosa? Y más aún si queréis que sea vuestro… jefe.

‒ ¿Con eso quieres decir que no confías en nosotros? ‒ preguntó Estella con cara de indignación.

‒ Todo lo contrario ‒ sonrió. ‒ ¿O es que te crees que le voy contando mi vida al primero que pasa? Todo lo que os he contado solo se lo podría haber contado a otras tres personas en el mundo. Yo confío en vosotros ‒ sentenció. ‒ Pero lo que quiero con esto (y más si al final me acaba cayendo encima el marrón) es que vosotros confiéis en mí. Nada más ‒ terminó. ‒ Y ahora la pregunta. Tras todo lo que habéis escuchado de mí, ¿aún queréis que sea vuestro capitán?

‒ ¿Es que acaso ha cambiado algo? ‒ le miré, asintiendo, como todos los demás.

‒ Parece que hay mayoría ‒ suspiró. ‒ De acuerdo, vosotros ganáis. Seré vuestro Capitán. Aunque sigo sin considerar que valga para el puesto, que conste en acta ‒ concluyó.

‒ Os lo dije ‒ sonreí.

Con Eratia convencido de lo que iba a pasar, continuaron nuestras disquisiciones acerca de cómo sería nuestro futuro a partir de entonces. La noche ya había caído y poco a poco la gente fue anunciando que se iban a descansar. Yo aún me quedé un rato, meditando, sentado en aquella butaca tan cómoda. ¿Se lo debía contar a Eratia y a los demás? ¿Debía esperar?

‒ Estar aquí sentado no me solucionará nada ‒ decidí tras largos minutos de devanarme los sesos buscando una respuesta.

‒ No ‒ concedió una voz desde la puerta.

‒ ¡Silver! Joder, menudo susto.

‒ Lo siento, Rido ‒ sonrió. ‒ No era mi intención. Es tarde ‒ observó. ‒ ¿Me acompañas hasta el puerto?

‒ Vale…

Caminamos en silencio hasta la salida de la finca de Kaya y su marido. Sobre nosotros pesaba como una sombra lo sucedido a bordo del Caledonia a primera hora de aquella misma tarde. Él sabía que yo sabía algo y yo sabía que él lo sabía. Sólo faltaba que alguien de los dos rompiera el hielo.

‒ Una interesante habilidad la tuya.

‒ ¿A qué te refieres?

‒ Muy útil en tu oficio, supongo ‒ continuó, sin darse por aludido. ‒ ¿Desde cuándo la tienes?

‒ No sé… Desde… ‒ respondí, no merecía la pena hacerse el loco por más rato. ‒ Desde niño… o quizá antes.

‒ Interesante…

Caminábamos lenta y parsimoniosamente por el malecón de Syrup, acercándonos poco a poco al puerto donde estaban amarrados la Joya de la Corona y el Caledonia. Traté de llevar la conversación hacia otros derroteros, así que estuve explicándole a Silver nuestra decisión de formar una tripulación independiente. Adorné la explicación lo que pude, evitando entrar, sin embargo, en todo el meollo de la vida de Eratia.

‒ Entonces… ‒ dijo al final, cuando ya nos encontrábamos en el muelle. ‒ ¿No seguiremos juntos esta aventura?

‒ No lo sé… ‒ confesé. ‒ Por un lado…

‒ Lo sé ‒ sonrió, poniendo un pie en la escalerilla. ‒ Es una decisión difícil.

‒ Llegaremos hasta Xartha juntos ‒ aseguré. ‒ Eso sí te lo puedo decir. Más allá…

Comenzamos a andar los dos cada uno hasta nuestro barco, sin decir una palabra más. Llegado arriba, me giré hacia el barco de los Outlaws y vi que Silver también había hecho lo mismo y ahora me observaba desde la cubierta. Quizá había llegado el momento de pedir una explicación… o de darla yo mismo. A lo mejor así llegaba alguna respuesta a las preguntas que me rondaban la cabeza a cada instante.

‒ Tu barco… ‒ comencé.

‒ ¿Sí? ‒ me invitó a continuar con gesto interesado.

‒ Tu barco me dijo que estás en peligro, que te mueres ‒ expliqué. ‒ Por mucho que intentaba preguntarle lo que tenía que reparar, él sólo me pedía que te ayudase.

‒ Así que era eso.

‒ Mira, Silver… ‒ le interrumpí. ‒ Todo a tu alrededor es… de otro mundo. No puedo negar que es… apasionante, pero en cierto modo da miedo ‒ añadí levantando la mano para evitar que respondiera algo. ‒ Tienes una misión. Es como si te hubieran elegido para algo ‒ seguí. ‒ Y yo estoy dispuesto a seguirte si es necesario…

‒ Vaya ‒ contestó, con cara de sorprendido. ‒ Ahora tienes una tri…

‒ Ya desde antes de que fuéramos “oficialmente” una tripulación me debía a ellos ‒ le corté. ‒ Yo pertenezco a la Joya; tú, al Caledonia. ¿Ves mi dilema? ‒ le pregunté. ‒ Por eso necesito respuestas.

‒ ¿Respuestas?

‒ Ya sabes las preguntas ‒ sonreí. ‒ Espero que algún día…

‒ Algún día, Rido ‒ sonrió. ‒ Algún día. Buenas noches.

‒ Buenas noches…

En lugar de dirigirme a mi camarote, decidí acercarme al mascarón de proa y descansar allí tumbado un rato. Eratia estaba allí, como muchas veces, sentado y sin decir nada, mirando al mar infinito como abstraído del mundo. Me senté a su lado en silencio y me recosté poco a poco sobre los lomos de la sirena que portaba la corona, observando las estrellas.

‒ En buen lío me habéis metido hoy ‒ dijo con una risilla bastante irónica tras un rato.

‒ Ya, bueno, te lo mereces ‒ bromeé.

‒ Sí, claro. Me lo merezco… ‒ respondió. ‒ ¿Qué era eso que hablabas con Silver hace un momento?

‒ ¿Lo escuchaste?

‒ Bueno ‒ se encogió de hombros. ‒ Hablabais de barco a barco y yo estaba aquí, así que…

‒ Tienes razón ‒ suspiré con una media sonrisa. ‒ Y yo que no quería decírselo a nadie por ahora… En fin…

Poco a poco, sin meterme en muchas profundidades, le expliqué de lo que era capaz y lo que había sucedido a primera hora de la tarde. Confesé mis dudas, el dilema en el que me veía y lo que yo interpretaba que era mi misión a partir de entonces. Él escuchaba con atención, aunque tenía la vista dirigida al horizonte, como si no quisiera distraerme con la mirada.

‒ Vaya…

‒ Sí, vaya ‒ asentí.

‒ No te preocupes ‒ se giró. ‒ Por ahora seguiremos con Silver un buen rato…

‒ ¿Seguro?

‒ No veo otra alternativa ‒ se encogió de hombros. ‒ Sólo hay un acceso al Grand Line y debemos ir juntos hasta Whisky Peak, al menos…

‒ Y hasta Xartha…

‒ Bueno, sí, y hasta Xartha ‒ sonrió. ‒ Aunque eso es mucho tiempo de viaje, entre los tiempos de carga de los…

‒ No te preocupes por los tiempos de carga ‒ le detuve. ‒ Sólo te pido que vayamos hasta allí…

‒ ¿Por?

‒ Esa es otra larga historia…

Nos preparamos para zarpar de Syrup con rumbo a la Reverse Mountain dos días después. Los dos barcos estaban ya en plenas condiciones para navegar y la partida de los Sombrero de Paja era también inminente, aunque habían decidido esperar a que Kaya diera a Luz para que Usopp pudiera conocer a su segundo hijo, una niña esta vez. Por el camino y por mediación de Estella, se había unido a nuestra recién formada tripulación, aún sin nombre, el tirador que había llegado acompañando a Brook, Kyo.

‒ Rido… ‒ murmuró Franky.

Intuía que me iba a caer un sermón como el que había recibido en la bodega dos días atrás, pero en lugar de eso lo que presencié fue la llorera más grande que había visto en mi vida. Casi se podía decir que era algo ridículo, sobre todo teniendo en cuenta quién era el individuo que estaba protagonizando aquella escenita. Lo peor de todo es que a punto estuvo de contagiarme a mí también. Realmente, decir adiós es de las cosas más duras que existen en esta vida.

‒ Siempre supe que eras un sentimental ‒ reí, mientras lo abrazaba.

‒ Cuídate, chaval ‒ me dijo al oído, entre sollozos y a voz en grito.

‒ Lo mismo digo, viejo.

Poco a poco, uno a uno, nos fuimos despidiendo todos de los Sombrero de Paja y terminado aquel emotivo protocolo soltamos amarras y nos hicimos nuevamente a la mar a través de las aguas del legendario East Blue, cuna de los grandes piratas de la historia. Rentarou se había recuperado bastante bien de sus heridas. Aunque aún debía guardar cierto reposo durante unas jornadas más, podía navegar perfectamente. Fletcher no se separaba de él ni por un instante, a excepción de los momentos en los que por causa de la travesía debía realizar alguna labor en cubierta.

