Shoujin escribió:El Faro escribió:...
Es que creo que me malinterpretaste en lo de ser fifí de lo políticamente correcto. A ver, yo entendí que Jal dijo que ser "comprensivo" (eso entendí con medias tintas) con las personas que tienen dificultades para aceptar e incluir (y me refiero a gente que lo intenta pero no puede, que los habrá, y gente que directamente no lo procesa de ningún modo como algo lógico), ser comprensivo y no cerrarles las puertas al debate, o no dejar de tratarlos con respeto es peligroso. Obviamente debe causar frustración para una persona que defiende fervientemente sus ideales ver a alguien con pensamientos como esos. Realmente tampoco pienso que se debe dejar pasar como quien deja pasar el bullying como cosas de niños (ni el bullying debería dejarse pasar, que es más o menos lo mismo que la xenofobia u otras fobias, pero muchas veces sin el simbolismo que tenemos los adultos). Pero a ver. Cuando un niño hace bullying, ¿qué es lo más recomendable? ¿Reprenderlo cada vez más duramente hasta que aprenda? Así no funcionan las cosas, y eso lo único que genera es que el chico termine descargando su frustración con su víctima nuevamente, e incluso ir en escalada. No pienses que los adultos son muy distintos. De hecho, todos tenemos nuestras cosas infantiles de algún modo u otro.
Seamos honestos, realmente yo no soy partidario ni fanático de ninguna bandera, pero eso no quiere decir que no sea inclusivo ni que me interese poco la inclusión de la gente que sufre a causa de otros. Y desde mi punto de vista, cuando gente que sí es apasionada por esas cosas demuestra sus ideales, en algunas ocasiones lo hace con cierta soberbia y de forma irrespetuosa, al punto que llegan a ser insoportables. No por lo que defienden, sino por sus fobias. Hay muchas Lisas Simpson ahí afuera, hombres y mujeres, que realmente buscan que sus ideales se extiendan entre la sociedad, y si bien pueden conquistar los corazones de algunos jóvenes entusiastas, a los que piensan un poco diferente, e incluso a los neutros, lo único que hacen es alejarlos. Y es justamente esa intensidad y soberbia lo que hace que muchos callen para que el discurso "inclusivo" no se vuelque contra ellos por plantear una discrepancia. Y es justamente esa característica que tienen muchos lo que hace que algunos, erróneamente, hagan el razonamiento: "no me cae bien este tipo de gente, a la que si le planteo algo se enojan, por ende, no estoy de acuerdo con sus ideales".
Y quiero aclarar, no todos los que defienden la inclusión son insoportables y se creen los dueños de la verdad absoluta (que yo mismo creo que lo más razonable de todo es que las personas tengan derecho a elegir su sexualidad, y nadie debería ser juzgado por su etnia), pero por culpa de los inclusivos intolerantes -vaya paradoja-, muchos piensan que todos son así. Y en serio, yo sé que muchas veces es difícil contener la bronca cuando uno escucha comentarios desafortunados. En mi país (Argentina) hay una necesidad irracional de creerse superior tan intensa de parte de la gran mayoría que muchas veces se escuchan comentarios racistas hacia otros latinos (porque claro, Argentina queda al norte de España, para quien no estaba enterado), y uno no puede estar, ya sea por el contexto del comentario, o por lo obtuso de la otra persona, rebatiendo a cada uno de esos comentarios. Un profesor se me ha disgustado porque en una de mis historias el protagonista era mexicano, y me vi obligado a cambiarlo. Sé lo que es la frustración al respecto.
Sin embargo, y volviendo al tema del bullying, lo lógico es que, en lo posible, uno debe tratar de exponer sus pensamientos de forma amena e invitar a la reflexión en el momento oportuno, como cuando se quiere lograr que un niño cambie su actitud. No podemos estar todo el tiempo atrás de los errores de los demás porque lograríamos que se harten de nosotros, y no podemos tratar a los demás como si fueran basuras por no haber aprendido a ser inclusivos solo porque tenemos el privilegio de tener una mente más abierta. Por eso no creo que las "medias tintas" son la legitimación del odio, que me parece hasta una acusación ofensiva, sino la clave para que ya no haya diferencias. Creo que hay que saber escuchar. Yo también tengo mis mambos en algunas cosas y no hablo de ello con muchas personas justamente porque no creo que vaya a haber mucha gente dispuesta a escucharme, sino a señalarme con el dedo (no tiene nada que ver con las fobias ni nada por el estilo, sino con otras cuestiones). Es mucho más difícil si uno tiene que estar generando un debate interno que si tiene alguien con quién debatir, pero así es como estamos. Al final, lo que es políticamente correcto, sin importar la época, es indiscutible para muchos. Por suerte no es así para todos.
Y qué mal lo va a pasar el hijo hasta que su padre acabe aceptando que no es peor hijo porque sea homosexual, trans o lo que le venga en gana...
Podría aceptarlo en tanto se enterase, o podría tomarle años. Y sí, obviamente sería doloroso. Y no digo que sea algo deseable, pero incluso es positivo y habla bien del padre o madre que luchó contra sus ideales que tuvo arraigados por mucho tiempo en pro de su hijo. Creo que hay que ver las dos caras de la moneda. Tampoco es que todos los casos de padres que no pueden aceptar la sexualidad de sus hijos tienen que ser especialmente traumáticos, que no digo que no exista ninguno, pero podrían ser menos extremos, al punto de que sea equivalente a que a tu padre podría no gustarle su nuera o yerno. Hay un abanico enorme de posibilidades, y lo que importa en este caso es el resultado. Si le importás a tu padre o madre, no creo que te vayan a odiar por ser homosexual, aunque les cueste concebirlo al principio. Ahí creo que juega a favor el vínculo afectivo, vos tampoco vas a odiarlos si a ellos les cuesta entender eso porque sus ideales son distintos, pero vas a hacer lo posible para que lo acepten plenamente. Creo que lo mismo se tiene que hacer con gente que no es tan cercana a uno, aunque con un distinto enfoque obviamente. Y no hace falta pertenecer a una de esas minorías para hacerlo. Solamente no ser excesivamente intenso.