Bueeeeno, pues ya está, ¿no? La enésima aventura medieval japo con estereotipados guaperas salvándole el culo a la protagonista y emprendiendo un viaje épico que en realidad está tan cantado a dónde va a llegar que casi le puedes escribir tú el final al autor. ¿Qué hay que vender aquí?La sinopsis escribió:La historia se desarrolla en torno a Yona, la única princesa del Reino de Kouka, y como tal lleva una vida lujosa y sin preocupaciones dentro del castillo Hiryuu. Lo tiene todo: las mejores ropas y joyas, la más deliciosa comida, su padre el Emperador Il quien la adora, y a su guapo primo Soo-won, del que está enamorada. Ella cree que su vida sería perfecta si tan solo su cabello no fuera tan rojo y rebelde, y si su guardaespaldas Hak dejará de molestarla tanto. Sin embargo, este tranquilo estilo de vida llega a su fin el día en que Yona es traicionada por una de las personas que más confiaba. Una traición que hará añicos todos sus sueños y que la obligará a huir de su propio hogar. Con sólo una leyenda antigua para guiarla, se embarca en un viaje junto a Hak para encontrar a los legendarios dragones reencarnados para sobrevivir y salvar el Reino de Kouka. Esta aventura le enseñara valiosas lecciones a Yona pues conocerá frente a frente la dura realidad de su reino.
Pues mucho. Y para entender por qué primero quiero comentar algunos de los tropos comunes en el anime en general y en el género fantástico en concreto en Japón. Las historias creadas por autores japoneses suelen basarse mucho en arquetipos. El héroe es el héroe, el malo es el malo. No hay vuelta de hoja, y si la hay la historia se centra tanto en dicho intercambio de roles que, por lo general, suele ser bastante predecible. No veremos a Luffy plantearse si es correcto ser el Rey de los Piratas a pesar de estar provocando daño a los marines (ni tendría sentido en One Piece, en realidad es el primer ejemplo de mierda que se me ha ocurrido).
Sin duda, hay excepciones. Muchas, diría. Pero no son el lugar común japonés, que se basa más en crear una personalidad tan atractiva al principio que pueda lugar a tantas situaciones interesantes como para tirar hasta el final de la historia gastando el mínimo tiempo en evolución como para que el espectador diga "ah, mira, cuidado que este tío ha cambiado", en subtramas que acaban alterando mínimamente la postura del personaje. Todo esto es especialmente sangrante en el anime fantástico, donde normalmente salen unos tíos con espadones, empiezan a invocar a demonios y a pegarse, y al final gana el bien contra el mal. Si no me creeis, empezad a ver anime semanal.
Por lo tanto, cuando lees la sinopsis de arriba, es posible que si eres como yo te de un poco de embolia la cosa. Joder, dirás, esto ya lo he visto. Sé como va a terminar. Y lo gracioso es que AkaYona no hace absolutamente nada por evitar eso. La premisa es un cliché con patas. Guardaespaldas bueno, malo que provoca el movimiento de la historia obligando a la prota a huir, y un viaje para sobrevivir a los infortunios derivados de su condición.
Pero hay una diferencia fundamental. Y es que la autora (Mizuho Kusanagi), pese a partir de un cliché, se toma MUY en serio su manga. Y, conforme transcurren los capítulos, descubres detalles. El pasado de la princesa Yona, su unión con su guardaespaldas desde pequeña, su amor por Soo Won, todos explicados. Y, pese a que ninguno de los elementos que entran es per se en absoluto rompedor con el género y se pueden considerar clichés también, están introducidos certeramente para que sientas una empatía inmediata por Yona y la situación que vive. Basándose en un transfondo tan sólido, empieza a vislumbrarse complejidad emocional en la historia. El conflicto de Yona y de Hak, su evolución a medida que van pateando mapa. De repente, ya no es un cliché con patas si no un mundo vivo en el que realmente te interesan los personajes.
Y la autora lo aprovecha, vaya que sí. Siempre he pensado que la parte más complicada de una historia (y donde reside el éxito de One Piece) es añadir personajes, eventos y lugares sin que se noten las costuras ni se pierda el interés. Es ahí donde Kusanagi demuestra verdadera maestría. Es capaz de mantener un balance extremadamente complejo entre añadir personajes nuevos y profundizar en los antiguos, en ampliar un mapa a sus regiones vecinas y avanzar en la trama principal sin dudar en meter capítulos random dónde se hace el gamba o donde Yona y sus compañeros no salen en absoluto.
Pero dónde de verdad me ha sorprendido la serie es en su capacidad de cambiar la premisa. Porque una cosa es añadir, y otra cosa es modificar lo que tenías. Yona sufre un proceso de cambio brutal. Cuando la historia avanza, todas las motivaciones iniciales de los personajes se diluyen y te planteas si ese final al que creías que la serie se estaba encaminando con todas sus fuerzas es en realidad factible. La imprecibilidad de lox acontecimientos, y el que se presenten situaciones excepcionalmente tensas que podrían salir por cualquier lado, dan a AkaYona un interés genuino en saber qué va a pasar.
En cierto sentido, Akatsuki no Yona me recuerda a Juego de Tronos. Entendedme. No en la crueldad (aunque no se cortan un pelo en mostrar niños muertos, brazos cortados y brutalidad general) si no en mover una historia en direcciones que no te esperas, hasta el punto de quedar irreconocible dado el tiempo suficiente. AkaYona es, en ese aspecto, muy occidental, y de hecho creo que ha sido un éxito mayor en Occidente que en Japón.
A todo esto contribuye la manera de contarlo. El anime es extremadamente fiel al manga (rid de mango), y el manga... pues se basa muchísimo en la expresión facial, diálogos guays, y el uso inteligente de las características de cada personaje. Se mezcla la tragedia inherente a Yona en las dosis justas con mucha comedia y el paso rápido de tensión a distensión lo convierte en una lectura sencilla. Tan sencilla que me he ventilado 10 años de manga en tres días y ahora tendré que esperar dos años a que salga suficiente como para que me salga rentable retomar la lectura. El estilo es verdaderamente cómodo de leer y contribuye a transmitir la historia (bueno, excepto cuando la autora te empieza a contar su vida en los bocadillos xDD).
El anime es bueno, pero cubre solo la introducción de la serie (y Japón está muy ocupado pelándosela con lolis como para que tuviese más temporadas) y el manga realmente lleva lejos la premisa inicial, teniendo realmente momentos brutales que nadie al que le haya molado el anime debería perderse. Los OPs del anime tienen más spoilers que redon un jueves, pero por lo demás la adaptación es bien.
¿Merece la pena Akatsuki no Yona? Sí. Hacía muchísimo que algo no me tenía tan absolutamente entretenido. Pese a mis recelos, Yona me ha acabado ganando y me parece uno de los mejores y más desconocidos mangas (pero admito que de manga no tengo ni zorra) de esta última década.
Gracias por leer.