‒ Bien, primero rumbo a Logue y a la Reverse Mountain ‒ dijo Eratia con una esperanzada sonrisa.

‒ Y luego a Xartha ‒ completé, dejando el Eternal Pose que durante tantos años había guardado sobre la mesa de navegación.
Cierto personajillo que vende cupones debería ir preparándose para embarcar en el mejor barco del mundo, que estamos llegando a Logue.
¿Todavía no lo sabes? El verde está de moda || 7NA
Imagen
Imagen
It's clobberin' time! || Rido's Corner || Ohara Tree Library
Avatar de Usuario
Gargadon
Teniente
Teniente
Mensajes: 1968
Registrado: Lun Oct 10, 2005 6:49 am
Ubicación: /lost+found
Edad: 34
Contactar:

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Gargadon »

@Rido: Pues ya era hora de que alguien reviviera la cosa, ahora a ver qué puedo sacar, porque con Silver estando todavía ocupado (pude hablar con él hace casi dos semanas) hasta he perdido el hilo del asunto.
Avatar de Usuario
kurokotetsu
Teniente Primero
Teniente Primero
Mensajes: 1664
Registrado: Mar Ago 05, 2008 2:12 am
Ubicación: En una pequeña barca navegando
Edad: 36
Contactar:

Y la tercera es la vencida

Mensaje por kurokotetsu »

Bueon ayudemos a Ramsus y Rido en la revivida del tema. Así pues por fin logré terminar mi capítulo también y lo dejaré aquí. Este capítulo me vino casi como experimento, pues quería intentar controlar algún Mugiwara, espero haber hehco un trabajo satisfactorio. Segundo creo que este capítulo requiere una explicación. Hago una diferencia entre Batto y Iai, siendo la segunda un ataque en la que la espada regresa a su funda inmediatamente y la otra sirve para desenfundar atacando.
Spoiler: Mostrar
05- Encuentro

Desperté en la pequeña clínica con la imagen quemada en el fondo de mis parpados. Claro, no lo había visto, pero la imagen mental que me había construido no se iba por nada. Sabía que nunca se me olvidaría lo que acababa de suceder. Un viejo fuego había sido revivido y dudaba que se volviera a apagar dentro de poco.

Mi suerte había hecho que llegara a Conomi justo en un día de fiesta. No estaba seguro de que se celebraba, podía ser la caída de Arlong Park hace ya más de quince años, o alguna otra festividad local. Así pues todo excepto los restaurantes, hostales y las ruinas de Arlong Park, que se habían convertido en una atracción turística, todo estaba cerrado. Eso incluía las salidas del puerto, así que tendría que esperar para ir a Loguetown. Una vez en la “Ciudad del Alfa y el Omega” ya me las tendría que ingeniar para encontrar un transporte para entrar en la Grand Line. No sería fácil encontrar alguna forma de entrar. Los cruceros no se arriesgaban al horrible final que representaba el estrellarse contra la Reverse Mountain, así como la mayoría de los barcos mercantes que preferían quedarse en el East Blue y sus normales peligros y no al alocado mar que era el Cementerio de piratas. Así pues tendría que hacer de polizonte en algún barco pirata o incluso en uno de Marines, pues serían los únicos que tenían posibilidades de entrar. Pero de eso me preocuparía cuando llegara a la ciudad.

Lo primero que hice fue gastar parte de mis magras reservas monetarias en visitar la antigua guarida de los tritones. Me dejo con el mínimo necesario para mi transporte a la siguiente isla y sobrevivir por poco tiempo. Pronto tendría que mendigar, la forma más fácil de conseguir dinero para un ciego. Pero un lugar tan emblemático como lo era donde se había librado la batalla que le había otorgado su primera recompensa al último Rey de los Piratas. Su actuación en ese lugar le había dado el reconocimiento de las autoridades. No había mucho que observar, así que no me perdía nada realmente. Sin embargo era el estar en ese lugar, sentir su atmosfera, escuchar los recuerdos de las rocas, eso era lo interesante y eso lo podía disfrutar aún sin poder ver. Y la verdad había un sentimiento, un algo en el aire, que hacía que el cuerpo se estremeciera, como si se pudiera observar los atronadores golpes que se intercambiaron ahí.

Después de visitar el histórico lugar fui al pueblo cercano de Kokoyashi. Los gritos, la música, el alboroto general hacían que me dificultara orientarme bien. Podía moverme sin chocar, pero era difícil. Lo único bueno es que parecía tradición que hubiera alimento gratuito. Así pues aproveché para comer y después salí del pueblo lo más rápido posible. En mi camino de salida me encontré el único lugar pacífico en todo el pueblo, una pequeña casita a las afueras de la ciudad donde se escuchaba a dos mujeres charlando despreocupadamente.

Era un día muy agradable. El sol brillaba dulcemente sobre mi cara y me calentaba hasta los huesos. Los arrozales despedían un dulce olor húmedo que se combinaba con el fresco olor del bosque que estaba al otro lado del camino. La suave y tierna tierra apisonada se sentía muy bien bajo mis zapatos. Todo estaba tan relajado, tan animado, que decidí alejarme del camino y descansar tumbado sobre el pasto, simplemente disfrutando de la tranquilidad que reinaba. Así pues me adentré en el bosque y me apoyé en un árbol. Mi relajación fue tal que sin quererlo entré a ese estado entre el sueño y la vigilia, en ese estado que no podía distinguir lo real de lo onírico.

Fue por eso que ignoré persistentemente el molesto ruido que notaba cada vez más fuerte. Pensaba que era algo que mi delirante mente dormida hacía para jugar conmigo, intentando quitarme ese momento de dulce descanso, como lo hacía cada vez más seguido en las noche con las pesadillas siendo más recurrentes que antes. Así hice un esfuerzo especial para ignorar los pasos que me molestaban. Pero al final tuve que admitir su realidad. Así pues me moví justo cuando la persona que se acercaba llegaba. Se detuvo en el momento que me empezaba a espabilar así que mi información era muy limitada. Sólo podía estimar su altura de donde escuchaba sus inhalaciones y por ese mismo factor deducía que tenía un torso más bien amplio, pero no sabía nada más del recién llegado. Bueno, por alguna razón me daba una impresión de fuerza, pero eso era sólo un instinto primitivo, no verdadera información.

-¿Qué le pasa a esta isla?- Preguntó un hombre con una voz bastante grave e imponente.

-¿Disculpa?- Me salió natural. Normalmente era más formal pero a ese hombre un impulso me llevó a tutearlo a la primera de cambios.

-Esta isla. Debe de estar encantada o algo así. Llevo un par de días aquí y no puedo encontrar nada.

-Que yo sepa no está encantada.- Me sentía raro. Yo era un foráneo, y además ciego y no me había perdido para nada en la isla. Ese hombre era raro.

-Debes de ser un local. Seguro que tienen algún tipo de trampa para despistar a los que no somos de por aquí. No me acordaba que fuera así antes.

-No, acabo de llegar hoy.

-¿Qué? Eso es raro, yo nunca me pierdo.- Un hombre orgulloso, eso era seguro.

-Puedo ayudarte a llegar a donde quieres si es posible.

-Bueno tal vez que seas ciego te ayude a guiarte en esta isla del demonio.

-Encantado. Por cierto mi nombre es Kururugi Seiryu.

-¿Eh? Mucho gusto, yo soy…- En ese momento dio un paso hacia adelante. Y supe su nombre antes de que lo pronunciara. El tintineo de tres espadas colgadas del lado derecho de su cadera era inconfundible. Solo una persona portaría tres espadas de esa forma. Abrí la boca y sin pensarlo terminé su oración.

-Roronoa Zoro, el luchador a tres espadas.- Mi voz salió débil, sin aliento.

-Así es. ¿Ya lo sabías?

-M-me acabo de dar cuenta.

-¿Estás bien?

-S-sí. Fue la sorpresa de encontrar a uno de los mejores espadachines del mundo aquí en la mitad de un bosque de una pequeña isla del East Blue.

-Si estás bien llévame a Kokoyashi, a una casa a las afueras, hay alguien que tengo que encontrar ahí.

-Acabo de pasar por ahí. Será fácil llegar. Sígueme por favor.

Me levanté y emprendí el viaje. Era raro. Era un lugar inocuo. Si, era cierto, los Mugiwara habían estado ahí antes pero no veía por que alguien de la fama y fuerza de Roronoa Zoro estaría de regreso en ese pequeño lugar. Sin embargo ahí estaba, siguiendo mis pasos. Como espadachín me sentía honrado de conocerlo. Era una leyenda viva. Desde pequeño había escuchado sus hazañas. Y conocerlo movió algo en mí. Aún no sabía que era, pero una emoción, una urgencia había nacido desde que lo tuve enfrente mío, desde que supe que “El Cazador de Piratas” estaba a solo unos metros. No hablamos nada durante el trayecto, así que estuve todo el tiempo rumiando sobre sus razones para estar aquí y que me estaba pasando a mí. El escaso cuarto de hora que duró la caminata no me dio demasiado tiempo para pensar.

Cuando llegamos a la casita una de las mujeres había salido, y solo se escuchaba el suave rozar de una pluma sobre el pergamino. Señalé en dirección del sonido, pero mi acompañante ya estaba tomando una dirección completamente errónea. Tuve que llamarlo y decirle que estaba tomando el camino equivocado y guiarlo hasta la misma entrada de la casa para asegurarme que no se volviera a perder por varios días. Era casi ridículo su sentido de la orientación, no parecía que un hombre tan famoso y poderoso pudiera hacer un ridículo tal, pero se notaba que a pesar de todo era un hombre con sus defectos. Una vez que estuvimos ante la entrada Zoro la abrió de golpe, entró, dejándome a mí sin más opción que seguirlo, y gritó.

-¡Hey! ¡Nami! ¡¿Te encuentras ahí?!- En ese momento decidí que debía de estar aún dormido. No era posible que conociera a dos Sombrero de paja el mismo día. Era simplemente imposible. En ese momento que creía que no pertenecía a ninguno de los dos mundos había caído irremediablemente en las garras del señor del sueño. Así, harto de un sueño tan bizarro y a la vez tan realista, logré pellizcarme para intentar despertar. Sin embargo la situación no cambió tras el agudo dolor que me provoqué, excepto por la detención del ruido de escritura que seguramente no fue causado por el auto infligido daño si no por los gritos del quien estaba a mi lado. Poco después se escucharon pasos de alguien que salía apresuradamente de una habitación que estaba al fondo de la casa. Eran paso de mujer, y una bastante ágil para eso. Tan pronto como se escuchó que llegaba a la puerta su voz, bastante dulce, se alzó.

-¿Zoro?

-Estás en casa. Tengo algo que de…- La voz del espadachín fue bruscamente cortada por un fuerte golpe en la cabeza, que la antigua navegante le acababa de suministrar.- ¡¿Qué diablos haces?! ¡¿Por qué me pegas?!

-¡Porqué te lo mereces! ¡Idiota!

-¡¿Idiota?! ¡Maldita bruja yo no he hecho nada!

-¡¿No has hecho nada?! ¡¿Y cómo le dices a entrar en la casa de una dama sin llamar a la puerta?!

-¡¿Y por eso me pegas?!

-¡Por supuesto! ¡Y además…!

-¡Y además…! ¡¿Qué?!

-¡Hace tanto tiempo que no nos vemos y ni siquiera saludas!- La voz de Nami había ido cambiando de enojada a emocional en ese pequeño intercambio de gritos. Realmente se alegraba de ver a su antiguo compañero, tanto que en esos momentos se escuchaba como la emoción le privaba de su voz. Al poco tiempo se escuchó como un par de lágrimas caían al suelo de madera. Parecía que incluso el fuerte hombre se arrepintió de haber hecho eso, pues su voz se calmó considerablemente.

-Bueno, lo siento. Pero tengo algo muy importante que decirte y no quiero perder tiempo.- Se excusó Zoro.

-Eso tendrá que esperar.
-¡¿Eh?! ¿No te acabo decir que es muy importante?

-Tengo una visita y seguro que lo pasó muy mal con un idiota como tú.- Dijo como una respuesta.

-No se preocupe. Yo ya me iba…- Intenté salirme de la situación que estaba totalmente fuera de mi control. Yo no pintaba nada entre esas dos figuras, uno de los dos mejores espadachines del mundo y una legendaria navegante. Un pobre ciego como yo no tenía anda que ver con lo que pasaba ahí. Por un azar del destino me había encontrado con un hombre sin sentido de la orientación y había terminado en ese lugar. Seguro que esos viejos amigos tendrían mucho que hablar. Lo mejor sería largarme lo antes posible.

-No sería una buena anfitriona si no te invitara al menos algo que tomar.- Nami insistía en que me quedara.

-En serio no es necesario.

-No es molestia.- Podía imaginarme la sonrisa amable que debía de estar pintada en su rostro.- Además debiste sufrir con ese bestia.

-Para nada. Además me lo acabo de encontrar.

-De todos modos quédate un rato por favor.

-Pero…

-No aceptaré excusas.- No tenía forma de salir. Sabía que insistir solo la ofendería y terminaría como el espadachín con un fuerte golpe y de todos modos tendría que quedarme en esa casa un poco de tiempo.

-Está bien.

Durante todo ese intercambio Zoro había intentado intervenir. Decía una y otra vez que había algo muy importante que tenía que decirle, pero la navegante no le hacía caso. Así empezó a prepararme un poco de té y me invitó unas deliciosas mandarinas las que afirmaba que eran de su huerto personal, cosa que no dudaba pues la casita estaba rodeada del aroma de esa fruta. La desesperación del guerrero crecía y crecía a cada momento pues anda de lo que hacía parecía llamar la atención de Nami. Entre más gritaba y golpeaba la mesa pregonando la importancia de lo que había venido a decir pero entre más escándalo armaba más era ignorado. Yo no hablaba y sólo aceptaba la amabilidad de la anfitriona pues no tenía ni idea de que decir. Así varios incómodos minutos pasaron, ente gritos de uno y las atenciones de la otra. Finalmente el espadachín perdió la poca paciencia que le quedaba y gritó.

-¡Luffy está vivo!- Después de eso nadie respiró. El tiempo se detuvo en la casa. Lo único que se pudo oír fue una mandarina caer desde la inerte mano de la sorprendida navegante y rodar por el suelo. Sí la situación me superaba antes ahora me sentía en una dimensión diferente. El segundo de a bordo de Monkey D. Luffy acababa de gritar que su antiguo capitán seguía vivo, a pesar de la ejecución pública que había sucedido no hacía tanto tiempo. No era una exclamación para ser desestimada fácilmente. No sólo no podía digerir la noticia, ni siquiera creía que debería de haberla escuchado. Sin embargo era demasiado tarde y las palabras dichas no podían ser retiradas. Quería irme dejar a esos dos solos pero estaba paralizado. Así sólo pude quedarme a escuchar el resto de la conversación.

Los dos involucrados no paraban de hablar como si estuvieran solos. Después de todo, ya no importaba si escuchaba los detalles pues ya había estado presente en la revelación más importante. Así pues escuché que un hombre llamado Mr. 2 había ocupado el lugar de Luffy en la ejecución, que este había sido encerrado en lo más profundo de Impel Down, ocultado su identidad y que la antigua tripulación se estaba reuniendo para arrasar con ese lugar y rescatar al Rey de los Piratas. La exposición fue relativamente corta pero aún así muy poderosa. La respiración de Nami era cada vez más irregular y se escuchaba caer las lágrimas sobre la mesa, probablemente de felicidad al escuchar las noticias. Cuando Zoro terminó la exposición hubo un momento de silencio, tras el cual mi anfitriona se levantó bruscamente.

-¡Vamos! ¡Hay que rescatar a Luffy!

-¿Vas a ir así?- Preguntó el maestro esgrimista.

-¿Eh?

-Con esas ropas hogareñas y sin arma será difícil que nos ayudes entrar en Impel Down.- El silencio que siguió fue suficiente para hacerme imaginar que escuchaba la sangre irse a la cara de la navegante y ponerla roja de la pena.

-¡Ahora iba por mis cosas!- Exclamó algo enfadada, mientras se escuchaban sus pasos dirigirse a otra parte de la casa. Mientras el ruido de búsqueda salía de una habitación adyacente Zoro se dirigió a mí.

-Lo siento.

-¿Disculpe?

-Te hemos involucrado en esto y puede ser bastante peligroso.

-No se preocupe.

-Deberías olvidar lo que has escuchado en esta habitación. Hay conocimientos que son peligrosos. Y también hay personas que es mejor no haber conocido.

-¿Disculpe?

-El simple hecho de haberte involucrado con Nami y conmigo puede hacer que la Marina te busque. Querrán saber dónde estamos y que planes tenemos.- El antiguo Cazador de Piratas estaba siendo muy considerado conmigo.

-Eso no es problema. De todos modos soy un hombre buscado por la justicia. Y además como espadachín es un gran honor conocerle, que sólo podría ser superado por el honor de luchar contra usted.- Esa última parte no sabía de dónde había salido. Algo dentro de mí, esa sensación que tenía en el fondo de mi cerebro debía de haber tomado el control. Sin saberlo desde que había sabido quien estaba enfrente de mí había querido luchar contra él. Quería probar mi fuerza, quería al menos una vez desafiar al Rey, aunque me matara. Y ese deseo había ido creciendo cada vez más. Sabía que no podía hacer nada, la diferencia de nuestras habilidades era demasiado grande, y además yo tenía un objetivo, no podía perder mi vida en ese lugar.

-¿Quieres luchar contra mí?- No había burla en su voz. Estaba muy serio, como si pensara que le estaba lanzando un duelo. El resultado estaba conocido sin que siquiera desenfundáramos. Además tenía que encontrar a Maximillien. Tenía que negarme.

-Sí.- Otra vez algo tomó el control sobre mí.- Quiero luchar contra el mejor. Quiero ser el mejor.- No sabía que tenía ese deseo. Mi objetivo era todo en mi vida. De niño había sido un soñador como todos, pero hacía tiempo que creía haber desterrado todo sueño, toda ambición que no tuviera que ver con esa persona. Sí, retaba a duelos en dojos y nunca me negaba a una pelea, pero eso era porque necesitaba ser fuerte para sobrevivir, o al menos siempre me había dicho eso.

-Muy bien. Ese espíritu me gusta.- En ese momento entró Nami a la habitación.

-Estoy lista.- Sin embargo la exclamación murió pronto mientras veía como su antiguo compañero se levantaba y agarraba las espadas. Con más calma de la que sentía yo también me paré y agarré mi bolsa. Supongo que nuestras caras hablaban pues la Mugiwara no tomó eso como una señal de que ya nos íbamos.- ¿Qué está pasando?

-Vamos a tener un duelo.- Dijo sin contemplaciones el maestro espadachín.

-¡¿Eh?! ¡Zoro no hagas esto! Parece un buen muchacho y no creo que te haya hecho nada malo.

-Me retó él. Estoy cumpliendo su deseo, como pago por el favor que me hizo. – En seguida escuché como Nami se voleaba hacia mí.

-¿Estás loco? ¿Realmente sabes a lo que te estás arriesgando?

-Supongo que estoy loco, pero quiero luchar.- No había más que decir.

Nos alejamos de la casa, para no dañar accidentalmente la propiedad. No nos alejamos demasiado. El constate crujir del cuello de Nami me hacía pensar que no dejaba de voltear para vernos a los dos, como buscando alguna forma de detener lo que estaba a punto de pasar. Tan pronto como encontramos un lugar decente cerca de las granjas de arroz nos detuvimos. Lentamente Zoro y yo nos alejamos el uno del otro, hasta llegar a unas posiciones determinadas por el estilo. La respiración de la leyenda viva era calmada, totalmente lo opuesto de lo que yo sentía. Sabía que mi vida estaba por terminar. De forma mecánica saque mis tres mejores espadas, poniendo a Kagetora e Iga no Kami en la parte izquierda de mi cadera y Osafune en el lado opuesto. Sí, sabía que mi vida estaba por terminar pero no podía dejar de sentirme eufórico. El miedo y la emoción del combate estaban dentro de mí, mezclándose sin piedad, haciendo añicos mis intestinos. Y entre ese revuelo emocional una calma. Podían ser los últimos momentos de mi vida pero por alguna razón sabía que los disfrutaría. Cuando por fin logré calmarme me volteé hacia donde debía estar Zoro. En ese momento Nami se fue de ahí, corriendo en la dirección por la que habíamos venido. El combate iba a empezar.

Yo tenía dos opciones. Siempre había dos opciones. Esperar y contraatacar o tomar la iniciativa. Sin embargo era claro lo que debía hacer. Se decía que ese hombre podía dejar sus espadazos marcados en las montañas. Aún cuando fuera una exageración, dudaba que mi cuerpo pudiera resistir un solo ataque. Así que yo debía ser el primero en atacar y no dejarlo responder, pues su primer golpe sería mi fin. Tenía que usar la técnica que había aprendido desde que nací y mi velocidad para contrarrestarlo. Era una pequeña posibilidad, pero existía. Mi posibilidad de ser el mejor existía. Salí a máxima velocidad, preparando mi técnica más rápida.

-¡Kururugi Ittoryu Iai Shingetsu!

Luna nueva. Así se llamaba, la técnica, pues la espada salía y entraba tan rápido de su funda que no se veía nada. Y así fue. La espada regresó a su funda, sin ni siquiera dejar que la luz de Kagetora escapara de su filo. Así de simple. Y con un gran resultado. La camisa de Zoro había sufrido un pequeño rasguño. Sin embargo él no se había defendido, había dado simplemente dos pasos hacia atrás. Tenía los brazos cruzados. Yo ni siquiera había representado una amenaza. Pero no me iba a rendir. Bajando mi mano izquierda hacia Osafune y manteniendo la derecha sobre Kagetora, preparé el siguiente ataque.

-¡Seiryu Nittoryuo Batto Okami no Kiba!

Una técnica de mi cosecha propia, a dos tiempos, un corte ascendente con la espada en diestra, mientras se desenfundaba la otra espada para ponerla en posición de un ataque descendente, que caía en el momento que el primer ataque terminaba. Era una técnica que muchas veces me había resultado útil, nunca había fallado en encontrar la carne enemiga. Sin embargo nunca me había enfrentado a alguien de ese calibre. Escuché como daba un paso atrás y una espada salía de su funda para detener el golpe que venía desde arriba. Con eso noté mi fin. Ya hubiera leído el ataque que nadie había logrado leer o podía reaccionar tan rápido que ninguna finta servía. Era mi fin. Ni mi velocidad ni mi técnica eran lo suficientemente buenas para tocarlo. Esa pequeña esperanza que había sentido desapareció sin dejar rastro. Pero no podía rendirme. Eso jamás lo aceptaría. Así pues regresé al ataque. Sin dejar que mi turbación se notara en mis ataques. No fui frenético, intenté mantener la precisión y la velocidad, para ver si en la posibilidad de una entre cien millones aparecía de un resquicio en la defensa. Ataqué sin cesar, golpeando desde todo ángulo concebible, usando toda finta que me sabía, sin efecto. Zoro tenía que hacer un esfuerzo mínimo para mantener me a raya. Su espada pocas veces tenía que encontrarse con las mías y unos suaves pasos, casi imperceptibles a mí oído eran suficiente para anularme por entero. Su contraataque me tomó desprevenido. Su inactividad hasta ese punto cambió en un momento. Logré interponer mis espadas ante el corte, pero el golpe que había lanzado casualmente me proyecto con fuerza hacia atrás varios metros, además de hacer que Osafune saliera volando de mi mano.

-No tiene sentido continuar.- Zoro dijo lo que yo ya sabía. Si quería vivir, era el momento de tirar la toalla. Pero al lanzar este reto había decidido olvidarme de mi vida.

-Aún no termina. No he agotado mis opciones.- Me sentía feliz, casi como si fuera un niño otra vez, eufórico sin preocupaciones. Incluso esa obsesión había desaparecido de mi mente durante la lucha. Sin vacilar Iga no Kami salió de su funda, mientras me preparaba para hacer mi ataque final. La técnica secreta que había aprendido mi padre, la técnica que sólo se transmitía dentro de la familia, la técnica que ningún alumno que hubiera ido al dojo familiar sabía, la última técnica que mi padre me había enseñado. La duda era una cosa del pasado. Por primera vez en una pelea usaría esa técnica, y sería la última que usaría en toda mi vida. Mientras me preparaba escuché una pequeña exhalación, como media risa.

-Nada mal. Ese es el espíritu.- Y con eso escuché como enfundaba su espada. Después de guardar la espada escuché como desataba una tela que tenía en el brazo derecho y se la ponía sobre la cabeza. Posteriormente todas sus espadas vieron la luz y por fin me enteré de cómo podía usar las tres espadas, pues la tercera estaba en su boca. Me daría el honor de conocer su técnica al final.- ¿Listo?- Con un leve gesto respondí que ya estaba en posición con mis dos espadas. Ese fue la señal de mi final, el cual recibí atacando primero.

-¡Kururugi Nittoryu Ogi Maoh no Namida!- Mi ataque final había iniciado.

-¡Santoryu: Onigiri!

Esa fue le respuesta que mi ataque suscitó. Por un momento, sólo un simple momento, casi lo vi, su figura realizando el ataque, como sí su inmenso espíritu, su gran poder, transmitiera una imagen directo a mi cerebro. Y a pesar de que su ataque había empezado después, antes de que mi primer movimiento hubiera terminado había sentido los tres cortes en mi pecho, que no dolían, simplemente estaba frío, de un frío que sentí llegar directamente a mi cerebro. Mientras caía, una caída lenta, hasta las profundidades del infierno por todos mis pecados, por todo mi dolor, escuché las últimas palabras de mi vida.

-Te esperaré para la revancha.- Vaya ironía de sus palabras.

El entrenamiento con mi padre había terminado por ese día. Su seria mirada había supervisado el entrenamiento, sobre todo el rutinario combate contra él, donde debía de intentar de enseñar mi dominio sobre las técnicas familiares. En entrenamiento de hoy había sido ligeramente más exigente, habiéndose prolongado por media hora más de lo normal. Con todo ese ejercicio y los golpes que habían caído me habían dejado completamente adolorido, casi inmovilizado, apenas había tenido la fuerza suficiente para salir de la pequeña sala de entrenamiento familiar hasta el patio interior. Mientras estaba ahí tirado, jadeando y cubierto de sudor, escuché como alguien dejaba algo a mi lado. Abrí los ojos y me volteé para ver quien estaba ahí, aunque ya sabía la respuesta.

-Hola, Sei-chan.- Dijo mi madre con su perene sonrisa.

-Hola mamá.- Respondí a la vez con la sonrisa que aparecía cuando veía a mi llegaba.

Ella se sentó a mi lado y me ofreció el vaso de leche fría que me había llevado. A pesar del dolor me senté y lo acepté feliz sintiendo el refrescante líquido bajar por mi garganta, que desapareció de una sentada. Sin embargo mi cariñosa madre era previsora y me había traído un segundo vaso, que podría saborear después de calmar la sed. Así estuvimos sentados viendo el paisaje que presentaba el jardín y el pequeño monte que estaba atrás. En el dojo externo que estaba cerca de la entrada de la casa se podían llegar a oír los primeros gritos de la sesión de la tarde que estaba por comenzar.

-¿Hoy no irás mamá?

-No. Hoy quiero estar con cierto pequeño espadachín.

Me sentía feliz. Normalmente mi madre ayudaba a mi padre a dar las clases. Por lo que sabía así se habían enamorado, ella había llegado un día a casa, a retar al maestro de ese tiempo, mi abuelo. Mi padre había pedido poder representar a la escuela desde antes y se le había concedido, así que le tocó luchar. No sabía que había pasado entonces, pero después mi madre se había quedado en la casa, y se había terminado casando con mi padre. Y así lo ayudaba desde que había llegado a ser la nueva cabeza de familia y maestro, ella era su maestro ayudante, manteniendo a los alumnos en raya y ayudando en la enseñanza. Así pues siempre que había clases, dos veces por día, seis días a la semana, ellos dos me advertían de no salir de la parte interior de la casa e iban a dar las clases. Así pues siempre que mi madre no iba a una clase me sentía muy feliz por poder pasar más tiempo con ella.

Mi madre siempre era muy cariñosa conmigo. Siempre era muy atenta y dispuesta a jugar, lo cual era muy bueno pues era la única con quien podía jugar. Mi padre, aunque me prestaba atención, siempre me había parecido muy frío, casi distante. Sin embargo, de reojo, a veces me parecía que su expresión se suavizaba y alguna vez creía haberlo visto sonreír, aunque no era muy seguido. En esa casa tan grande era muy fácil sentirme solo, pero excepto que ninguno de mis padres estuviera presente nunca me pasaba, a pesar de no tener amigos. Yo no sabía porque, pero mis padres nunca me dejaban salir de la casa, ni tampoco acercarme a los alumnos. Las pocas veces que había intentado espiar sus clases me habían encontrado y en esos momentos incluso mi madre había perdido su reconfortante sonrisa. Nunca lo había intentado, pero los dos habían parecido tan agitados, tristes y molestos esas veces que ya nunca lo intentaba. No sé si fue el clima o qué, pero en ese momento me sentí con ánimo de preguntar algo a mi madre.

-¿Papá me odia?- Siempre me lo había preguntado, si esa era la razón que no me podía acercar a las clases y porque él siempre me veía de esa forma. Mi madre se volvió con una cara de sorpresa tal que me hubiera reído de no haber hecho una pregunta tan seria.

-¿Qué dices? Para nada. Tu papá te quiere mucho, tanto como yo.

-Pero nunca me deja ir a sus clases y siempre me trata de forma muy dura.

-Eso… eso es porque eres tan bueno con la espada. Eres tan bueno que tu papá no quiere que estés en clase para que no humilles a los alumnos, pues eres mucho mejor que ellos, incluso que los adultos. Y te trata de forma dura porque eres su hijo, y está muy orgulloso de ti, así que te exige mucho. Papá me lo dice casi siempre que estamos solos, de cuan orgulloso está de ti y cuanto te quieres.

-No me mientas mamá. Yo soy muy débil. Nunca me puedo acercar a mi papá cuando entrenamos.

-No te mentiría. Lo que pasa es que tu papá ha entrenado muuuucho más que tú, así que por supuesto que es más fuerte. Tú papá s un gran espadachín, famoso en todo el mundo. Pero tú serás más fuerte que él algún día. Y si no me crees alguna vez le pediré a tu padre que te deje ver un duelo para que veas que eres tan fuerte como un adulto, aunque tendrías que esconderte muy bien para verlo.

-¿En serio?

-Estoy segura. Sei-chan eres tan fuerte que si entrenas mucho todos los días estoy segura de que podrás ser muy fuerte, el más fuerte del mundo.

-¿Dices la verdad?

-Por supuesto. Serás el mejor espadachín del mundo.

-Muy bien entonces te lo prometo.

-¿Qué me prometes?

-Te prometo que seré el mejor espadachín del mundo y haré que mamá y papá estén orgullosos de mí.- Dije valientemente, sintiéndome feliz al estar seguro de que mis dos padres me querían y decían estar orgullosos de mí.


Desperté después de haber soñado con ese pequeño recuerdo. Suponía que debía estar en Kokoyashi, pues era el lugar más cercano a donde había luchado contra Zoro. Y el olor a antiséptico y limpieza absoluta me hacía pensar en un hospital, o probablemente una clínica, pues era un pueblo más bien pequeño. El dolor se retrasó unos momentos mientras mi cerebro lograba volver a ser consciente. Fue un dolor profundo, que me obligó a doblarme. Sin embargo ese dolor me indicaba sin lugar a dudas de que seguía vivo, so sabía cómo ni por qué.

-No te leventes aún.- Dijo una voz de un viejo desde la entrada.- Aún estás débil y es una herida bastante grande.

-¿Cómo llegué aquí?- Mi voz estaba débil y algo ronca.,

-Ayer Nami llegó corriendo ayer y me dijo que un joven estaba por ser herido a las afueras del pueblo. Cuando llegamos estabas en el suelo sangrado profusamente del pecho. Te di los primeros auxilios y con ayuda de Zoro te traje a la clínica. Fueron muchos puntos de sutura, y casi te desangras a muerte, pero al final resististe.

-Gracias por salvarme.

-No hay de qué. Y no te preocupes por la cuenta, Nami la pagó antes de irse.

-¿Irse?

-Sí, ella y Zoro se fueron ayer después de dejarte se fueron enseguida.

-Creí que no se podía.

-Zoro parecía tener un bote, se fueron en él durante la fiesta. Esa Nami, se volvió a ir sin despedirse como la última vez. Y también esa vez me dieron una gran cantidad de trabajo.

-¿Qué?

-Sí. Ese Zoro me siempre me hace trabajar. La última vez tuve que curarle una herida bastante similar a la que tienes ahora. También tuve que estar toda la tarde cosiéndolo.

Después de ese breve intercambio nos callamos los dos. Él se puso a arreglar algunas cosas por su clínica., mientras yo revisaba mi estado. Tenía el pecho vendado y sin camisa, pero mis pantalones y venda estaban donde siempre. El dolor no se iba de todo, pero después del brusco movimiento era bastante más soportable. Me había enterado de que había estado un día entero desmayado por el golpe, aunque era mejor que estar muerto. Me sentía raro. El dolor era secundario, la euforia del combate persistía como sentimiento predominante. No sabía que tenía esa ambición. Sin embargo se sentía bien, esa esperanza de alcanzar la cima, esa extraña diversión que se suscitaba cuando se luchaba contra un enemigo realmente fuerte. Y además estaba esa promesa, de la que hacía tanto tiempo me había olvidado, pero que sabía que me había servido de motivación durante los años felices. Y sabía que esa pasión no desaparecería pronto. Pero también sabía que era secundario. Antes estaba lo que me había motivado. Esa era mi prioridad. Pero en ese momento sentía que si por algún motivo, si el milagro pasaba de que sobreviviera a dicho objetivo, tenía algo más que alcanzar en esta vida antes de desprenderme de ella. Siempre había pensado que en el caso de llegar a ver el fin de mi misión me quitaría la vida. Después de todo era mi único motivo para seguir con vida. Y ahora tenía algo más, y por alguna razón el saber que no terminaría todo en ese momento me hacía sentir calmado, relajado, casi en paz. Y sabía también sabía que quedándome ahí no lograría nada. Así pues me levanté y empecé a buscar mis cosas. El doctor no se dio cuenta de que estaba pasando hasta que tropecé con las tres espadas que había usado, las cuales no estaban en la maleta que cargaba. En ese momento escuché como el sanador se volvía furiosamente.

-¡¿Qué estás haciendo?!

-Le agradezco mucho sus cuidados, pero tengo que irme.

-¡¿Estás loco?! ¡Tienes que quedarte al menos una semana para que se cierren decentemente las heridas! ¡Y eso sería lo mínimo!

-Me curaré en camino a Louguetown.

-¡Te morirás a medio camino!

-Si eso pasa, me pasaría cuando entrara a la Grand Line.

-¡Estás tan loco como Zoro!

-Gracias. Y disculpe, pero ¿a quién le debo la vida?

-El Doctor Nako. Y más te vale no volver si vas a volver a darme tanto trabajo.

-No se preocupe, no volverá a pasar.

-Más te vale.- Yo ya tenía todas mis cosas así que a pesar del dolor caminaba hacia la puerta. Cuando ya había salido de la pequeña clínica, escuché atrás.- ¡Por cierto! ¡Zoro me pidió que cuando te despertaras te dijera que te espera en la Grand Line!- Dudaba de la veracidad de esas palabras, pues esta dudaba que lo último que había llegado a escuchar de él fuera verdad.

-¡Gracias! ¡Hasta luego!

-¡Cuídate!

Por suerte encontré una embarcación pronto. Y la suerte me sonreía aún más, pues la mar estaba calmada, haciendo que no doliera tanto el pecho. Loguetown se sentía tan cerca que casi podía olerla y escucharla.
Y ahora mi comentario. Aunque en el capítulo se centra bastante en acontecimientos que ya conocíamos, me gustó bastante. Vemos que piensa Rido, y la verdad me gusta el conflicto que tiene el pobre carpintero entre su nueva tripulación y el misterioso Silver. Sin embargo hubiera deseado que te extendieras un poco más en la despedida, no se, me habría gustado ver un poco más de las reacciones de todos.
Si crees saber algo con certeza preocupate, quiere decir que no sabes nada del tema
¿Todavía no lo sabes?El verde esta de moda|| 7NA Mi blog||The Night Watch is watching you
Imagen
Avatar de Usuario
rido
Cabo
Cabo
Mensajes: 445
Registrado: Mar Sep 05, 2006 1:42 am
Edad: 39

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por rido »

Leído. Me ha gustado el capi. Creía que te ibas a pasar por el New Baratie, aunque que te hayas encontrado con Zoro es más normal teniendo en cuenta tu personaje.

Respecto a lo de alargar las despedidas... Sí, quizá sí. Pero me entró una especial prisa por terminar el capi (no sé por qué) y decidí poner sólo esa parte con Franky.

En fin, sin nada más, esperando a ver si alguien más pone y si no ya me pondré con el 21 cuando termine el 17 de Akano ^^
¿Todavía no lo sabes? El verde está de moda || 7NA
Imagen
Imagen
It's clobberin' time! || Rido's Corner || Ohara Tree Library
Avatar de Usuario
Eratia
Recluta Privado de Primera
Recluta Privado de Primera
Mensajes: 231
Registrado: Dom Abr 01, 2007 8:12 pm
Edad: 36

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Eratia »

Como hace bastante tiempo que no hay mucha actividad por aquí, voy a dejar un SBS para ver si se anima la gente:

Ramsus:
Spoiler: Mostrar
-¿Que características tenía el Saint Andrews que lo hacían tan superior a cualquier otro barco de la Marina, aparte de las ya dichas? (Eolos,por ejemplo)

-¿Ha participado Ramsus en alguna Buster Call?

-¿Cual sería su reacción si se encotrara con traidores de la marina con causa, como Estella y Eratia, y comociera su historia?

-¿Son tan buenos los zumos de frutas? XD

-¿Que opina del Ouka Shichibukai en general y de Shiratori en particular?
Alira:
Spoiler: Mostrar
-¿Que capacidades tiene el padre de Alira? ¿Es un luchador, o sus capacidades están mejor aprovechadas detrás de un escritorio?

-¿Cuantos barcos ha comandado Alira en toda su vida? ¿Y cuantos están acompañando a los peces ahora mismo?

-¿Dorian es pan malo como parece,o, tal y como me temo, es peor?

-¿Cuales eran el mayor sueño de tu personaje y su mayor pesadilla?
Y de momento no se me ocurre mas, así que lo dejo por ahora.
Imagen
ImagenImagen
Avatar de Usuario
Gargadon
Teniente
Teniente
Mensajes: 1968
Registrado: Lun Oct 10, 2005 6:49 am
Ubicación: /lost+found
Edad: 34
Contactar:

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Gargadon »

@Rido: ¿Podrías esperar aunque sea una semana? Quiero volver a escribir por aquí y necesito ese plazo, primero para terminar el 18 de mi fic de Digimon y luego ponerme al tanto en éste (y de perdis cerrar lo que medio dejaste abierto).
Avatar de Usuario
Terreis
Moderadora
Moderadora
Mensajes: 3333
Registrado: Mar Abr 12, 2005 3:46 pm
Ubicación: You'll never know what you can do until you try ...
Edad: 41
Género:

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Terreis »

Vamos a responder
Spoiler: Mostrar
-¿Que capacidades tiene el padre de Alira? ¿Es un luchador, o sus capacidades están mejor aprovechadas detrás de un escritorio?

La capacidad que más resalta de Delacour sin duda es la estrategia, además de que tiene la “aptitud” de prevalecer sobre los demás.
Si tiene que coger una espada no se anda con chiquitas, ya que es un excelente espadachín. Pero si le dan a elegir prefiere que otros se encargue de esa parte.

-¿Cuantos barcos ha comandado Alira en toda su vida? ¿Y cuantos están acompañando a los peces ahora mismo?

De barcos piratas solo ha comandado uno: El espíritu del Mar.
Desde que abandono la piratería y se unió a los marines ha comandado varios buques de guerra y otros tantos buques ha hundido.
La verdad Delacour piensa que lo mejor para su hija seria ponerla en un bote detrás de un galeón y pasar las órdenes con un megáfono al barco en cuestión.

-¿Dorian es pan malo como parece,o, tal y como me temo, es peor?

Tengo grandes planes para Dorian y creerme aun no hemos visto lo que puede llegar a hacer.

-¿Cuales eran el mayor sueño de tu personaje y su mayor pesadilla?

El sueño de mi personaje es sobre pasar a su padre y convertirse en alguien distinto a el. Por eso tiene ese carácter de hago lo que me da la gana sin pensar en las consecuencias.
Su mayor pesadilla es verse navegar solo por los siete mares sin la compañía de sus mejores amigos, familia y aquellos que la aprecian.
Imagen
Avatar de Usuario
rido
Cabo
Cabo
Mensajes: 445
Registrado: Mar Sep 05, 2006 1:42 am
Edad: 39

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por rido »

Gargadon escribió:@Rido: ¿Podrías esperar aunque sea una semana? Quiero volver a escribir por aquí y necesito ese plazo, primero para terminar el 18 de mi fic de Digimon y luego ponerme al tanto en éste (y de perdis cerrar lo que medio dejaste abierto).
Tenía pensado esperar a ver si alguien más ponía. Sobre todo a ver si Silver ponía algo... Así que no te preocupes por eso ^^
¿Todavía no lo sabes? El verde está de moda || 7NA
Imagen
Imagen
It's clobberin' time! || Rido's Corner || Ohara Tree Library
Avatar de Usuario
Gargadon
Teniente
Teniente
Mensajes: 1968
Registrado: Lun Oct 10, 2005 6:49 am
Ubicación: /lost+found
Edad: 34
Contactar:

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Gargadon »

rido escribió:
Gargadon escribió:@Rido: ¿Podrías esperar aunque sea una semana? Quiero volver a escribir por aquí y necesito ese plazo, primero para terminar el 18 de mi fic de Digimon y luego ponerme al tanto en éste (y de perdis cerrar lo que medio dejaste abierto).
Tenía pensado esperar a ver si alguien más ponía. Sobre todo a ver si Silver ponía algo... Así que no te preocupes por eso ^^
Bueno de Silver... no sé si se desocupe pronto de sus labores... :(
Avatar de Usuario
Ramsus
Moderador
Moderador
Mensajes: 3557
Registrado: Vie Sep 16, 2005 12:59 pm
Ubicación: Etrenank. Solaris.
Edad: 41

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Ramsus »

Antes de responder al SBS quería comentaros que llevaba un retraso espectacular en lo que a lectura se refiere, pero ya me he puesto casi al día (me faltan precisamente los dos últimos de Rido y Kuro, con los que me pongo YA). Os dejo un par de comentarios:

- Trinidad Mugiwara/Outlaws/¿Piratas “Crown”?: Me quedé a medias en Red Village y ya lo he acabado y he leído todo lo de Syrup. En serio, como me alegro de que finalmente os despidáis de los Mugiwara. Considero que mantenerlos como “protagonistas” de vuestras historias era jugar con fuego y que tomen su propio camino es una gran decisión para evitar movidas. Destaco la futura unión del bardo/vividor Kyo a la tripulación y el hecho de que Seastone se decante por la “mudanza” de tripulación (¿Dónde está lalilulelo?), así como la más que interesante habilidad del carpintero Rido. Enseguida me leo como termina esta minisaga.

- Kuro: Debo reconocer que respiré aliviado al descubrir que el Vicealmirante “R.” resultó no ser quien yo creía. Me encanta tanto la ambientación de tus relatos como la marcada ideología samurai que tiene tu personaje, aplicando a la perfección ese aire místico que Oda imprime a todos los espadachines de la serie. Por lo visto en tu último relato te encuentras con Zoro nada menos. Ahora lo miro.

- Eratia: Quizá no fuera demasiado relevante para la trama, pero me gustó mucho el relato de Luna.

Y ahora el SBS:
Spoiler: Mostrar
-¿Que características tenía el Saint Andrews que lo hacían tan superior a cualquier otro barco de la Marina, aparte de las ya dichas? (Eolos,por ejemplo)
El Saint Andrews era el resultado de varios años de trabajo por parte de Ramsus. El Vicealmirante aplicó en él todos los conocimientos técnicos que posee para que fuera un ejemplo de aerodinámica y tecnología punta (sin llegar a historias cibernéticas a lo Vegapunk).
Además del sistema Éolos, desarrollado junto a la Galley-la en Water 7 partiendo de la tecnología que mueve a los Umi Ressha, el Saint Andrews poseía el “kit completo” para cruzar el Calm Belt, su propio magnetismo, una capacidad armamentística bastante interesante (aunque sin llegar a la de los grandes buques), la mejor calidad en los materiales utilizados en su construcción y, sobre todo, una capacidad aerodinámica única que le imprimía una velocidad de avance y giro excepcionales en los barcos de la marina (necesaria por otro lado para que funcionase Éolos. O para meterse en medio de un torbellino sin hundirse XDD).

-¿Ha participado Ramsus en alguna Buster Call?
Nope. La marina le ha hecho muchas putadas durante su vida, pero para participar en una “Buster Call” hace falta ser Vicealmirante (nunca lo hizo como soldado), y eso ya es un rango lo suficientemente alto como para poner tus propias normas. Además, Alira jamás ha convocado ninguna como Almirante, mientras que Bassabel o Arhatkyo, de haberlo hecho alguna vez, jamás contarían con Ramsus para ello. No se tienen precisamente “cariño” XD.
El Vicealmirante se opone ideológicamente a las “Buster Call”, máxime desde que Citan lo amenazó con utilizar este recurso contra su isla natal con el pretexto de exterminar a la raza de las Arpías, aunque no niega su efectividad para acabar con enemigos peligrosos.

-¿Cual sería su reacción si se encontrara con traidores de la marina con causa, como Estella y Eratia, y conociera su historia?
Pues no podría evitar verse reflejado en ellos. Ramsus era un marine de tres al cuarto cuando el primer Saint Andrews naufragó, haciendo que éste acabase en isla Sunnet. Dos años y medio de vida aburrida después llegaron los Dark Hunters con su barco medio destrozado y “secuestraron” al bueno de Ramsus para que se ocupase de repararlo mientras navegaban. En aquella época se sentía como Estella, libre de su cargo (suponía que lo habrían dado por muerto) y muy a gusto en una tripulación pirata, sin apenas cargos de conciencia, pero sin olvidar su pasado.
Luego vino el “Incidente Citan”, la misión/extorsión de la marina, el “Incidente Ennies Lobby” y la posterior “traición” de Ramsus a sus nakama.
¿Un marine metido a pirata “bueno”? El Vicealmirante sabe que, aunque su cargo actual dicte lo contrario, no es una mala opción. Aunque también sabe lo cruel que puede llegar a ser la marina con sus “desertores”. Espero que no os pase a vosotros.

-¿Son tan buenos los zumos de frutas? XD
No lo dudes. Se rumorea que los hacen hasta de Akuma no mi, aunque estos saben asquerosos XDD.

-¿Que opina del Ouka Shichibukai en general y de Shiratori en particular?
Ramsus se fía poco de los Shichibukai y casi ni los conoce en persona. Considera que los altos cargos de la marina son lo suficientemente poderosos como para tener que recurrir a piratas para que les ayuden en su labor.
Su opinión sobre Shiratori es que, al menos sobre el papel, parece un tipo honorable que desempeña su trabajo con profesionalidad y sin polémicas. Parece buena gente.
Supongo que sabrás cual es el Shichibukai que más odio provoca en Ramsus, sobre todo tras los últimos sucesos XDD.
*Ramsus espera a que osin avance con la trama.*
Imagen
The Sun is Rising Again...
Avatar de Usuario
rido
Cabo
Cabo
Mensajes: 445
Registrado: Mar Sep 05, 2006 1:42 am
Edad: 39

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por rido »

Ramsus escribió:*Ramsus espera a que osin avance con la trama.*
Sí, que junto al viejo plateado es de quién más ganas tengo de leer algo en estos momentos (bueno, y del fic de un colega pero ese hace menos que no publica). ¡Enga osin! (Bueno, y también, venga pajarraco y venga Sandman y... ... ... bueeeeeeeeeeeeeeno vaaaaaaaaaaale y venga Alira) >.<

Iba a poner un SBS pero se me ha ido el santo al cielo así que... ya lo pondré en otro momento
¿Todavía no lo sabes? El verde está de moda || 7NA
Imagen
Imagen
It's clobberin' time! || Rido's Corner || Ohara Tree Library
Avatar de Usuario
Gargadon
Teniente
Teniente
Mensajes: 1968
Registrado: Lun Oct 10, 2005 6:49 am
Ubicación: /lost+found
Edad: 34
Contactar:

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Gargadon »

@Rido: Como te comenté ayer, ando falto de inspiración. Eso, y sumado a que no tengo compu propia por el momento (y en esta no salen los espacios cuando deben salir ¬¬), no podré avanzar en nada por ahora. :(

Así que si alguien quiere seguir con esa parte, por mí no hay problema.
Avatar de Usuario
rido
Cabo
Cabo
Mensajes: 445
Registrado: Mar Sep 05, 2006 1:42 am
Edad: 39

Pues ahí va la actualización del Primer Post...

Mensaje por rido »

osin escribió:PD: ¿quien lleva lo del primer post del tema? Porque se está quedando un poco anticuado.
Las historias

Autor: Long_Jhon_Silver
Spoiler: Mostrar
Cap. 000 - (Re-)inicio
Cap. 001 - Reaparición
Cap. 002 - Destino
Cap. 003 - Reinicio
Cap. 004 - El camino desde Noome
Cap. 005 - Uno más
Cap. 006 - Espíritu
Cap. 007 - Kid
Cap. 008 - Lucha de poder
Cap. 009 - Corriendo: la información que se puede conseguir de un borracho
Cap. 010 - Atrapados en el frío mar
Cap. 011 - En tierras de Serafia
Cap. 012 - Rodeados
Cap. 013 - Contando la verdad
Cap. 014 - Sumando gente
Cap. 015 - Punto ciego
Cap. 016 - Camino al miedo
Cap. 017 - Palacio subterráneo
Cap. 018 - Interminable
Cap. 019 - El antes y el después
Cap. 020 - Separación
Cap. 021 - Después de tanto tiempo
Cap. 022 - En Atonar
Cap. 023 - Tras la puerta
Cap. 024 - Errores del pasado y el presente
Cap. 025 - Encontrados
Cap. 026 - Makla Ata Nojar y el Pozo de las Estrellas
Cap. 027 - Ilusión, reaparece el más temible
Cap. 028 - Vacío
Cap. 029 - Longdrargd y su explicación
Cap. 030 - Ogo
Cap. 031 - Bauer y las ruinas
Cap. 032 - Historia en las piedras
Cap. 033 - Espiral
Cap. 034 - Espíritu
Cap. 035 - Problemas de comunicación
Cap. 036 - Llamado
Cap. 037 - Batalla campal
Cap. 038 - Vástagos del mar
Cap. 039 - Antes de partir
Cap. 040 - Por arriba hacia la puerta
Cap. 041 - Avanzar
Cap. 042 - Revelación
Cap. 043 - Flaunder
Cap. 044 - Secreto
Autor: Alira
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Las cosas han cambiado
Cap. 02 - Arevalat
Cap. 03 - Decisión y Carta Blanca
Cap. 04 - Farsa, viejas amigas y as en la manga
Cap. 05 - Acontecimientos
Cap. 06 - Sueños
Cap. 07 - Encuentros
Cap. 08 - Nuevo destino
Cap. 09 - Fuego y sangre
Cap. 10 - Galeón en llamas
Cap. 11 - Los Almirantes y las sombras
Cap. 12 - Yonkou y el vestido de novia
Cap. 13 - Recuerdos
Cap. 14 - El dragón y recuerdos amargos
Cap. 15 - Tripulaciones muy unidas
Cap. 16 - Pirate Ghosts
Cap. 17 - Disturbios
Cap. 18 - Infancia y combates
Cap. 19 - Delacour
Autor: Ramsus
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Recuerdos de luna y mar
Cap. 02 - Encuentro en Isla Behrish
Cap. 03 - Encuentro inesperado
Cap. 04 - Éolos
Cap. 05 - Amigo o enemigo
Cap. 06 - Encantado de conocerla
Cap. 07 - La bruma amarga del recuerdo
Cap. 08 - Cañonazos en el alma
Cap. 09 - Luna de sangre
Cap. 10 - Leviatán
Cap. 11 - Buque de exploración submarina "Architeutis"
Cap. 12 - La Señora
Cap. 13 - Maldito traidor
Cap. 14 - Girasoles
Cap. 15 - Ailing de las Alas blancas
Cap. 16 - Zarpemos
Cap. 17 - El palacio submarino
Cap. 18 - Aquello que se oculta tras la niebla
Cap. 19 - No es más que un barco
Cap. 20 - ¿Y ahora... qué?
Cap. 21 - Florian Express
Cap. 22 - La Capital del Agua
Cap. 23 - El mal del carpintero
Cap. 24 - A la batalla
Cap. 25 - La Conquista de Grove 60
Cap. 26 - El arma secreta de la Marina
Cap. 27 - Yo soy las respuestas
Autor: Rentarou Satsuma
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Nostalgia
Cap. 02 - Gran Citan y Rurouni en Red Village o El gato espía
Cap. 03 - Astucia e indecisión
Cap. 04 - Rumbo a Serafia: Encuentro con el gato espía
Cap. 05 - El juego de las mentiras. Cómo un borracho podría arruinar la farsa
Cap. 06 - En la profunda oscuridad
Cap. 07 - Despedida
Cap. 08 - Misión: Capturar al traidor
Cap. 09 - Westland
Cap. 10 - El pueblo que nunca olvida
Cap. 11 - Amargos recuerdos
Cap. 12 - Escapando de la cueva
Cap. 13 - Tristes recuerdos del pasado
Cap. 14 - Confesión (Parte Uno) - Enterrado, Thousand fist
Cap. 15 - Confesión (Parte Dos)
Cap. 16 - Confesión (Parte Tres) - Sorpresa inesperada
Cap. 17 - Jornada de trabajo en un astillero
Cap. 18 - De nuevo al mar
Cap. 19 - Rumbo a Serafia
Cap. 20 - Huir del pasado
Cap. 21 - Rencores de una traición
Cap. 22 - Prisionero
Cap. 23 - En la nada. Confesión (parte cinco)
Cap. 24 - Premonición
Cap. 25 - Adios, Red Village
Cap. 26 - Revés
Cap. 27 - Nuevo traidor y decisiones profundas
Autor: koraxan
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Vuelta a empezar
Cap. 02 - Errores magistrales
Cap. 03 - La devastadora tormenta
Cap. 04 - Un encuentro inesperado
Cap. 05 - Averiguaciones
Cap. 06 - Ojabart
Cap. 07 - El kraken
Cap. 08 - El poder de la mente
Cap. 09 - Encuentros, desencuentros y un triste final
Cap. 10 - Perdidos
Cap. 11 - La desconocida
Cap. 12 - Adiós Espíritu del Mar
Cap. 13
Cap. 14
Caps. 15 y 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Autor: Seastone (lalilulelo)
Spoiler: Mostrar
Cap. 01
Cap. 02
Cap. 03
Cap. 04
Cap. 05
Cap. 06
Cap. 07
Cap. 08
Cap. 09
Autor: Reyes
Spoiler: Mostrar
Cap. 01- Viejos tiempos
Cap. 02 - ¡Enfréntate a mí! La decisión de un pirata
Cap. 03 - Sueños
Autor: Eratia
Spoiler: Mostrar
Cap. 01
Cap. 02 - El pirata oculto
Cap. 03 - Destinos confusos
Cap. 04
Cap. 05
Cap. 06
Cap. 07
Cap. 08
Cap. 09
Cap. 10 - La vuelta del repudiado
Cap. 11 - Cuenta atrás
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Autor: Ghorrhyon
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Sombras del pasado
Cap. 02 - Lección de historia
Cap. 03 - El Orgullo de Rivia
Cap. 04 - La Sombra del Crepúsculo
Cap. 05 - Las dos caras de la justicia
Cap. 06 - Aventura en la isla del escorbuto
Cap. 07 - Pasajes de otras vidas
Cap. 08 - Alauda
Cap. 09 - El número 10
Cap. 10 - Un auténtico guerrero
Cap. 11 - El caballero del dragón
Cap. 12 - Encuentro y despedida
Autor: rido
Spoiler: Mostrar
Parte de Trabajo 01 - La Joya de la Corona
Parte de Trabajo 02 - Bettum el de las manos hábiles
Parte de Trabajo 03 - El Zafiro de las Olas
Parte de Trabajo 04 - En busca de aclaraciones
Parte de Trabajo 05 - La Marina
Parte de Trabajo 06 - The house is on fire
Parte de Trabajo 07 - Berserker
Parte de Trabajo 08 - Nakamas
Parte de Trabajo 09 - So we sailed up to the sun
Parte de Trabajo 10 - Chaos Lady
Parte de Trabajo 11 - In the Navy
Parte de Trabajo 12 - Rey del Mar
Parte de Trabajo 13 - Hurgando en el pasado
Parte de Trabajo 14 - Hilmar
Parte de Trabajo 15 - Damnes
Parte de Trabajo 16 - Como está escrito en el libro
Parte de Trabajo 17 - Cambio de Rumbo
Parte de Trabajo 18 - Leyendas
Parte de Trabajo 19 - Der Schiffszimmermann
Parte de Trabajo 20 - Emancipación
Autor: H23
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Idas y venidas
Cap. 02 - La verdad sobre Brook
Cap. 03 - Tiroteo en la plaza central
Cap. 04 - Nos vamos de Water 7
Cap. 05 - Trabajo y escondite
Cap. 06 - Días en Syrup
Autor: Bullman
Spoiler: Mostrar
Cap. 001 - El chico esclavo contra el poder
Cap. 002 - Vuelo hacia el frío
Cap. 003 - A un día para el otro lado de las montañas
Cap. 004 - Cara a cara. Llegó el momento
Cap 005. - La recuperación de la reliquia
Autor: osin
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Los "hijos del mar" y el Capitán Jim Daniels
Cap. 02 - Los pensamientos de Hannah
Cap. 03 - Nuevo hogar, nueva familia
Cap. 04 - Yo, maldito
Cap. 05 - 32 horas
Cap. 06 - Lo más oscuro del ser humano
Cap. 07 - Aquella fatídica noche. A:El pasado de Mora || B: El pasado de Berto y Bibi
Autor: Nerocles
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Adiós y hasta pronto
Cap.02 - Traidor
Cap. 03 - Rumbo a Dorsa
Autor: kurokotetsu
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Demonio
Cap. 02 - Se busca
Cap. 03 - Nostalgia
Cap. 04 - Nombre
Autor: Sandman
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Prólogo
Cap. 02 - De compras
Cap. 03 - Primera Ronda
Cap. 04 - Se cierran las apuestas
Cap. 05 - Encuentro
Autor: Geralt
Spoiler: Mostrar
Cap. 01 - Remordimientos, roces y chatarra
Si alguien ve algún fallo o algo... que lo comunique a recepción xD
¿Todavía no lo sabes? El verde está de moda || 7NA
Imagen
Imagen
It's clobberin' time! || Rido's Corner || Ohara Tree Library
Avatar de Usuario
Terreis
Moderadora
Moderadora
Mensajes: 3333
Registrado: Mar Abr 12, 2005 3:46 pm
Ubicación: You'll never know what you can do until you try ...
Edad: 41
Género:

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por Terreis »

Actualizada la lista :neko: gracias Rido.
Imagen
Avatar de Usuario
osin
Oficial Técnico
Oficial Técnico
Mensajes: 1154
Registrado: Jue Sep 21, 2006 12:35 am
Ubicación: mmmm...... eso me gustaria saber a mí
Edad: 37

Re: Historias Piratas, Volumen3.

Mensaje por osin »

Ramsus escribió:*Ramsus espera a que osin avance con la trama.*
rido escribió:¡Enga osin!
¿Me llamabais? Bueno, me tocará explicar el estado de mi escrito: mi capítulo puede estar ya terminado o puede que me toque reescribirlo al completo XDDDD. Todo depende del visto bueno de un vicealmirante ^^. Así que os pido un poquito de paciencia (o un poquito mas del que ya habéis tenido).

En cambio, y para amenizar la espera, me he puesto al día con vuestros capítulos, así que toca comentarios:

-La gente de la saga Syrup: y por fin llega vuestra emancipación y lo que se podría decir el principio de vuestra propia historia (dejando a Silver a los mandos de la suya). Me ha gustado la elección del capitán, quizás el mas acorde para el puesto. También me ha encantado como ha relatado Rido a Franky en su despedida. Por lo demás, tengo unas ganas de que empiece vuestra saga en Xartha...

-Koraxan: creo que ya hacía falta una saga cómica entre tanta tragedia escrita por aquí (eso me recuerda que en algún momento me tocará escribir algún que otro capítulo cómico en mi aventura XDDD). Me encanta la relación que mantiene vuestra tripulación y quieras o no viene bien devolverle la vista a uno de los ciego de estas historias.

-Kuro: siempre tenía la sensación de que tu personaje seguía los pasos que en el pasado hizo Zoro, pero por motivos diferentes. Vuestra batalla, y su respectivo final, es como si Zoro te pasase el testigo XDD.

Por último y de nuevo, os pido paciencia ^^U.
Gracias Natthy ^^
Responder